Entrevista de la revista literaria Remolinos

Entrevista de la revista literaria Remolinos
Al poeta André Cruchaga.
A cargo de Paolo Astorga

¿Desde cuándo comenzó a escribir?
Comienzo a escribir como mero ejercicio lúdico, sin pretensiones literarias, alrededor de los catorce años. Pero antes que escribir, estoy enfrascado en explorar el mundo a través de la lectura. De manera que leo sin hacer mayores discriminaciones entre autores, istmos, movimientos, aunque siempre me identifiqué con los movimientos de ruptura, de vanguardia. Soy parte de una generación, como muchos poetas o creadores de América Latina, de los dos grandes bloques hegemónicos (ahora extintos), la Guerra Fría, etc.

¿Qué es para usted la Poesía?
Mira, yo soy un poco parco y torpe para esto de las definiciones; pero para satisfacer tu pregunta, respondo de la siguiente manera: La poesía es el rostro de las emociones; un pájaro que emerge de nuestro pecho buscando su propio vuelo; el silencio que nos asedia y lo volcamos en palabras; un cuerpo largamente extendido sobre las sábanas del alfabeto; una sombra apretando lo furtivo de la luz; un relámpago dibujando disonancias; la partida de muchas pérdidas interiores; el ojo que mira el mar colgado de las olas; una grieta sangrando en el cuerpo; un barco que encalla o naufraga en el olvido; un largo bostezo del pensamiento desparramado en el silencio; una procesión de otredades circulares; un pájaro que hipnotiza los sueños con su vuelo; ese parpadeo de las palabras saltando del diccionario; un monólogo que toma forma de diálogo; un follaje donde las garzas traducen la clorofila en ojos y oídos; una roca que muestra su misterio saltando del abismo a los espejos; un reloj cuyas agujas marcan los latidos del alma; la mirada que nos negamos a dar de frente; una sombra dibujada sobre el arco iris de los trenes; otro cuerpo respirando como el hombre…

Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.
En realidad no tengo mucho que contar a parte de lo dicho en mi poesía. Estudié docencia y he ejercido durante treinta años. Los proyectos, si es que puede llamarse a sí al anhelo supremo de editar mi obra, si los hay: publicar hasta ahora mis 15 libros inéditos. Si es bueno acotar, sin el más mínimo grado de petulancia que soy un poeta disciplinado: no escribo sólo el fin de semana. Diariamente me ejercito en estos malabarismos del oficio. Luego viene la parte de la autocrítica y el pulimento de la obra. En mi país el escritor Waldo Chávez Velasco, quien estudio y vivió largo tiempo en Italia, Francia, España, etc. Me enseñó tres cosas importantes que valen en este oficio. La propensión para el oficio, una experiencia de vida y una experiencia de cultura.

¿Cómo define su poesía?
Una conciencia plenamente conciente del yo y del tiempo. Aunque a menudo sombría por los sucesos diversos que me ha tocado vivir: familiares y políticos. Mi poesía es una poesía comprometida, hermética a menudo, existencial. Hay en ella grandes influencias de kierkegaard, Albert Camus, Jean Paul Sastre, etc. En síntesis puedo definir mi poesía como hermética, de denuncia…

¿Cómo ve la nueva poesía de estos últimos tiempos?
Hay tantos experimentos interesantes y novedosos. En todas partes del mundo el talento es increíble. Ahora bien, siempre se habla de nueva poesía en contraposición a aquella ya establecida. Sobre este particular curiosamente he recordado algunos de los postulados de Ortega y Gasset, publicados inicialmente en la Revista de Occidente, pero después editados por Alianza Editorial de Madrid, me refiero A LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE. Dice ortega que “la esencia del arte no cambia. Toda renovación es cambio de estilo”, con lo cual estoy totalmente de acuerdo, porque en esencia los grandes temas abordados por los creadores de todos los tiempos son los mismos; cambia la manera en que se aborda o se construye la imagen o la metáfora: recordemos a los simbolistas, parnasianos, surrealistas o cubistas, cada una construye a partir de un estilo particular; pero el tema de la muerte, del amor, de la soledad, la denuncia, etc. Están ahí porque son las chispas incesantes de la creación.

¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?

Mira, esto del compromiso también ya está a punto de jubilarse. Bromas, claro. Por largos años, aun antes que Rubén Darío fuera Rubén Darío esta situación del compromiso ya era punto de discusión en los círculos de intelectuales sobre todo de izquierda (Vallejo, Neruda, Huidobro…); pero desde luego, cobra fuerza si mi memoria no me falla desde la Revolución Cubana. Fue memorable aquella discusión que mantuvieron “Los representantes del Boom Latinoamericano”. Creo que no hay arte sin compromiso; no hay literatura sin compromiso con la cultura, con la sociedad de un entorno particular. La literatura debe dar testimonio de todos aquellos fenómenos sociales acaecidos en un momento determinado, debe denunciar, sensibilizar y humanizar conciencias; pero no creo que pueda ni sea su misión cambiar regímenes políticos.

