Sobre Arthur Rimbaud

Arthur Rimbaud es uno de los poetas franceses que han modificado la poesía de su tiempo y marcado un estilo propio, al que posteriormente muchos otros poetas se han aferrado. Sus méritos son muchos, pese a que no publicó tantos textos, el suyo es un nombre que cualquier amante de la poesía no desconoce.

Nació en Charleville el 20 de octubre de 1854 y escribió sus primeros versos siendo muy pequeño. A los 15 años se trasladó a París, donde entabló relaciones con importantes literatos, entre los que se encontraba Paul Verlaine, con quien además mantuvo una relación amorosa por dos años, y con quien terminó separándose en medio de peleas y en muy malos términos.

Las obras más conocidas de Arthur son: «El barco borracho», «Iluminaciones« y «Una temporada en el infierno». En esta última puede percibirse a un hombre que dice estar dispuesto a hacer lo que haga falta por estar junto al ser que ama, pero al que las vicisitudes de la existencia y la incapacidad por sobreponerse a sus impulsos violentos, lo llevan a perder aquello que más aprecia, el amor.

La infernal infancia

Arthur Rimbaud fue el segundo de cinco hermanos y se crió junto a su madre, ya que su padre los abandonó al poco tiempo de nacer su último hermano, en 1860. Arthur contaba con 6 años de edad.
Sumido a una educación sumamente estricta, con una madre que mostraba mayor interés en criar hijos responsables y con un alto nivel educativo, que en brindarles afecto, Arthur creció rodeado de presiones. Al poco tiempo de ingresar en el colegio, pese a mostrar un alto nivel académico, demostró hallarse rodeado de conflictos internos y de sentimientos de rebeldía.

Durante su adolescencia mostró una actitud negativa con respecto a las imposiciones de su madre y a sus ideas y la relación se tornó sumamente revuelta. Con 16 años se escapó de su casa rumbo a París, para probar suerte como escritor y vincularse con el mundo revolucionario parisino.

La poesía de Rimbaud

Desgraciadamente, Arthur Rimbaud, no fue un poeta muy fructífero, se cree que a los veinte años dejó para siempre la literatura, para entregarse a una vida más empresarial, deseoso de convertirse en un hombre rico y huyendo de la vida bohemia que llevara hasta ese entonces. Pese a ello, su obra es muy bien apreciada, y se lo considera uno de los mayores poetas franceses del movimiento simbolista. Incluso algunos lo comparan con Mallarmé.

El primer poema que publicó se llamó «Los aguinaldos de los huérfanos», e hizo su aparición en la revista «Revue pour tous» en enero de 1870.

La obra de Rimbaud recuerda un poco la de Baudelaire por su calidad simbólica y su interés por el ocultismo y los asuntos religiosos; a la vez que su necesidad por explorar el subconciente de los individuos. En la obra que más puede apreciarse este aspecto es en «Una temporada en el infierno«.

La concepción que Rimbaud tiene de la poesía es la siguiente. Los poetas deben convertirse en videntes, capaces de expresarlo todo a través de sus poesías; pero para esto es necesario vivirlo todo, sufrirlo todo; de este modo pueden ser alquimistas de las palabras y hallar la perfección máxima en la poesía. Todo esto lo expresa en un lema: «Yo es otro». Rimbaud asegura que Charles Baudelaire es el poeta por excelencia, el rey, el dios de todos los poetas.

Una relación amorosa infernal

Cuando Arthur tenía 18 años conoció al poeta Verlaine, con quien se hicieron cercanos amigos y, pese a que éste se hallaba casado, mantuvieron una relación amorosa. Al principio a escondidas, pero posteriormente, se fueron a Londres, en busca de una felicidad y de una estabilidad que ahí no podían tener.

Sin embargo, la relación no prosperó debido a los ataques de soberbia de Arthur y a la actitud sumisa de Verlaine. Al tiempo, en un gesto de desesperación, Verlaine se mudó bruscamente a Bruselas, para cortar aquella relación enfermiza que lo dañaba. Pese a ello, volvieron a verse en repetidas ocasiones, pero las cosas no mejoraron; fue una relación que posiblemente marcó la vida de ambos, y sobre todo, la poesía de Arthur.

La relación sentimental entre Arthur Rimbaud y Verlaine ha sido fuente de inspiración para muchos artistas. Incluso, en 1995, se filmó una película: «Eclipse total», protagonizada por Leonardo Di Caprio y Davis Thewlis, donde puede apreciarse el carácter dantesto y dramático que unió a estos dos hombres durante varios años. Cabe destacar, que esta película se basa en la relación sentimental que había entre ambos, y no es material aconsejable si lo que se desea es conocer razgos de la poesía de alguno de ellos.

Aún después de haber cesado sus relaciones, volvieron a encontrarse en más de una ocasión; y el propio Rimbaud escribió «Una temporada en el infierno» para plasmar cómo fue la convivencia entre ellos dos, y cuán profundo era el sentimiento que los unía. Verlaine dijo que Arthur era un joven con la cabeza de un niño, con un cuerpo adolescente y una voz que tenía altos y bajos, que parecía que iba a quebrarse en cualquier momento.

