Horacio Ferrer

Escribir una canción puede resultar tan complejo como crear un poema o un cuento. Sin embargo, muchas veces se considera a los autores de las letras de temas musicales como escritores menores. No es lo que ocurre con Horacio Ferrer, señalado habitualmente como el poeta del tango debido a la calidad de sus trabajos y a que también incursionó en la literatura “tradicional”, publicando sus propios libros.

Horacio FerrerNacido el 2 de junio de 1933 en la ciudad uruguaya de Montevideo como Horacio Arturo Ferrer Ezcurra, se acercó a la poesía a través de su abuelo y de su madre, quienes conocieron a Federico García Lorca, Rubén Darío y otros grandes autores. Cabe destacar que en su genealogía familiar aparece Juan Manuel de Rosas, importante político argentino del siglo XIX.

Pese a estudiar Arquitectura en la Universidad de la República, nunca se recibió. En cambio, ya en su juventud, mostró pasión por el tango. Primero comenzó a trabajar en programas de radio dedicados a difundir este género musical y luego, creó una revista titulada “Tangueando”.

En 1959, con apenas 26 años de edad, Ferrer presentó su primer libro: “El tango: su historia y evolución”. Sus siguientes trabajos literarios insistirían con la temática tanguera (“Discepolín, poeta del hombre de Corrientes y Esmeralda”, “Historia sonora del tango”).

Su debut editorial como poeta tendría lugar en 1967, cuando publicó “Romancero canyengue”. Allí aparece “La última grela”, que se convirtió en un tango musicalizado por Ástor Piazzolla.

Después de publicar este poemario, Ferrer se instaló en Buenos Aires (Argentina) y comenzó a trabajar en conjunto con Piazzolla, una dupla que regaló obras como la ópera-tango “María de Buenos Aires” y los tangos “Balada para un loco”, “Chiquilín de Bachín” y “Balada para mi muerte”, entre otros.

En 1990, Ferrer logró impulsar la creación de la Academia Nacional del Tango, que aún preside. Gracias a su trabajo de difusión cultural, a los libros y temas mencionados y a otras obras como los poemarios “Loquita mía”, “Existir”, “Versos del duende” y “1.000 versos a Picasso”, Horacio Ferrer recibió dos Diplomas al Mérito del Premio Konex.



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