Mucho ruido y pocas nueces, de William Shakespeare

Entre las múltiples alternativas que uno tiene a su alcance en la actualidad para deleitarse con el talento de William Shakespeare, muchos admiradores de este genial dramaturgo, poeta y actor inglés que nació en Stratford-upon-Avon el 26 de abril de 1564 eligen aquellas comedias que aún inspiran adaptaciones y representaciones teatrales en diversos puntos del planeta.

Mucho ruido y pocas nuecesUna de las propuestas que más entusiasma, por ejemplo, es «Mucho ruido y pocas nueces», un material creado hacia el año 1598 (época para la cual Shakespeare ya tenía en su haber títulos como «Tito Andrónico», «Romeo y Julieta» y «Trabajos de amor perdidos») que comenzó a popularizarse a partir del 1600.

Esta obra que surgió poco después del lanzamiento de «El sueño de una noche de verano» y «El mercader de Venecia» busca cautivar al lector/espectador valiéndose de pasajes/escenas entretenidos y repletos de enredos donde se hace referencia a la importancia del amor y se dejan al descubierto algunas emociones y conductas sociales vinculadas a la frivolidad.

Si han oído, en distintas etapas de su vida, buenos comentarios sobre «Mucho ruido y pocas nueces» pero todavía no han tenido la oportunidad de apreciar por sí mismos la historia de Beatriz y Benedicto, a la hora de apostar por una nueva opción de lectura recuerden la existencia de este libro que, pese a su antigüedad, aún conserva la capacidad de brindar diversión y generar interés en una gran cantidad de personas.

En caso de no conseguir un ejemplar del trabajo original, no olviden que también es posible conocer esta historia en el ámbito teatral y a través del séptimo arte ya que, tal como sabrán muchos de ustedes, además de haberse efectuado numerosas traducciones de este popular relato, «Mucho ruido y pocas nueces» fue llevada al cine y representada en teatro con gran éxito.



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