Lamentación amorosa y...

Francisco de Quevedo

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No me aflige morir; no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.

Siento haber de dejar deshabitado
cuerpo que amante espíritu ha ceñido;
desierto un corazón siempre encendido,
donde todo el Amor reinó hospedado.

Señas me da mi ardor de fuego eterno,
y de tan larga y congojosa historia
sólo será escritor mi llanto tierno.

Lisi, estáme diciendo la memoria
que, pues tu gloria la padezco infierno,
que llame al padecer tormentos, gloria.

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Comentarios2
  • mikel

    Es complicado el sentimiento que aquì impera, pues lo que expresa es una verdadera paradoja. Pero es impresionante còmo Quevedo te cautiva desde el primer verso y muy sutil pero agresivamente te acarrea hasta el final para concluir en un verso incompleto, perfecto.
  •  
    Raul Gonzaga La luz en el corazón, el corazón encendido, el ser iluminado, no es otra cosa que el procurar en forma paulatina la conciencia a través de la mente universal; este desarrollo te permite comprender como nuestro actuar está íntimamente ligado con el plan cósmico de evolución y revolución: evolución de la materia y revolución en el espíritu, esto es, el retorno a la unidad de donde surgió y el despertar paulatino del amor universal, hasta alcanzar la plena conciencia del Absoluto...
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