Al mirar la actualidad de J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter, cualquiera puede asociar a la escritora con el éxito y la felicidad. Por un lado, es indudable que el aspecto económico ya no es un problema en su vida (tiene una fortuna superior a los 1.140 millones de dólares; una primera edición de “Harry Potter y la piedra filosofal” se subastó a 40.000 dólares). Por el otro, Rowling goza del reconocimiento y del cariño de millones de lectores en todo el planeta. La última parte de la saga del joven mago, por ejemplo, vendió 8,3 millones de copias en su primer día en las librerías. También fue elegida Artista del Año por la revista “Entertainment Weekly” en 2007.
Sin embargo, Rowling ha sufrido las mismas desventuras que pueden afectar a cualquier persona. Las tragedias no hacen distinciones según la fortuna o la fama. Por otra parte, ya es conocido que la escritora vivió momentos de penuria antes de alcanzar la gloria con Harry Potter.
En declaraciones reproducidas por el periódico “The Sunday Times”, Rowling confesó que tuvo ideas suicidas tras separarse de su primer marido (el periodista portugués Jorge Arantes) en 1993. La autora señala que sus condiciones de vida eran precarias y que cayó en una profunda depresión, hasta que el amor por su hija hizo que saliera a buscar ayuda.
Rowling acudió a su médico de cabecera para manifestarle sus problemas, pero el profesional no pudo atenderla. Su reemplazante se limitó a decirle que hablara con una enfermera si se sentía “un poco deprimida”. La escritora le respondió que no era una tristeza leve sino que consideraba al suicidio como una opción.
Afortunadamente para ella y para los amantes de la literatura fantástica, finalmente su médico de cabecera logró asistirla y, poco a poco, Rowling logró superar el mal momento. Las andanzas del aprendiz de mago estaban a un paso de ver la luz.