Paul Verlaine y el simbolismo francés

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En la literatura hubo muchos períodos cruciales, que marcaron un antes y un después proyectando las futuras obras hacia formas diversas y colores particulares.

El simbolismo es, sin lugar a dudas, uno de los grandes hitos sin el cual la poesía no sería para nosotros lo que hoy significa. Y a Paul Verlaine, uno de los mayores propulsores de esta corriente, es a quien le debemos esta popularidad que introdujo el idealismo de forma rotunda en la lírica.

Un hombre fragmentado

Paul Verlaine nació en Metz en 1844 y se lo conoce como uno de los más selectos nombres del simbolismo francés, precursor del decadentismo; el único de su generación al que podría considerarse impresionista.

Su primera obra se tituló «Poemas saturnianos» y fue publicada en 1866, mientras trabajaba como escribiente en un periódico de París. En la misma puede notarse una fuerte influencia de autores como Charles Baudelaire. Posteriormente vieron la luz «Fiestas galantes» y «La buena canción».

Posiblemente la persona que más marcaría a Verlaine fue Arthur Rimbaud. Una relación absolutamente turbulenta pero que permitió que ambos exploraran sus universos íntimos al punto de ofrecer la poesía más pura, cándida y necesaria; convirtiéndose en figuras ineludibles del simbolismo.

Si bien es casi imposible conocer a ciencia cierta los sentimientos que Verlaine sintiera por Rimbaud, se puede intuir por su obra poética posterior a dicha relación, y sobre todo por el grado de locura en el que se sumió tras la separación, que aunque sentía una ruptura emocional profunda por querer a su esposa y a Arthur, éste fue quien más lo atrajo en todos los aspectos. Y por eso lo escogió para irse juntos a Gran Bretaña y Bélgica.

Se dice que Arthur era de los dos el más desquiciado y que Paul intentó cuidar de él, protegerlo de lo que pudiera hacerle daño y darle una estabilidad que le permitiera desenterrar al genio que llevaba dentro. Sin embargo, tampoco Verlaine gozaba de una buena salud mental, por lo que esa relación no podía acabar bien.

 

Sobre el simbolismo francés

El simbolismo es un movimiento que proponía la comprensión de la vida a partir de los elementos sensibles y de las relaciones que podían establecerse entre ellos.

Dicha línea de pensamiento se originó a partir de la publicación de «Las flores del mal» de Charles Baudelaire; también Allan Poe hizo gran aportes para el mismo, siendo el principal creador de imágenes y figuras literarias a las que más tarde se adaptarían el resto de los escritores.

De todas formas el auge del movimiento no llegó hasta que surgió Verlaine, quien marcó las pautas de su estética y consiguió que numerosos jóvenes de su generación se sintieran atraídos por este movimiento, reemplazando así al realismo, línea estética imperante del momento.

Para comprender mejor este movimiento es importante señalar sus diferencias con el realismo y el naturismo, corrientes en auge cuando éste surgió.

Las mismas encaraban el arte desde la realidad cotidiana ubicando a ésta en un espacio superior a todo, dejando de lado el idealismo, los aspectos oníricos y la imaginación.

El simbolismo presentó una nueva forma de plasmar esa realidad cotidiana, a partir del juego de los elementos y las palabras y colores. En el caso de Verlaine, por ejemplo, creó una lírica donde la música y las palabras se fusionaban al punto de convertirse en una sola y llenar de colores la poesía.

En busca de una poesía más libre

Dentro de la corriente idealista existieron a su vez varias corrientes, ellas se denominaban: Parnasianismo (rendía una gran devoción a la versificación perfecta), Decadentismo (apoyaba el verso libre y el arte por el arte) y Modernismo (respeta las estructuras clásicas pero propone la implementación de nuevos elementos e imágenes para darle vida y actualidad al arte).

Cabe mencionar que Verlaine y otros poetas de su generación escribieron obras parodiando el hermetismo que proponía el Parnasianismo promoviendo una estética más fresca y libre de toda estructura.

En su obra «Los poetas malditos», que se considera una de las fundamentales del simbolismo, expresa que la genialidad que cada uno poseía se había convertido también en su maldición, ya que los había ubicado lejos del resto de las personas y los había llevado a escribir de forma hermética.

Además tuvieron vidas trágicas donde las tendencias autodestructivas fueron absolutamente cruciales y de alguna manera influyeron para que no explotaran al máximo sus dotes.

Sin embargo agrega, estas actitudes eran consecuencia de la capacidad que poseía; de este modo, su mayor cualidad y por la cual el mundo entero los recordará, fue también su peor condena.

La popularidad y la miseria

Una de las cuestiones más paradójicas en la vida de Verlaine es el que haya escrito obras de erotismo heterosexuales cuando sus inclinaciones demostraban claramente un inclinación homosexual o bisexual.

La otra, es que haya sido nombrado como el «Príncipe de los poetas» (esto ocurrió en 1894) siendo que vivía en un estado de miseria, tristeza y soledad casi absoluto; pese a ello, daba conferencias literarias e intentaba mantenerse en los círculos literarios del momento.

Paul Verlaine fue una figura indiscutible del simbolismo y al que muchos otros le deben la fama; es necesario mencionar que si bien otros autores como Rimbaud o Mallarmé gozaron de cierta popularidad, la misma se habría apagado si Verlaine no insistiera en lo geniales que habían sido.

Además, muchos autores posteriores se inspiraron profundamente en Paul y en su estilo, tal es el caso de Daría, Neruda o incluso Machado; por lo que podríamos decir que sin Verlaine la poesía tal cual hoy la entendemos, con los nombres que circulan en ella no sería porque el modernismo, movimiento del que Rubén Darío fue precursor, no podría haberse gestado como lo hizo.

Comentarios2

  • monique ele

    Un grande.... hay una película muy buena sobre el amor entre Verlaine y Rimbaud... no recuerdo el nombre... pero está recomendadísima... Rimbaud afirmaba: "Yo sé qué decir, pero Verlaine sabe cómo decir"....

  • Raoul Shade

    Téxil te felicito por la presentación y por la imágenes. James Joyce admiraba mucho la música de Verlaine y Joyce sabía de musicalidad como pocos lo sabían.



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