El padre de la ciencia ficción. Así es como muchos lectores y expertos de la literatura definen al escritor ruso Isaac Asimov. ¿Por qué llegan a afirmar eso? Básicamente porque de la pluma y de la mente de este autor surgió un espectacular conjunto de más de 15 novelas que son básicas e imprescindibles para cualquier amante del género, que son la fuente de la que beben muchas narraciones y literatos posteriores. Nos estamos refiriendo a la gran obra titulada Serie de la Fundación, donde tienen cabida desde Yo, robot (1950) hasta En la arena estelar (1951) pasando por Preludio a la Fundación (1993).
Para todo el mundo, en mayor o menor medida y según la afición que se tenga por la literatura de ciencia ficción, Asimov es una figura reconocidísima. No obstante, eso no quita para que haya curiosidades de su vida o de su obra que no han trascendido a todo el mundo. Ahora vamos a exponer algunas:
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Parece ser que, a pesar de haber nacido en Rusia, jamás llegó a aprender el ruso. Y es que a los tres años de edad, coincidiendo con la ola de antisemitismo que se produjo en ese país, su familia decidió emprender una nueva vida en Estados Unidos. De ahí que hablara inglés y también el yidis, que era el que se hablaba en el hogar.
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Fue un niño autodidacta, que comenzó a leer a los cuatro años.
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Jamás aprendió ni a nadar ni a montar en bicicleta.
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Fue un hombre que siempre defendió los derechos de la mujer, que también estaba a favor de la homosexualidad y que se declaraba ateo.
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La primera publicación que le granjeó un gran éxito fue la novela Anochecer (1941), que le hizo comenzar a ser un referente dentro del género que nos ocupa. Es más, ese trabajo está considerado una obra maestra.
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Se casó en dos ocasiones y en los dos casos conoció a sus mujeres de maneras originales, cuanto menos. A la primera, Gertrude Blugerman, la conoció en una cita a ciegas y a la segunda, a la escritora Janet Oppal Jepson, firmándole un autógrafo.
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Sufría acrofobia, que es el temor patológico a las alturas. Tanto es así que únicamente realizó dos viajes en avión en toda su vida.
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Isaac Asimov también padecía claustrofilia, que es el amor a los espacios muy pequeños y sin ventanas.
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Se le considera, entre otros términos, el inventor de la palabra robótica.
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No hay que olvidar tampoco que está considerado como el único escritor que, hasta el momento, ha escrito obras para nueve de lo que son las diez clases que dan forma al llamado Sistema Dewey de Clasificación (CDD).
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Aunque su obra fue realmente prolífica y de gran calidad, siempre manifestó que el libro del que se sentía más orgulloso era de Los propios dioses (1972).
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En la década de los años 60, en plena Guerra Fría, el FBI llegó a sospechar que Isaac Asimov era un espía ruso que se daba en llamar ROBPROF.
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Admiraba de manera profunda a J.R.R. Tolkien.
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En el año 1981 se decidió que un asteroide fuera llamado por su nombre, Asimov.
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