«Fotografías» de Diego L. García (Ediciones Liliputienses)

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«Fotografías» de Diego L. García (Ediciones Liliputienses) es un poemario que podría leerse como un complejo álbum de fotos. Pero en lugar de apoyarse en lo que se ve, la poética se construye desde lo invisible. Lo que aparece de fondo le sirve entonces al poeta para plantear una reflexión sorprendente sobre la realidad, trabajando desde lo ausente, lo que no aparece en la foto pero que está, evidentemente, ahí. Un libro fabuloso que te recomiendo aquí.

 
 

La mirada y la realidad

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Una de las cosas más interesantes de este libro es el análisis que propone el autor sobre la perspectiva, es decir, acerca de nuestra manera de mirar el mundo. Insisto en este tema en muchas de mis lecturas porque cuando aparece me es imposible no dedicarle un espacio: no sé si existirá un elemento más preciso para descubrir la semilla de una poética.

En el caso de Diego García, la perspectiva se trabaja con la intención de plantear una imagen, una idea, usando como material de análisis la fotografía y la literatura, con sus trucos, sus teorías y sus revelaciones. Y creo que consigue distanciarse muy bien de su búsqueda, es decir, que consigue esconder el objetivo de su experimentación, haciéndonos creer que todo surge naturalmente. De hecho, tenemos que hacer un esfuerzo para entender qué subyace a la forma y a la intención poética.

La perspectiva no sólo está presente en la forma de trabajar el fraseo y la construcción estética, sino también en el tema del poemario. El mundo es una cosa que está ahí. El afuera es una cosa concreta. Sin embargo, cuando miramos, lo que vemos es un reflejo de esa realidad en nuestro interior.

Esta idea que ha explorado mucho el psicoanálisis también está muy presente en la poesía. Se pregunta Diego si puede haber escenas de lo real, si podríamos definir, categorizar lo que nos rodea, determinarlo. Y vuelve siempre al mismo punto de partida. El ojo que observa no puede abarcar el infinito. Para representar esa idea, García construye un libro que va pasando por lugares y estados de ánimo y que nos ofrece más preguntas que certezas. Quiere llegar al centro de las cosas, pero se da cuenta que toda observación termina siendo periférica y reducida.

Organizar el mundo

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Asimismo, el libro plantea una reflexión sobre la realidad, sobre este presente extraño y consumista que habitamos. Personajes, lugares, marcas se pasean por algunos de los poemas y le sirven al poeta para ofrecernos un registro de los mecanismos de explotación, de las nuevas necesidades que circulan en las calles y, sobre todo, de las muchas maneras de transformarse que tiene el deseo. De fondo, lo que podemos leer es que estés donde estés siempre la pulsión vital florece, y que en eso nos parecemos todos. Y se me ocurre que es una idea luminosa, de la que nos vendría muy bien aprender.

Y aquí viene algo sumamente atractivo. Diego García juega con un estilo donde imagen y palabra están constantemente entrando en conflicto. Las frases más naturales revelan imágenes duras o dolorosas, las imágenes más bellas se encuentran presentadas desde un lenguaje que huye de lo bello. Esta constante contradicción o esta lucha entre polos nos permite descubrir que detrás de este libro también hay una intención vital: para entender el fondo de las cosas, tenemos que retorcerlas hasta que no den más de sí. Esto es lo que leo cuando miro estas «Fotografías».

De este modo, a través del lenguaje el poeta rebusca en el significado de las cosas, trata de alcanzar un sentido distinto, y esto le permite construir imágenes que no hemos visto antes, incluso paseando por las mismas ciudades que pueblan casi toda la poesía. Sus poemas son fotografías, y en ellos podemos acercarnos y descubrir esos lugares desde una dimensión íntima, sin clichés, sin espacios comunes. Quizá sea uno de los grandes aciertos de este poemario hermoso.

«Fotografías» es, finalmente, un libro en el que podemos viajar desde lugares concretos a impresiones íntimas, y luego, del interior al exterior para explorar los sentidos de la experiencia vital. Se va organizando la geografía a través de los poemas, viajamos de verso en verso a distintos lugares, pero al final comprendemos que no hemos estado allí sino en una experiencia propia sugerida por la planteada por el autor. Aquí vuelve la perspectiva, como un gigante uróboros que lo atraviesa todo. ¿Quiere decirnos el poeta que toda fotografía apela a una interpretación que no está arraigada en lo que el ojo ve sino en lo que se sacude interiormente cuando el ojo ve?

Antes de terminar quiero aferrarme a todos esos poemas sobre la teoría o las preguntas que nos despierta la creación poética. En ellos, García explora la relación entre palabra y mundo y, desde diversos puntos, va asimilando una forma de escribir, de comunicar, que parece enlazada con lo invisible de la vida. Para ello, y para que el mensaje sea todavía más contundente, trabaja con un lenguaje desprovisto de ornamento, que roza por momentos lo coloquial y lo banal, sin por ello hallarse desprovisto de buen gusto y estética. Esto me ha cautivado especialmente. Un juego de hondura desde la superficie que me resulta increíble, y del que he disfrutado muchísimo.

Sin lugar a dudas, es éste un libro delicioso para los amantes de la buena poesía, que nos invita a explorar las fronteras del mundo desde otro lugar. Una lectura que nos lleva a girar en círculos concéntricos, como quien se pierde en los detalles del lenguaje pero nunca llega a sentirse del todo solo. Una invitación a viajar que se agradece, en estos tiempos de parálisis en el que nos han recortado el paisaje.

¡Que nadie deje de leer este poemario maravilloso!

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FOTOGRAFÍAS
Diego L. García
Ediciones Liliputienses
978-84-1219-948-2
64 páginas
10,40 €
 
 



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