Washington Irving, el eterno viajero

Libros de viajes han existido, y existen aún, muchos a lo largo de la historia. Sin embargo, destacan los realizados por un autor americano pues no son las típicas obras de viajes al uso aunque, del mismo modo, sí nos acercan diversos rincones mágicos del mundo. Estamos hablando de Washington Irving, un autor que con sus situaciones y descripciones nos hace sentir que estamos donde narra, que podemos oler las flores que se encuentra a su paso o que nos empapamos de la lluvia de la que intenta refugiarse.

Y es que si se ha convertido en una pieza clave de la literatura universal y en concreto de la del siglo XIX es gracias ante todo a la calidad de su prosa y a su forma diferente de sentir y de transmitir sus viajes por todo el mundo.

Y es que si algo le fascinaba era conocer las ciudades, los pueblos. Así precisamente lo exponía él mismo con estas palabras: “siempre me ha gustado visitar nuevos escenarios y observar extraños caracteres y costumbres”.

Por diversos países y ciudades transcurrió su vida y su deambular, sin embargo, dos fueron las urbes que llevaba en su corazón: una su tierra natal, Nueva York; y la otra la que lo enamoró, Granada. Sobre ambas escribió varias obras que precisamente fueron las que lo encumbraron.

Uno de los libros que es ejemplo de ello es Cuentos de la Alhambra. En el año 1832 fue cuando vio la luz este trabajo en el que da a conocer al gran público no sólo la belleza de la tierra nazarí sino también un conjunto de leyendas y relatos tradicionales.

Todos ellos los escribió y recopiló Irving durante los años, de 1826 a 1829, que permaneció en Granada trabajando como agregado de la Embajadade Estados Unidos.

Bellas historias las que se encuentran en esta obra que merece la pena conocer no sólo para descubrir el estilo del escritor sino también para dejarse enamorar por la bella y mágica Granada.

Nueva York, fuente de inspiración

La ciudad que nunca duerme o la GranManzana. Estas son las definiciones que se le dan a Nueva York, la urbe que inspiró a Irving en diversas ocasiones a lo largo de su carrera y en concreto en una obra: Cuentos del viejo Nueva York.

 

En este libro recoge varias historias que tomaron a esta población como escenario, historias influenciadas por el pasado colonial holandés de la misma o cargadas de imaginación y fantasía. Entre ellas destacan dos especialmente: Rip Van Winkle y La leyenda de Sleepy Hollow.

El primero de los citados es un cuento que tiene como telón de fondola Guerra de Independencia de los Estados Unidos y que narra la peculiar situación de un hombre que se pasa dormido veinte años. Al despertar comprobará con asombro como ha cambiado todo a su alrededor.

El segundo relato, por su parte, gira entorno a la figura de Ichabod Crane, un profesor que es perseguido por un jinete sin cabeza (fantasma de un soldado decapitado durante la citada Guerra de Independencia) y que desaparece tras ese encuentro.

Como decíamos, Granada y la conocida ahora como ciudad de los rascacielos fueron las dos urbes que le enamoraron y marcaron su vida personal y profesional, y ambas las reunió en el libro De Nueva York a Granada: cuentos y leyendas.

En él recoge un sinfín de historias relacionadas con los rincones más especiales de cada uno de dichos núcleos de población, lugares que han sido testigos mudos de apasionados romances, de momentos históricos.



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