La ciudad de Curitiba vio nacer el 14 de junio de 1925 a Dalton Jérson Trevisan, un brasileño que ocupa un lugar destacado dentro de la historia de la literatura de su país por sus valiosos aportes.
Su pasión por la creación literaria comenzó a evidenciarse en su juventud, aunque pasarían algunos años para conocerlo como escritor de tiempo completo. Antes, concluyó la carrera de Derecho en la Facultad de Derecho situada en el estado de Paraná, tuvo su primer empleo en una fábrica de vidrios perteneciente a su familia y se desempeñó como abogado durante varias temporadas.
En abril de 1946, este intelectual a quien muchos definen como uno de los cuentistas más sobresalientes de las letras brasileñas modernas lanzó “Joaquim”, una revista que además de traducciones publicaría materiales de Carlos Drummond de Andrade, António Candido y Otto Maria Carpeaux, entre otros autores.
“Novelas nada ejemplares”, “Cementerio de elefantes”, “El pájaro de cinco alas”, “Virgen loca, locos besos”, “La trompeta del ángel vengador” y “El vampiro de Curitiba” son parte de la extensa producción literaria de Trevisan.
El Premio Jabuti, el Premio Fernando Chinaglia, el Premio Luís Cláudio de Sousas, el Premio de Literatura otorgado por el Ministerio de Cultura de Brasil, el Primer Premio Portugal Telecom de Literatura Brasileña (compartido con Bernardo Carvalho), el Premio Camoes y el Premio Machado de Assis son algunas de las distinciones que ha acumulado este escritor a lo largo de su trayectoria.
Poco y nada se sabe acerca de su vida personal porque Dalton Trevisan no suele brindar entrevistas, evita asistir a eventos y prefiere mantenerse alejado de los fotógrafos, pero su esfuerzo por defender su privacidad y tratar de pasar desapercibido no opaca su talento como escritor. Este misterioso, enigmático y reservado brasileño prefiere generar interés y ser noticia por sus libros, no por sus experiencias personales; pese a las críticas que pueda recibir por esta estrategia, a juzgar por su popularidad y la admiración que despierta a escala internacional, mal no le ha ido…
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