Enrique Zattara, poeta de lo indecible

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Durante el II Encuentro de Poetas Andaluces tuve el agrado de conocer a Enrique Zattara, un poeta que me ha sorprendido con su exquisita versificación. Al leerlo no he podido dejar de pensar en el mal querido pero impresionante poeta argentino Jacobo Fijman, del que ya hemos hablado en otra ocasión.

«Anatomía de la melancolía» es un libro de Zattara compuesto por dos poemarios: «Bailemos» (2003) y «Anatomía de la melancolía» (2008); en este artículo hablaremos sobre el primero de ellos. Les acerco también algunos extractos de aquellos poemas que más me han impactado. Espero que les gusten tanto como a mí.

Sobre el autor

Enrique D. Zattara nació en 1954 en Argentina y es un escritor y periodista que actualmente reside en la localidad de Torrox, en la Provincia de Málaga (España).

Ha estado siempre ligado al periodismo, habiendo sido creador de un importante diario de su lugar de residencia y colaborador de varias revistas literarias y periodísticas tanto de Argentina como de España. Actualmente dirige el programa «El ojo de la cultura», que se emite por Canal 24 para la provincia de Málaga.

Como escritor ha publicado una docena de libros entre los que se incluyen poemarios, ensayos literarios y libros de historia. En lo que respecta a la poesía, además de «Anatomía de la melancolía», ha publicado: «Desde lo más profundo de mí», «Testamento de Adolescencia» y «Omertá».

En la poesía de Zattara me encontré con dos elementos sobresaliendo por sobre todos los demás, la memoria y la palabra.

La memoria es la que traslada al poeta a otros tiempos, le devuelve al presente esa mirada lejana del pasado, impregnada de melancolía pero intacta.

La palabra, siempre esquiva, parece ser el único objetivo de la escritura, el poeta rebusca por un término a través del cual pueda explicarlo TODO; ella se funde con la memoria y lo traslada a otros espacios para nombrarlo todo, incluso aquellas cuestiones que parecen carecer de sentido.

Y, mi humildísima opinión, es que siempre consigue las palabras exactas para nombrar lo indecible.

Lo fundamental

Al leer «Bailemos» podemos acercarnos a poemas intachables como «Primera pregunta». ¿Quién se ha preguntado alguna vez por qué el tenedor se llama así y no de otro modo? Al leer este texto me he dado cuenta de lo mucho que nos perdemos, de lo pronto que nos acostumbramos al nombre de las cosas y lo poco que preguntamos.

Todo lo que nos rodea, aún aquello que parece más ínfimo e insignificante debe ser cuestionado y resignificado y aún lo que parece más evidente puede ser renombrado y comprendido desde otras ópticas, porque todo es relativo.

Zattara utiliza versos profundos y un exquisito vocabulario para acercarse a lo más puro, a la nitidez absoluta de la vida que puede percibirse en «Pilotes sin puente», un poema en el que se evidencia la ridiculez de la existencia.

Porque esa vida que consideramos compacta, fuerte, real puede evaporarse de un segundo a otro, como la luz suele hacerlo, sin dejarnos nada y haciendo que ni siquiera los recuerdos importen, ni el mar o el amor. Como si la realidad fuera algo que nunca podremos poseer o tocar; como si existiera un dios cruel que nos hubiera condenado a ver todas esas cosas preciosas del mundo pero no nos permitiera conocer jamás la razón por la que están ahí o por la cual nosotros somos.

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La memoria y las lilas

La memoria es como una enorme tela que se va tejiendo con finos elementos, insignificantes en sí pero evidentes y necesarios en el bagaje de recuerdos de una persona. En este poemario a ella se le rinde un especial homenaje, a su carácter de imprescindible a la hora de construirnos y también de efímera e inexacta, porque todo lo que recordamos es sólo real ante nuestros ojos, a través de nuestra mirada.

Un poema que me ha gustado especialmente es el que se titula «Lilas prosaicas». En él, el poeta recuerda los juegos de paleta con su hermano en el patio de su casa, y los relaciona con unas lilas: firmes y delicadas, fundamentales protagonistas de su memoria.

Me ha causado una impresión tan particular que he querido saber más sobre estas florecitas y descubrí algo que me pareció sorprendente y que podría enriquecer aún más el significado del poema.

En las doctrinas hinduistas la palabra «lila» hace referencia a un pasatiempo o juego e incluso en algunas culturas es una palabra que sirve para explicar la realidad en un espacio y tiempo determinado.

¿Cómo pueden unas florcitas tan diminutas y hasta comunes significar y contener toda la realidad? Tal vez justamente por eso, porque lo simple suele ser más profundo y conectarse más con lo esencial que lo rebuscado.

De hecho, generalmente recordamos con mayor amor esos instantes mágicos de nuestra vida, sin glamour, sin demasiados preámbulos, esas conversaciones frontales y sinceras, más que todos aquellos que se encuentran adornados con la artificialidad que la vida adulta trae consigo.

Por eso, se me ocurre que es maravilloso que el poeta haya intentado relacionar la enorme tela de sus recuerdos con un juego de paleta, en un jardín olvidado y con un hermano que ya no existe. Y estas nimias florecitas, por ser tan diminutas y simples, pueden acomodarse con su esencia perfumada en su memoria de forma indeleble.

Y no me puedo resistir, quiero compartir con ustedes un pequeñísimo fragmento que es realmente alucinante:

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Poemas de amor

Pero en este mágico poemario también hay espacio para el amor; para las relaciones donde lo que importa es el mero contacto y también para las otras, ésas que mientras duran permiten la felicidad y que, al terminarse, dejan un vacío profundo que arde y al que parece imposible poner en palabras.

Esas pasiones que tienen lugar y forma durante el día y que más tarde la noche, al caer intolerante sobre ellas, las modifica; por esa cualidad de cíclica que tiene la vida, y porque el amor, quizás por ser el sentimiento más difícil de contaminar y a la vez el más usado, no puede escaparse tampoco de ese constante ritmo.

En «Sólo un hueco en el viento» el poeta dice:

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Poesía madura y honda

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Éstas son las palabras del poeta malagueño Francisco Ruiz Noguera hacia este libro y creo que ha dado en la tecla con ellas.

Es raro que un poemario tenga la habilidad de atraparte, a no ser que se trate de un sólo poema dividido en varias partes; pese a ello, debo decir que con «Bailemos» me ha ocurrido, por eso he creído imprescindible compartir mis impresiones con ustedes.

Se trata de un libro altamente recomendable donde se encontrarán, como bien lo dijo Noguera, con un poeta absolutamente auténtico, que roza la locura por momentos, sin dejar de tener los pies sobre la tierra para hilvanar con precisión y delicadeza cada palabra.

Comentarios1

  • Elsy Alpire Vaca

    Qué hermoso artículo sobre un poeta que no conocía!!!!! Ahora, con este bello artículo sé que el insgine poeta dejó lo que todos intentamos, es decir pasar a la posyeridad a través de la poesía. Me ha ayudado mucho leer estas informaciones y me deleito captando el espíritu creador del notable poeta. Gracias.



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