¿Cuáles son los autores que influyen en su obra?
Yo diría que los poetas que influyeron en mi etapa inicial, en aquella, donde uno se nutre de esa experiencia de cultura para adquirir el dominio de la técnica fueron, sin duda alguna Neruda, Vallejo, Huidobro, algunos poetas franceses surrealistas y, la Generación del 27 de España como los poetas de la posguerra. En mi país con más sentido crítico que influencia: Roque Dalton y David Escobar Galindo.

¿Qué libro nos recomendaría leer?

En realidad más que recomendar, invitaría a que releamos a Trilce, Poemas Humanos, Canto General, Altazor y además la obra completa de César Moro, José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Roberto Fernández Retamar, Roberto Juárroz, Saint J. Perse, Paul Eluard, Borges, Luis Cardoza y Aragón. Estos son indispensables y tantos otros que es difícil mencionarlos de un plumazo, sopena de atentar contra la diversidad de gustos. En síntesis lo importante es como identificar en cada país los pilares literarios fundamentales.

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a través de los años?
Mira lo que sucede es sencillo. Escribir es un oficio y uno con el trabajo permanente, no sólo pule la técnica, sino el lenguaje ya por su natural evolución, ya por su intencionalidad creadora. La mejor manera de entender esto es agarrar la obra completa de cualquier poeta. Uno también hace un ejercicio de depuración. Uno pasa por todo un proceso evolutivo de madurez creadora. Esto lo da la edad y la lectura incesante. En el caso de uno, a parte del deber lúdico de leer, está la responsabilidad de leer para seguir aprendiendo nuevos técnicas, recursos. Este es un oficio delicado, responsable con uno y para con el lector. Yo por ejemplo, eché al cesto de la basura una cantidad de poemas que ni te lo imaginas, porque sencillamente estaban mal escritos; ahora mismo no estoy seguro de que lo publicado esté bien escrito. Antes de publicar, para no arrepentirse, uno debe dejar reposar la obra…

¿Qué hace antes de escribir?
Nada en particular. En mi caso concreto yo creo en mis propios fantasmas. Escribo bajo cierta atmósfera de automatismo. Pero también cuando el subconsciente se ha nutrido de una variedad de imágenes, de contenidos del entorno. A veces de manera afiebrada he escrito de un solo “jalón” un poemario, aunque ello implique después todo un trabajo racional de depuración.

¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Como autor qué soluciones le daría a este problema?
Mal. Yo no veo en ninguna parte que el capital esté al servicio de la literatura, es decir, a disposición del artista para publicarle. Cada quien está publicando por su cuenta. Y eso es nefasto y despreciable. Ni siquiera las editoriales estatales lo hacen de manera genérica y desinteresada. Con frecuencia se le publica al que es amigo del gobernante de turno o al que tiene influencias políticas. Esto pasa, creo, en todos nuestros países de América en mayor o menor grado.

¿Cree en los concursos o certámenes literarios?

Creo en ellos en la medida que te dan a conocer, y hay de por medio algún dinero. Al margen de estos dos aspectos, ganar o no ganar no te hace mejor ni peor. A menudo los certámenes están viciados, son manipulados. Personalmente raras veces he participado en ellos, precisamente por la enorme dosis de subjetividad que encarnan.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas literarias, blogs, páginas sobre literatura?
Mira, todo este fenómeno de las tecnologías de la comunicación e información le han dado un giro insospechado a la humanidad. Las distancias ya no aniquilan; el aislamiento, al menos en esto que estamos tratando es casi nulo. El Internet es una poderosa herramienta y sin duda ha contribuido a la difusión de la literatura. Escritores antes desconocidos, ahora es posible leerlos en lugares remotísimos de nuestro universo. Sin embargo, se corre el riego si no hay honradez y alta moral del lector, de la apropiación indebida e inclusive del plagio.

Dos poemas

Estación de catacumbas

“…quema su obstinación…
Como papeles de estupor histórico”…
David Escobar Galindo

Como los dioses de los antiguos imperios,
Asoman implacables en las ventanas,
Fantasmas de hoy, cómplices de sombras,
Desdibujando el rocío de las sienes
Para que reine el iris árido de este cosmos,
Vida de museo donde la noche arrima
Desollados cuerpos, sótanos de próspero crepúsculo,
Calles con inalcanzables muros,
Fronteras donde el mar sube a las pupilas,
Y los navegantes se ahogan en el espejismo,
Desorden impuesto por el mimetismo de los disfraces.

