La entrega del Premio Nobel de Literatura a Mo Yan reavivó la polémica internacional por la situación de los derechos humanos en China. Hubo quienes se opusieron a que el galardón fuera destinado a alguien señalado como cómplice del régimen comunista que maltrata a los escritores independientes. Mo Yan, mientras tanto, decidió mantenerse al margen de las discusiones, diciendo que prefería «escribir antes que hablar».
Las autoridades chinas no se conmovieron con los reclamos: de hecho, poco tiempo después del Nobel a Mo Yan, se supo que el poeta Li Bifeng fue condenado a doce años de prisión. El fallo de la Justicia habla de un supuesto fraude, pero el abogado defensor de Bifeng afirma que el castigo obedece a la amistad entre el condenado y el escritor disidente Liao Yiwu.
Ahora la noticia que trasciende las fronteras asiáticas es aún más preocupante. Una denuncia afirma que el escritor Nurmemet Yasin falleció hace más de un año en la cárcel debido a las torturas y que el gobierno chino oculta su muerte.
Yasin es uno de los máximos referentes de la cultura uigur, una etnia que vive en una región autónoma del noroeste chino y que profesa la religión musulmana. El poeta fue encarcelado en 2004 tras la publicación de «El palomo salvaje», un texto en el que narraba el suicidio de un pájaro después de haber sido capturado por seres humanos. Las autoridades consideraron que la obra de Yasin era una crítica alegórica al sistema comunista, recoge EFE.
Una condena a diez años de prisión, al parecer, no fue suficiente, ya que, cuando Yasin pudo comunicarse con Amnistía Internacional en 2005, denunció que estaba siendo torturado en su cautiverio. Tras varios años sin que se supiera nada de él, el abogado Teng Biao difundió una noticia escalofriante: de acuerdo a la información que maneja, sostiene que Yasin falleció en 2011 a causa del maltrato y que las autoridades ocultaron su deceso.
Catherine Baber (subdirectora de Amnistía Internacional para Asia-Pacífico) exigió a los gobernantes que informen qué ha ocurrido con Yasin, según reproduce El Universal. De confirmarse el fallecimiento, sostuvo Baber, sería una «vergonzosa muestra de la noción de justicia» en el gigante asiático. Quedará en manos de las autoridades chinas desmentir la muerte del escritor con pruebas confiables o explicar qué le sucedió en prisión.
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