Influencia de Rimbaud en el arte

La existencia de Arthur Rimbaud no sólo modificó a la poesía, sino también a la concepción del arte en general. Muchos artistas posteriores a él, fueron firmes seguidores de su lírica, por nombrar algunos: André Bretón, Henry Miller, William S. Burroughs, Pier Paolo Pasolini, Alejandro De Michele, Hugo Pratt, Mário Cesariny de Vasconcelos,Patti Smith, Luis Alberto Spinetta.

La poesía de Arthur es sublime. Tierna y áspera, cruel y dulce, infantil y adulta… todos los opuestos parecen confluir en sus letras, lo cual no demuestra otra cosa que el infernal martirio que significaba para él la existencia: carente de afectos verdaderos, buscando amparo y confianza, pero envuelto en una coraza de desprecio, crítica y soberbia que hacía que todos huyeran de su presencia. Consiguiendo incluso que el gran amor de su vida, Verlaine, pese a amarlo con locura, tuviera que optar por dejarle debido a las innumerables torturas que debía soportar a su lado.

En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.
Seremos felices. Habrá un nido de besos
oculto en los rincones.

Comentarios3

  • Raoul Shade

    Efectivamente Rimbaud no fue un poeta fructífero, pero iluminado y autentico como ningún otro poeta del siglo XIX. Un caso único en la historia de la Literatura mundial, en cuanto a su capacidad de transformar la poesía a esa edad. ¡Lo hizo en cuatro años, y antes de los veinte! No ha vuelto a suceder. El único caso similar es el de Lautreamont. Otro fenómeno literario olvidado por el público en general.
    El “fenómeno Rimbaud” ha sido elogiado por los más grandes poetas y escritores del siglo XX: Ezra Pound, Borges, René Char, Bertolt Brecht, entre tantos. Ningún otro poeta en la historia ha cosechado tantos honores por parte de los grandes poetas.
    “Leo y releo el tomo de Rimbaud y hago unos cuantos préstamos. ¡Qué incandescencia en todo esto! ¡Y tiene espaladas de bronce! Siempre que me pongo a trabajar, cuando la lava fluye, veo a Occidente envuelto en llamaradas sombrías, y creo en su vitalidad” Brecht
    Vitalidad, ese es el secreto. Pocos poetas la poseen. La palabra viva es un don. Prodigalidad y profusión no son garantía para ser grandes poetas. Neruda y Ernesto Cardenal, escribieron mucho pero la mayoría es poesía muerta. Sin vitalidad. Sin autenticidad. Rimbaud criticó a Baudelaire por su clasicismo y sus contemporáneos no estaban a su altura.
    “Hasta el día en que di con Rimbaud, Dostoievski había reinado en mi corazón como soberano.” H. Miller
    Rimbaud abandonó la poesía y Paris decepcionado por la falta de autenticidad y sinceridad literaria, no porque estaba más interesado en hacer dinero. Eso es completamente falso. En Google no vais a encontrar esta información. Hay que leer muchos libros especializados sobre el tema de Rimbaud. Por ejemplo “Rimbaud L’Herne” o el prologo de René Char.

  • Téxil Gardey

    ¡Muchas gracias Raoul! Es bueno contar con personas como tu que quieren compartir sus conocimientos.
    Saludos!!

  • Raoul Shade

    Todavía no he visto la película sobre Rimbaud y Verlaine. Espero que no sea como tantas otras que se obsesionan con el sexo y descuidan la esencia del arte. Un ejemplo es la película sobre Diane Arbus, uno de los grandes genios de la fotografía mundial, interpretada por Nichole Kidman. ¡Atroz! Todo es sexo e infidelidad (de la que no existen pruebas) menos que el arte supremo de Arbus.
    Lo mismo con “Henry y June” donde sí se destaca la intelectualidad de Henry Miller pero no la de Anaïs Nin, que se convierte en una maquina sexual y se acuesta con medio mundo. Cuando en verdad ella era una gran prosista e innovadora (vilmente plagiada por Gioconda Belli y otras escritoras mediocres). Henry Miller, que escribió un librito excepcional sobre Rimbaud: “Los Tiempos de los Asesinos”, consideraba los Diarios de Anaïs Nin entre los más importantes de la literatura mundial. Pero nada de eso trasciende en la película.
    Lo mismo podríamos decir de la película sobre Frida Khalo interpretada por Salma Hayek (una mujer tan superficial que le pidió a Dios el milagro de tener un pecho más grande! Realmente patético.). Lo sexual es lo que vende: infidelidad, y más infidelidad, incluso con Trotski, cuya figura es banalizada, como para justificar el estalinismo. Casualmente, Neruda le dio asilo político al que intentó asesinar a Trotski, que eventualmente no se salvó del segundo atentado. Frida Khalo era una artista seria. No estoy en contra de las películas eróticas, pero es una abominación pretender conocer la vida íntima de los otros. Debería de haber una ley que proteja la dignidad de los artistas sexualmente explotadas para asuntos de taquilla. La película de Paul Leduc con Ofelia Medina interpretando a Frida es otra cosa.



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