Diversos son los autores que han existido y existen y que quieren mantenerse lo máximo posible al margen de los medios de comunicación. Prefieren seguir disfrutando de una vida alejada de los focos y las cámaras, tranquila y teniendo la calma necesaria para poder continuar con su ritmo diario y con sus escritos. Y este sería el caso de la escritora alemana Fleur Jaeggy (1940), de la que existen muy pocas fotografías y de la que se sabe muy poco de su vida personal, salvo que está casada con el también novelista Roberto Calasso.
A pesar de oriunda de tierras germanas, escribe en italiano, ya que lleva desde finales de la década de los años 60 viviendo en Roma. No obstante, eso no ha impedido que sus obras sean traducidas a otros idiomas, con el claro objetivo de que sean millones de personas los que puedan disfrutar de historias que son directas, sobrias y con la particularidad de que en las mismas se vuelve tan importante lo que se lee como lo que la mente de la persona imagina.
Si tú aún no has gozado de ninguno de sus trabajos, te recomendamos que empieces por estas novelas:
El ángel de la guarda
En el año 1974 fue cuando se publicó esta peculiar narración que, en cierta medida está inspirada en la historia de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll. Las protagonistas no son otras que dos niñas que viven aisladas en un caserón de Inglaterra bajo el cuidado de un tutor.
Se trata de dos pequeñas con unos cerebros diferentes a los menores de su edad, lo que les lleva a debatir y dialogar sobre un sinfín de temas trascendentales, tales como la vida, la muerte, el poder, el origen del mundo…Sin embargo, esos encuentros cambiarán de forma radical cuando en el mismo lugar aparezca el ángel de la guarda.
Los hermosos años del castigo
En el año 1989 fue cuando Fleur Jaeggy llevó a la cabo la presentación oficial de esta otra novela, galardonada con el Premio Bagutta y que se considera que posee numerosos tintes autobiográficos.
La acción transcurre en un internado femenino de Suiza, donde las alumnas viven en un ambiente cerrado, con numerosas y estrictas normas morales y de comportamiento, es más, podemos decir, que se trata de un ambiente claustrofóbico.
El personaje central, que ejerce como narrador, es una pequeña estudiante de 15 años que va llevando al lector de la mano por su experiencia en ese lugar, situado muy cerca del psiquiátrico donde estuvo ingresado el escritor Robert Walser.
Así, se va descubriendo desde lo que fue el “choque” que sintió nada más llegar hasta cómo transcurrió su vida allí. La soledad, la monotonía y el aburrimiento son sus únicas compañeras en los primeros compases de la estancia en el internado, pero todo cambió cuando conoció a una nueva estudiante, Fréderique, que era muy guapa y divertida y que, desde el primer momento, le despertó la chispa del amor.
Las estatuas del agua (1980) y El temor del cielo (1998) son otros de sus libros que te recomendamos leer.
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