Las ferias del libro ante la crisis

Amamos los libros, amamos la lectura y por eso nos encontramos en esta página, para compartir eso que nos da vida con otras personas a quienes les motive como a nosotros la magia de las palabras.

La semana pasada se celebró en Málaga la Feria del Libro, acontecimiento para el que estuvo invitado nuevamente Luis García Montero, con motivo de la presentación de su nuevo libro «Una forma de resistencia» publicado por Alfaguara. De todas formas, los escasos programas y movilización que se realizaron en torno a este acontecimiento me hicieron plantearme algunas cuestiones que me interesaría compartir con ustedes.

Una crisis que atenta contra lo que amamos

En su conferencia Luis García Montero habló acerca de la importancia de comprender que nuestra crisis no sólo es financiera, sino también política y cultural y que es imprescindible que rescatemos nuestros verdaderos valores a fin de superar esta realidad antes de que ella nos supere a nosotros. Y en la recuperación de esos valores está el ser capaces de convertir aquello que para otros es pasajero en algo indispensable y perenne para nosotros, rescatando el valor por encima del precio y el amor por sobre las dificultades que puedan separarnos de los otros.

El mundo del que habla García Montero es el mismo que debe enfrentarse a la guerra constante de los opuestos, por un lado sigue proponiendo las ferias del libro, mientras que por el otro las mismas cada vez están más orientadas a la venta de obras y promoción de autores que a la divulgación de la lectura (objetivo primero de estos eventos).

La prueba de que las ferias han dejado de ser lo que eran reside en que los gobiernos cada vez apuestan menos por los grandes eventos y por ende, menos también por los pequeños. Málaga es una ciudad imprescindible en lo que a poesía y literatura en general se refiere, sin embargo parece haber sido olvidada y su feria del libro presentó escasa difusión, ni hablar de que se realizó la misma semana que la de Madrid. Me pregunto ¿ocurre lo mismo en todos los países respecto a este evento? y  ¿Por qué el protagonismo continúan teniéndolo las capitales?

La feria de Madrid que se lleva a cabo en el Retiro desde hace varias décadas cuenta con cientos de stands, miles de personas paseando por ellos, y oportunidades de todo tipo; seguramente es de lo más impresionante de España y ¿por qué? si ni siquiera es la ciudad que más autores regala a la literatura…

Posiblemente tenga que ver con que es la tercera ciudad más poblada de la Unión Europea (entre urbe y conurbano asciende a unos 6.543.031 de habitantes), después de Berlín y Londres. Y en este punto puede que tenga sentido, siendo que más personas van a saber apreciarla, entonces vale la pena invertir lo que sea, ¿no?… Pese a que lo pienso una y otra vez, continúo sin estar del todo de acuerdo.

¿Venta de libros o promoción de la lectura?

La lectura es algo que todos merecemos tener la oportunidad de apreciar, y  las ferias del libro fueron creadas para captar nuevos lectores, esos que tal vez ni se imaginan lo que existe detrás de cada libro. Los que leemos de toda la vida, ¿para qué necesitamos que nos muestren las bondades de la lectura?

Esta semana es una ocasión para demostrarle al mundo que la lectura puede ser una de las cosas que nos salve la vida, que nos permita salirnos de la realidad que nos obstruye y nos muestre nuevas alternativas para nuestras vidas. Para conseguir todo eso es necesario crear contenido y actividades atractivas a fin de que los potenciales lectores se acerquen y descubran todo ese mundo que se están perdiendo.

En la 71ª Feria del Libro de Madrid Eduardo Medoza firmó miles de ejemplares y se estima que su última obra se encontrará entre las más vendidas del año; si a esto le sumamos que en torno a este evento editores y libreros de toda la ciudad se han puesto en campaña recomendando sus mejores obras (las que tienen más salida, que no necesariamente son realmente las mejores) y que hay todo un movimiento económico que intenta hacer de la literatura un negocio, podemos tener bien claro que las ferias del libro ya no son lo que eran.

¿Aires de cambio?

Pero no podemos desanimarnos, porque no todo es basura en estos eventos, si tan solo existiera un interés mayor en la promoción de la lectura de forma correcta, cosa que no ha ocurrido ciertamente en la feria del libro de Málaga, imagino que conseguiríamos hacer de este arte algo más atractivo, sin tener que recurrir una vez más a los títulos multitudinarios de los que de tanto oírlos no sólo la gente se cansa, sino también los mismos que dicen recomendarlos.

Una de las propuestas interesantes de la feria del libro de Madrid fue la presencia de editoriales que publican facsimiles, es decir que traducen y re-publican viejos codices o libros de otras épocas e intentan acercarlos a los lectores de hoy en día con hermosos diseños y encuadernaciones.

Patricia Tahoces, responsable de una de las editoriales que se dedica a este tipo de publicaciones, Eikón Ediciones, afirmó que existen varios libros de tipo religiosos como «San Albano» o «El libro de Horas de Bedford«, pero que si tiene que recomendar un título, seguramente se decanta por la obra laica de Chirstine de Pizan, «Epistre Othea«.

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En un artículo publicado en el diario «El País», a su vez, expresaban con alegría que esta nueva versión de la feria de Madrid mostró ciertos cambios respecto a lo visto en los últimos años, donde las actividades culturales de calidad estaban teniendo un mayor espacio que lo netamente comercial. A lo mejor está llevándose a cabo un cambio ¿podremos verlo también en las ferias pequeñas?

De todas formas, creo que tener actividades culturales no salva a las ferias del declive. En Madrid se programaron este año fantásticas mesas redondas y debates intelectuales, con personas de renombre participando en ellos, y pese a ello, poquísima gente se animó a ser parte de las mismas; para el público la feria del libro parece una oportunidad en la que se acercan para que los autores les firmen libros y esto ha conseguido convertir este evento en una lucha constante donde los autores protagonistas son aquellos que tienen una fila más larga de gente esperando por su firma.

Ojalá que este tipo de eventos se descentralizara y se le diera tanta importancia a la feria de Buenos Aires como a la de Chubut, y a la de Málaga como a la de Madrid. Porque en toda ciudad habitan cientos y miles de potenciales lectores, a los que es necesario llegar; porque por encima de las ventas debemos buscar la lectura, promover las actividades de encuentro entre amantes de la literatura y luchar por construir un mundo donde los libros ya no sean un objeto anticuado, sino un elemento lleno de vida latente y una herramienta fundamental para crecer y ser felices.



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