Laguna de Fuentepiedra

María Victoria Atencia

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Llegué cuando una luz muriente declinaba. 
Emprendieron el vuelo los flamencos dejando 
el lugar en su roja belleza insostenible. 
Luego expuse mi cuerpo al aire. Descendía 
hasta la orilla un suelo de dragones dormidos 
entre plantas que crecen por mi recuerdo sólo. 

    Levanté con los dedos el cristal de las aguas, 
contemplé su silencio y me adentré en mí misma.

                                

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Comentarios1
  •  
    Lucy Quaglia Bellísimo poema, corto y dulce, me gusta mucho.
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