Buenos Aires en la literatura

La semana pasada hemos comenzado con este ciclo que llamamos «Ciudades en la literatura» hablando del lugar que se le ha dado a Madrid en ella y de diversos textos que acontecen en esa ciudad. Hoy hablaremos de Buenos Aires, espero que les guste.

Mágica Buenos Aires

Para los porteños su ciudad tiene algo que los estremece, que los hace amarla; para los provincianos (entre los que me incluyo) es el símbolo del progreso, de las oportunidades y la amamos por eso; para los extranjeros es un sitio único al que la mayoría desean visitar… Para la literatura, Buenos Aires es mágica, escenario de fantásticas historias, cuna de innumerables escritores que han regalado sus obras al mundo, enriqueciendo las letras hispanas.

Si buscas la historia de Buenos Aires encontrarás que fue fundada por Pedro de Mendoza en 1536 y refundada luego de su destrucción, por Juan de Garay en 1580; sin embargo, ¿cuánto hay de real en esto? ¿cómo puede decirse durante años que una ciudad fue fundada por un hombre? La verdad prefiero decir que en 1536 se estableció que ese lugar donde muchas personas vivían, compartían su cotidianidad y sentían que era su sitio en el mundo, se llamaría Buenos Aires y puede que un tal Mendoza haya sido quien en un acto público así lo haya expresado. Cambia un poco la historia ¿no creen?

Decía que Buenos Aires ocupa un espacio único en la literatura, casi mágico, es un espacio que despide aromas, ternuras, nostalgias, melancolías y que a través de fabulosas historias se te mete en la piel y te hace estremecer.

Un hombre llamado Buenosaires

Uno de los nombres que probablemente surja en primer lugar será el de Leopoldo Marechal, a quienes sus amigos llamaban «Buenosaires» por su forma de expresarse tan típica de esta ciudad. La mayoría de sus novelas transcurren en esta ciudad, sin embargo citaremos tan sólo una de ellas, quizás la más famosa de sus obras «Adán Buenosayres», la cual es considerada como una de las más grandes novelas argentinas.

Esta historia se sitúa en la capital porteña y comienza con el entierro de Adán, realizando una descripción exhaustiva de la ciudad, los barrios arrabaleros y su gente. Está llena de símbolos y aspectos literarios, por ejemplo varios de los personajes, esos amigos de Adán que se encuentran en el entierro están inspirados en algunos escritores argentinos que fueron compañeros de Marechal en el grupo Martín Fierro, por ejemplo Pereda representa a Jorge Luis Borges, el petiso Bernini a Raúl Scalabrini Ortiz y Samuel Tesler a Jacobo Fijman, entre otros.

Marechal hace una descripción intensa de esa Buenos Aires de 192.. Con precisión y un exquisito uso del vocabulario permite que nos acerquemos a esa metrópoli donde la industria y el comercio regulan la vida de la sociedad; nos muestra sus calles donde el humo de las chimeneas en los barrios fabriles parece darle un aspecto particular al barrio, la vida del barrio depende de él, y en aquellos más céntricos el ruido de las cajas registradores y del movimiento de los comercios es el que permite entender la existencia.

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Sábato y el Parque Lezama

Seguramente para muchos Sábato es uno de los escritores que mejor han sabido pintar Buenos Aires, en sus descripciones podemos encontrarnos con un autor apasionado por esta ciudad. De sus libros el que más recomiendo, uno de mis textos de cabecera, es «Sobre héroes y tumbas», donde el autor nos acerca a una ciudad que despide nostalgia y cierta tristeza.

El Parque Lezama es uno de los escenarios más presentes en esta obra, de hecho la misma comienza allí y lo hace de una forma rotunda, preciosa, única. A él recurre Martín, el protagonista de la historia, en busca de tranquilidad, para aclarar sus pensamientos y para intentar comprender aquellas cosas absurdas que le suceden, como su extraña relación con Alejandra y su extravagante familia.

A diferencia que en Marechal, en Sábato Buenos Aires despierta una tristeza infinita, la cual puede percibirse a lo largo de las estaciones, a través del color de las hojas, de los cambios climáticos…

Gracias a esta obra podemos analizar aspectos profundos de la existencia, como los miedos que entorpecen al punto de impedirnos diferenciar entre aquellas personas que nos van a hacer daño y las que han nacido para salvarnos, las imposiciones familiares y sociales y la existencia de una realidad que nos es ajena, que no somos capaces de comprender pero que está ahí, aguardando, intentando corromper aquello que más nos importa. Podría estar horas hablando de esta novela, ¡me parece indispensable! pero mejor lo dejo para otro artículo, así no se me aburren ;-).

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Borges, Wast y María Elena Walsh

Son muchísimos los autores que se han enamorado de esta ciudad y la han requerido como escenario para sus obras, algunos argentinos, otros extranjeros; porque para que un lugar te cautive y quieras escribir sobre él no es estrictamente necesario que hayas nacido bajo sus faroles.

Algunas obras que transcurren en esta ciudad son «La muerte y la brújula» de Jorge Luis Borges, «Miryam la conspiradora» de Hugo Wast, «Rayuela» de Julio Cortázar , «La invasión» de Ricardo Mariño y «Paloma son tus ojos» de Eduardo Dayán.

Para cerrar este artículo de ciudades quiero compartir con ustedes un fragmento de un poema de Maria Elena Walsh, otra impresionante autora a quien esta ciudad ha servido de fuerte inspiración, y no sólo ella como espacio arquitectónico, sino también su historia, su gente, su cultura…

Espero que les haya gustado el texto y el próximo viernes les traeré una nueva ciudad. Como ya se los he dicho, háganme saber si les interesa que escriba sobre alguna ciudad en particular. ¡Buen fin de semana para todxs!

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Comentarios2

  • esthelarez

    me ha gustado muchísimo la información presentada de esta mágica ciudd.

    solo me resta sugerir, para estos espacios, estudiar la posibilidad de incluír un vídeo donde se pueda apreciar algunos sitios que caractericen tales urbes, preferiblemente donde se reunan artistas, poetas, danzantes...

    Felicitaciones.

  • Norge

    BUENOS AIRES



    Íbamos ”Corriente” abajo una de esas tardes en la que el sol se detenía a mirarse un rato más en tus pupilas. Insististe en que me tomara esa foto casi impersonal. Acepté sólo para complacerte, sin saber que en ese capricho tuyo estaba la única posibilidad de conservar éstos ojos de papel con los que te observo cada jueves, en nuestra querida plaza.


    Jorge Brandoni (1954-¿1978?)



    Un día voy a dominar el bandoneón o a aprender los pasos del tango, para llevarte calle arriba en busca de un café, donde este Borges rumiando algún poema. Te lo prometí, ¿recuerdas? Tú, me ofreciste un dúo con Lamarque, para inaugurar como cada noche el Madreselva nuestro de cada día y de cada cosa y de cada parque donde nuestros amigos solían pasear, ajenos al rostro que tras la máscara del mundial de fútbol, ocultan las garras propias de toda dictadura.
    Nuestra esperanza se extendía más allá de Maradona. Más que una Copa del mundo, soñábamos entonces un país, cuando aparecieron ellos con sus metralletas, y nunca jamás ha vuelto a detenerse el sol a mirarse un rato más en tus pupilas.

    De mi libro: Es la hora de los hornos. (inédito)



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