«Las memorias de Mamá Blanca», de Teresa de la Parra


Con motivo del aniversario del nacimiento de Teresa de la Parra, he decidido ampliar las recomendaciones literarias de nuestro desván de los libros perdidos con una de sus obras más importantes: «Las memorias de Mamá Blanca».

En este ciclo han aparecido ya otros libros condenados al olvido, tales como «El castillo de Otranto», de Horace Walpole, «Carmilla», de Joseph Sheridan Le Fanu o «La cara del miedo», de Nikolaj Fröbenius.

A modo de semblanza

Aunque el nacimiento de Teresa de la Parra tuvo lugar en París en 1889, durante toda su vida se sintió venezolana. De hecho, fue hija de una pareja de caraqueños que se encontraba de viaje. Su padre era un cónsul venezolano. A los pocos meses de su nacimiento la familia fijó su lugar de residencia a Caracas y Teresa pasó su primera década, en la hacienda que su familia tenía en Tazón. A los trece años se mudó con su madre y sus hermanas a España, después de que su padre falleciera. Desde entonces pasó gran parte de su vida en España.

A lo largo de su obra podemos descubrir la importancia que esos primeros años tuvieron para Ana Teresa de la Parra, tal es así que los recuerdos de Tazón se aparecen en todas sus historias, y sobre todo en la que hoy les traigo «Las memorias de Mamá Blanca» donde la hacienda Piedra Azul se asemeja a aquella en la que Ana Teresa se crió.

En principio la narrativa de Teresa de la Parra se encuentra dentro del género fantástico. De hecho, sus primeros cuentos fueron breves y se apoyaron en la narrativa de la tradición persa, en cuanto a que rozaban el terreno de la fantasía y lo tenebroso sin salirse del todo de la realidad.

Su carrera literaria alcanzaría relevancia cuando su novela «Ifigenia», una de sus primeras novelas publicadas en Francia recibió considerables elogios de parte de Juan Ramón Jiménez y Miguel de Unamuno. Pero sin duda su verdadero éxito llegó con «Las memorias de Mamá Blanca», publicada en 1929, que relata la historia de una familia perteneciente a la aristocracia venezolana que vive en una realidad que se ha esfumado para siempre.

Memorias del pasado

En poco tiempo «Las memorias de Mamá Blanca» se convirtió en un clásico de la Literatura Hispanoamericana. A través de este trabajo Ana Teresa consiguió regresar a su infancia y plasmar esas sensaciones, experiencias y pulsiones primarias de una forma maravillosa y exquisita.

Asimismo, este libro puede leerse como una denuncia hacia la identidad de una sociedad tradicionalista y cerrada. Es muy interesante la forma en la que se acerca a los conflictos importantes de aquella época desde la inocencia de la infancia; desde la historia de una niña para quien el mundo resulta un bello paraíso, porque no es capaz de ver más allá. La forma en la que la sensación de bienestar propio de la infancia nos ayuda a construir barcas de apego a la vida es sumamente exquisita y pienso que es uno de los grandes aciertos del libro.

Entre las cualidades de la narrativa de Ana Teresa sería importante destacar el simbolismo con el que describe a sus personajes. En el caso de esta novela, tenemos a su protagonista Blanca Nieves que es una soñadora y recibe muchísimas burlas por eso y por su forma tan pesimista respecto al mundo. Su nodriza, Evelyn, una niña con raíces inglesas, posee el espíritu opuesto al de Blanca, es optimista y siempre quiere ir más allá, pensando en positivo. Estos dos personajes generan una tensión en la trama y consiguen llevar adelante la historia con un equilibrio y una gran habilidad.

Otros personajes para destacar de esta historia son el primo Juancho (un político entusiasta), Vicente Cochocho (el jardinero) y Daniel (un poeta soñador) que se mueven en un escenario que es muy difícil no relacionar con el realismo mágico cultivado en Latinoamérica, ya que, al igual que el resto de las obras pertenecientes a esta corriente, «Las memorias de Mamá Blanca» se apoya en esa fantasía infantil de eternidad paradisíaca, esa necesidad de mantener a salvo la infancia, ese tiempo necesario para mantenerse vivo.

Es imposible hablar de Teresa de la Parra y no referirse a su resistencia a la experimentación que la modernidad estaba implantando en la literatura latinoamericana de aquel momento. Su obra es límpida y se apoya en una narrativa que se nutre de los elementos propios de la naturaleza y de la vida venezolana y que se ofrece como una fruta madura, sin ambages, como si la intención de su escritura fuera la de hacer arte por la pasión de contar estrictamente.

Sin duda Teresa de la Parra es una autora que no podía faltar en nuestro desván, y como pienso que avanzar sobre su obra a partir de «Las memorias de Mamá Blanca» es una excelente idea, he querido incorporar a este ciclo este título. Espero que les guste.

Comentarios1

  • borage2

    EXcelente! Estoy releyendo este libro: muy encantador y te atrapa...



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