Francisco de Quevedo

Recordado tanto por su impecable uso de la lengua como por su fuerte y controversial personalidad, Francisco de Quevedo nació en Madrid en 1580 y falleció en Villanueva de los Infantes en 1645. Este escritor, a quien el sabio humanista Justo Lipsio describió como la "gloria excelsa de los españoles", llevó una vida tan productiva literariamente como turbulenta en el ámbito social y político. Fue de trascendente fama su rivalidad con Luis de Góngora, objeto de muchas de sus obras satíricas, siendo especialmente recordado su "Soneto" y "A un hombre de gran nariz". Estudió varios idiomas, que aprovechó tanto para la traducción de obras extranjeras como para su propia producción.
Su obra abarcó todos los géneros literarios de su época. Así, tenemos sus escritos burlescos, pero también poemas en que vemos reflejadas sus ideas, y otros, de amor, que se ven ensombrecidos por su obsesión con el paso del tiempo y la muerte. Su estilo es complejo pero sin dejar en segundo plano la belleza; "Sermón estoico de censura moral" es un claro ejemplo de la maestría de este poeta. Pero también dejó su huella en la narrativa, donde destacan "La cuna y la sepultura" y su novela picaresca "Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos", publicada en forma clandestina durante mucho tiempo.

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Poemas de Francisco de Quevedo

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Francisco de Quevedo:

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

A un hombre de gran nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

Definición del amor

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Poderoso caballero es don dinero

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Enseña cómo todas las cosas avisan de la muerte

Miré los muros de la Patria mía,
Si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
De la carrera de la edad cansados,
Por quien caduca ya su valentía.

Salíme al Campo, vi que el Sol bebía
Los arroyos del hielo desatados,
Y del Monte quejosos los ganados,
Que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi Casa; vi que, amancillada,
De anciana habitación era despojos;
Mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
Y no hallé cosa en que poner los ojos
Que no fuese recuerdo de la muerte.

A una dama bizca y hermosa

Si a una parte miraran solamente
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
se helaran el ocaso o el Oriente.

El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.

Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l'alma tantos premios como enojos.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?

Biografía de Francisco de Quevedo

Nació en Madrid, el 17 de septiembre de 1580. Era el tercero de los cinco hijos de una familia de la aristocracia cortesana. Su padre, era Secretario de la Princesa María, esposa de Maximiliano de Alemania, y su madre, María de Santibáñez, era camarera de la reina.

Francisco de QuevedoSu vida de lujos se vio opacada por su poco agraciado aspecto físico. Era obeso, miope y rengueaba. Sin embargo, su mente era brillante, y lo demostró por los estudios y producciones que realizó durante su vida.

A la temprana edad de seis años, quedó huérfano, y el Colegio Imperial de los Jesuitas de Madrid, le brindó los primeros años de su educación formal. Los continuó en la Universidad de Alcalá de Henares (1596-1600).

Entre 1601 y 1606, se trasladó, junto a la Corte, a Valladolid, en cuya Universidad cursó estudios de Teología. Estudió, además, en forma autónoma temas relacionados con la filosofía, lenguas clásicas, francés, italiano, hebreo y árabe.

En 1606, regresó a Madrid, bajo la protección del duque de Osuna, donde cultivó la amistad de Félix Lope de Vega y de Miguel de Cervantes. También fue un crítico duro. Sus ataques se dirigieron contra los defectos físicos de Juan Ruiz de Alarcón y contra Juan Pérez de Montalbán, a quien le dedicó sin piedad la sátira "La Perinola". Pero fue Luis de Góngora, quien tuvo el triste honor de ser el más hostigado por la ironía de Quevedo, quien lo acusó de indigno, jugador y homosexual, entre otros deshonrosos calificativos.

Una disputa judicial por el señorío de la Torre de Juan Abad, le consumió parte de su fortuna, y el resultado favorable del litigio, lo disfrutó su sobrino, Pedro Alderete, ya que se resolvió luego de la muerte del escritor.

