Humberto Ak-Abal

Humberto Ak'Abal es un poeta guatemalteco, nacido en el municipio de Momostenango en el año 1952. De ascendencia maya, vive en íntimo contacto con sus raíces, tanto ideológica como culturalmente. En el año 2003 se le otorgó el Premio Nacional "Miguel Ángel Asturias" de Guatemala pero, para sorpresa de la prensa, lo rechazó públicamente; sus razones, comprensibles y dignas de una persona fiel a sus convicciones, fueron que el autor cuyo nombre representaba el premio había escrito una tesis en la que los pueblos aborígenes eran criticados injustamente. Por otro lado, ha aceptado varios reconocimientos, tales como el Quetzal de Oro y el Diploma Emeritíssimum.
La obra de Ak'Abal es profunda y sencilla, invita al hermanamiento y a la aceptación, y mezcla con éxito elementos de su cultura y su lengua con los de las sociedades modernas. Entre sus publicaciones, se encuentran los poemarios "El animalero", "Lluvia de luna en la cipresalada" y "Las Palabras Crecen", y los libros de cuentos "Grito en la sombra" y "De este lado del puente". De las poesías presentes a continuación, "Camino al revés" y "El fuego" son claras muestras del tono que poseen sus versos, que abordan cuestiones tan importantes como los principios y el respeto de una manera sutil pero impactante.

Poemas de Humberto Ak-Abal

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Humberto Ak-Abal:

Camino al revés

De vez en cuando
camino al revés:
es mi modo de recordar.

Si caminara sólo hacia delante,
te podría contar
cómo es el olvido.

Canto teñido

Las hojas de los árboles
tiñen la voz

Por eso
el canto de los pájaros
es verde.

Dos lágrimas

Cuando nací
me pusieron dos lágrimas
en los ojos
para que pudiera ver
el tamaño del dolor de mi gente.

El fuego

El fuego
acuclillado
apaga la tristeza del leño
cantándole
su ardiente canción.

Y el leño
lo escucha
consumiéndose
hasta olvidar
que fue árbol.

El triste

Yo prefiero ser triste.

De la muerte sólo me separa
el silencio.

¡Ay, de los alegres!

Para llegar a la muerte
tienen que pasar por la tristeza.

Piedras

No es que las piedras sean mudas;
sólo guardan silencio.