Gabriela Mistral

Gabriela Mistral fue galardonada en 1951 con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Ha sido asimismo la primera ganadora del Premio Nobel de Literatura de América Latina. Además de poeta, fue una destacada profesora tanto en su Chile natal como en el exterior. Existe desde 1997 en Chile la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral, así como también su imagen figura en un billete. "Desolación", "Besos", "Caricia", "Canción amarga", "Piececitos" y "Dame la mano" son algunas de sus obras fundamentales.

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Poemas de Gabriela Mistral

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Gabriela Mistral:

Besos

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Dame la mano

Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

Desolación

La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.

Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.

Caricia

Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...

Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...

El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...

Doña Primavera

Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...

No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?

¿Cómo va a encontralas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?

De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...

Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:

Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.

Adiós

En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!

Biografía de Gabriela Mistral

Nació en Vicuña (Chile) el 7 de abril de 1889, con el nombre de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayata. Era hija de la modista Petronila Alcayata, y del preceptor Juan Gerónimo Godoy, quien abandonó a su familia cuando su hija tenía apenas tres años.

Gabriela MistralLucila mostró gran vocación por la docencia. En 1904 obtuvo el cargo de profesora ayudante de la Escuela de la Compañía Baja. En 1908 se desempeñó como maestra en la ciudad de Cantera, y luego, en los Cerillos. En 1910 logró el título de Profesora de Primaria, otorgado por el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
Visitó México en el rol de educadora, y cooperó en la reforma educacional con José Vasconcelos. Estudió, en sus viajes a Estados Unidos y Europa, las escuelas y métodos educativos de esos lugares.

Entre 1933 y 1953 fue Cónsul de su país en varias ciudades, como por ejemplo, Madrid, Lisboa y Los Ángeles.

Su poesía puede calificarse como modernista, siendo mística, emotiva y centrada en temas cotidianos. Fue traducida a varios idiomas, y muchos escritores latinoamericanos, como Pablo Neruda y Octavio Paz, sintieron su influencia.

Se destacan entre sus obras: "Sonetos a la muerte" (1914), "Desolación" (1922), "Lecturas para mujeres" (1923), "Ternura" (1924), "Nubes blancas y Breve descripción de Chile" (1934). Dedicado a su madre, que había fallecido en 1929, escribió "Tala", en 1938. Le siguen "Antología" (1941), "Lagar", obra que escribe en 1954, inspirada en muchos poemas por los horrores de Segunda Guerra Mundial, Gabriela Mistral"Recados contando a Chile" (1957), y "Poema de Chile" (1967), editado luego de su muerte.

El 12 de diciembre de 1914, recibió el Primer Premio en el Concurso Nacional de Literatura "Juegos Florales" en Santiago, por "Sonetos de la Muerte", que tratan del suicidio de Rogelio Ureta, de quien estaba profundamente enamorada. Fue en este concurso donde comenzó a utilizar el seudónimo de Gabriela Mistral, en homenaje a los poetas Gabriele D'Annunzio y Frédéric Mistral.

El 10 de diciembre de 1945 se convirtió en la primera latinoamericana en recibir el Primer Premio Nobel de Literatura, de manos del Rey Gustavo V, de Suecia.

El Doctorado Honoris Causa del Mills Collage of Oakland, California, le fue concedido en 1947, y en 1951, recibió el Premio Nacional de Literatura.

El cáncer puso fin a su vida, el 10 de enero de 1957, en Nueva York.

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