Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
Volver a
Miguel de Unamuno
Comentarios9
pues de no existir Dios, tampoco existiria el ateo.
Buen poeta, sabios versos.
Lena
Un descreído de si mismo como debe ser.
Era tan ateo que descreía del descreimiento
Debes estar registrado para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.