Su amigo, el duque de Osuna, virrey de Nápoles, le encomendó varias misiones diplomáticas, las que llevó a cabo con astucia y medios no siempre legítimos.

El duque de Osuna fue depuesto en 1620, y su mala fortuna fue compartida por Quevedo, a quien se lo destierra a La Torre. En 1621, lo esperó la prisión en Uclés, y nuevamente el destierro en La Torre.

Con la llegada al poder del rey Felipe IV, finalizó su castigo. Sin embargo, su estructura psíquica empezaba a deteriorarse, sumiéndose en el alcohol, el cigarrillo y en una vida desordenada. A pesar de ello, fue la etapa más brillante de su creación literaria.

Contrajo matrimonio, en 1634, con la viuda Esperanza de Mendoza, pero los tres meses del efímero matrimonio acabaron en un escandaloso divorcio que se concretó en 1636. Ella falleció en 1641.

En 1639, fue detenido, acusado de una conspiración con Francia, y trasladado al convento de San Marcos de León, donde padeció frío y malos tratos.

La libertad le fue concedida en 1643, pero ya su salud estaba resentida. Su retiro fue inevitable y se trasladó, primero a La Torre, y Luego a Villanueva de los Infantes. Allí acabó su existencia el 8 de septiembre de 1645.
Su obra refleja su impredecible y contradictoria personalidad.

Como poeta lírico, es uno de los tres grandes exponentes de la literatura española, junto a Lope y Góngora.

Su obra es seria, grave, intelectual, melancólica, y a veces, de orientación política, como sus extraordinarios sonetos, dedicados a su amigo y protector, Don Pedro Girón, Duque de Osuna. En "Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás", publicada en 1635, trata de hallar en el Nuevo Testamento una doctrina política. El gobernante ideal sería aquel que siguiera los dictados de los Evangelios. En 1644, escribió una glosa sobre la "Vida de Marco Bruto", el asesino de César. En la obra publicada en 1788: "Grandes anales de quince días", analiza el período intermedio entre los gobiernos de Felipe III y Felipe IV.
El Conde-Duque de Olivares es objeto de sus críticas por sus medidas económicas en "El chitón de Tarabillas" (1630) y por su ascendencia semita en "Execración contra los judíos" (1633).

Además, sus poemas lamentan el fracaso moral y económico de su patria. Protesta contra los abusos de poder y el favoritismo, reclamando por los derechos del pueblo.

Escribió sonetos metafísicos, donde habla sobre la fugacidad del tiempo, el desencanto y el aislamiento. Entre sus obras filosóficas pueden citarse: "La cuna y la sepultura" (1635) y "Las cuatro pestes del mundo y las cuatro fantasmas de la vida" (1651).

Francisco de Quevedo
En sus obras ascéticas, como "Providencia de Dios" (1641), intenta unificar estoicismo y cristianismo. También escribió "Vida de San Pablo" (1644) y "Vida de Santo Tomás de Villanueva" (1620).

Sin embargo, hablar de la obra de Quevedo, es referirse a su poesía satírica, incursionando en la sátira social, acercándose al expresionismo, cosificando o animalizando a las personas.

En "Los sueños" (1605-1622), muestra su desencanto ante un mundo hostil y mentiroso. En "La culta latiniparla" (1624), se burla de quienes usan expresiones grandilocuentes en sus textos. Este tema se repite en "La aguja de navegar cultos con la recetas de hacer soledades en un día" (1631). "La vida del Buscón llamado don Pablo", es una obra picaresca, de crítica social, publicada sin su autorización en 1626. "La Perinola" escrita en 1633, y publicada en 1788, es una obra crítica contra "Para todos" de Juan Pérez de Montalbán.

Hombre multifacético, no dejó de escribirle al amor, que presagia, seguirá vivo a pesar de la muerte:

"Su cuerpo dejará, no sin cuidado
Serán ceniza, mas tendrán sentido
Polvo serán, mas polvo enamorado."

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