Raymond Carver: Bloody Mary y Literatura

Raymond Carver: Bloody Mary y LiteraturaMuchos escritores consagrados han sido también grandes bebedores. William Faulkner, Charles Bukowski, Elizabeth Bishop, Dorothy Parker, son algunos de los nombres que han pasado ya por este ciclo de literatura y alcohol. Hoy le toca el turno a Raymond Carver, un asiduo bebedor de Bloody Mary para quien el alcohol resultó un necesario espacio de supervivencia. No obstante, a diferencia de otros autores alcohólicos Carver no asumía una relación mística o romántica sino más bien jocosa.

El alcoholismo en Carver

Entre los escritores de la Generación Perdida muchos (la gran mayoría) eran alcohólicos; tal es así que muchos se refieren a este período literario con la denominación «Generación Mojada». Sus estilos literarios a su vez presentan puntos en común; no sólo destilan alcohol sino que también transmiten esa tristeza vital y universal tan representativa de esa época. Una colección de autores que se sentaban a escribir con la decepción mordiéndoles el cuello. Raymond Carver fue uno de esos autores, quien mitigaba ese dolor y esa frustración con litros y litros de alcohol.

Raymond Carver nació el 25 de mayo de 1938 en Oregón en el seno de una familia de clase media-baja. De su padre adquirió el gusto por la bebida (trabajaba en un aserradero y la mitad de los días llegaba más tarde de lo usual a casa, porque se quedaba bebiendo en solitario o con sus compañeros de trabajo); de su madre, quizá, haya aprendido a mantener a raya el sufrimiento para salir adelante. Ella lo hacía poniendo su mejor cara mientras trabajaba de camarera, Carver escondiéndose detrás de personajes variopintos y revolucionando la literatura de su tiempo.

La pasión de Carver por la literatura comenzó a edad temprana, casi al mismo tiempo que la consciencia de pobreza y tristeza, y la sensación de que ambas venían extrañamente enlazadas. Sus primeros relatos ya cuentan con un peso demencial de esas tristezas cotidianas a la vez que se hayan escritos en un lenguaje directo y sin arabescos.

Carver fue una de las figuras ineludibles del realismo sucio americano, compañero de barco de Richard Ford y Tobías Wolff y uno de los que mejor supo trabajar el paso del tiempo en los personajes, basándose en los detalles pero apostando por un estilo conciso y torpemente directo. Uno de los elementos más representativos de su obra es el protagonismo de personajes provenientes de las clases más desfavorecidas, a través de los cuales pudo poner en palabras muchas de las dificultades que fueron parte de la vida cotidiana durante su primera infancia.

Raymond Carver: Bloody Mary y Literatura

Carver, el alcohol y el realismo sucio

Ser el padre del realismo sucio supuso dos cosas para Carver: haber sido un escritor con un brillo diferente y con el deseo de establecer su propio camino, y, además, haber tenido un pasado en el que le costaba reconocerse y del que se escondía detrás de la bebida.

Su relación con el alcohol comenzó casi al mismo tiempo que lo hizo la que mantuvo con John Cheever. Se conocieron en la Universidad de Iowa. Compartían residencia y noches de largas charlas donde los demonios personales y literarios se paseaban por la mesa y los inducían a la bebida. Después ambos siguieron escribiendo, y bebiendo. Y aunque Cheever hizo sus intentos por dejar este vicio, y acudió a reuniones de Alcohólicos Anónimos, Carver no tenía intenciones de abandonar la bebida, todavía.

Sin embargo, mientras Cheever decía que era capaz de reconocer «la inspiración alcohólica», que le llevaba a escribir, a Carver no le ocurría esto. Su relación con el alcohol era más una fuga emocional que la búsqueda de un estado intelectual para conseguir la inspiración literaria.

Raymond Carver: Bloody Mary y Literatura

En su libro «Instead of Dying», la escritora Tess Gallagher escribió acerca de la relación de Carver con el alcohol y sobre cómo fueron sus últimos años en completa sobriedad. Aquel hombre que durante años se había decantado por una vida desordenada y alcohólica, en determinado momento se vio obligado a reconocer que si continuaba así lo que hallaría sería la muerte; y entre morir a causa del alcohol y vivir, se abrazó a la vida. No obstante, ya había construido algunos de los personajes más representativos de la literatura americana de su época y le había dado al alcoholismo un protagonismo rotundo en su obra.

Gallagher, quien estuvo casada en Carver y lo acompañó durante sus últimos años de vida, asegura en ese libro que lo único que quedó de aquella relación entre Raymond y la bebida es ese rastro presente en sus personajes, poemas, relatos y textos, que sirven para conocer en profundidad el drama que vivió aquel escritor, y las dificultades que supuso para él sobrevivir a su pasado.

Quizá parte del deseo de Carver era terminar sus días como su amigo Cheever, con la pureza del aire entrando en su organismo y el deseo de extender esa sensación por mucho tiempo más. La última década de su vida, de hecho, la transcurrió en la más absoluta sobriedad. De todas formas, no podemos dejar de pensar en él cuando viene a nosotros esa extraña relación histórica entre literatura y alcohol.

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