Cuando el tiempo se vuelve huraño y oscuro,
Y el arroyo del vitral, mutismo,
Y la palabra se adhiere a la zarza del escombro
Y la oscuridad se torna sahumerio
Y el agua no sofoca el pozo del erial
Y el camino arde en los ecos de la conciencia
Y no hay arrullo visible, ni un candil
Para habitar los espejos,
Y la respiración deambula como luciérnaga
En la huella de mil papeles,
El hálito ha caído en el vacío y la hoja del aliento
A los vagones de un tren desvencijado.

Cuando las manos deshojan los vitrales
Y el íntimo alero de los astros roto,
Vivir es un prodigio. Una posibilidad
Frente al imán de la almohada.
Cuando las claves del sosiego desaparecen,
Y la ilusión animada del instante no cuenta,
Y el chubasco de la saliva es fuerte,
La eternidad se convierte en tímido guerrero,
Crepúsculo de transfigurados ausoles,
Rendija del miedo, bóveda de lacrada hojarasca,
Reloj de monásticos presagios,
Rumor desviviendo los pabilos de las lámparas.

Cuando esta suma de la muerte en su trayecto
No cesa,
Y los vientos de la pólvora tampoco callan,
Y la filosofía del miedo suspira en la savia,
Y el vuelo termina en velas y candelabros,
La vida ya no es posible, porque nadie vive
Sin la beatífica túnica de la armonía,
O en el claustro desnudo de la diáspora.
Cuando el dolor es urgida amenaza,
Y progresiva la tribulación en las sienes,
Un refugio es la hospitalidad más diáfana…
©André Cruchaga,
Barataria, 27. 09 de 2006,
Del libro: Caminos cerrados.

Fuerza del escombro

No es fiable la ciudad, la casa, la ventana;
Nadie duerme ni se acuesta tranquilo
En su cama sabiendo que el vilo
Es el propio salvavidas ante el huracán
De la estafa, el asalto y el secuestro.
En el tranvía del sueño hay borrosas fantasías;
Las lianas del crimen supuran dolor.
Amanece y ya en los espejos de la bruma
Está esa ansiedad de desvivirse. En cada calle,
Uno descubre el duelo como nutritivo alimento,
El reloj del anhelo inválido, la respiración
Cruzando oscuros tapiales de adobe,
La fuerza del escombro asumiendo su propia hazaña
De hacer migrar la vida hacia el vacío.
Hoy es una aventura peligrosa vivir aquí:
La urgencia diaria de los párpados abiertos,
El laberinto de los portales arreciando los latidos,
La calle con su larga fatiga de hormigas carnívoras,
La brasa de la aflicción quemando el rocío,
La libertad olvidada en un cuaderno de balastos,
La vena transformada en espesa maleza.

En cada esquina cae la vida como gota de agua
Del tejado;
Nadie se atreve a construir la verdad,
Ni recobrar la serena brújula del alba,
Ni ser memorable rendija por donde la luz
Transforme esta sed en oasis de cábalas.

La noche arrecia y la vida resiste cuanto puede.
Crece la confusión al observar el mundo:
La nada aflige con sus rincones de polilla,
La hoguera brota como áureo incienso,
La ley es una feliz ausencia; en torno a ella
Se pasean los vitrales de la impunidad
Y las amnésicas paradojas de la ciudadanía.

En este tiempo sitiado por ventanas afónicas,
El aroma del buen augurio deja de ser alacena
Para convertirse en victoria de espinas.
Uno aprende, sin embargo, a abrir los ojos,
A respirar internamente en lo oscuro,
A sortear la babel de los espectros,
A salir a la calle y caminar con el miedo,
A alternar entre el nicho y el cadáver,
A ser otro helecho supurando ansiedades,
A ser otro ojo tendido sobre la ceniza
De este tránsito histórico.
©André Cruchaga,
Barataria, 28. 09 de 2006,
Del libro: Caminos cerrados.

Revista Remolinos

Más información sobre André Cruchaga

Comentarios2

  • Paolo Astorga

    un saludo eterno para a Andre Cruchaga y a Poemas del Alma por difundir mi humilde trabajo literario. Gracias.

  • juan pomponio

    Estimados amigos de las Letras:

    Les escribo para comunicarles de la I Gira Americana "Huellas de Fuego" (Juan Pomponio) que lleva más de cinco meses viajando en buses, carros, motos y diferentes medios de transporte por los países hermanos de Chile, Perú, Ecuador, Colombia y actualmente en Venezuela. Quiero dejarles la dirección de la web para que, si pueden, vean un poco del periplo poético a través de los diferentes pueblos y ciudades de la bella América del Sur.

    www.laaventuradejuanpomponio.blogspot.com
    www.juanpomponio.com.ar

    Todo lo mejor para ustedes y gracias por la atención.

    Atentamente

    Juan Pomponio



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