Colección reservada de sonetos votivos (X)

Tomás Segovia

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Tu carne olía ricamente a otoño,
a húmedas hojas muertas, a resinas,
a cítricos aceites y a glisinas
y a la etérea fragancia del madroño.

Hábil como una boca era tu coño.
Siempre había, después de tus felinas
agonías de gozo, en las divinas
frondas de tu deseo, otro retoño.

Te aflojabas de pronto, exagüe y yerta,
suicidada del éxtasis, baldía,
y casta y virginal como una muerta.

Y poco a poco, dulcemente, luego,
absuelto por la muerte renacía
tu amor salvaje y puro como el fuego.

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Comentarios2
  • isveifer

    LA RELACION POR PRIMERA VEZ ES UNA EXPERIENCIA INOLVIDABE PERO EN ELCASO DEL AUTOR EL SUPO DESIR A SU MODO --------------- ESTUVO BUENO
  •  
    Carlos Manuel Larrea Un soneto perfecto!
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