Escribir bajo presión

Escribir bajo presión

Posiblemente cuando George R.R. Martin comenzó con su saga «Juego de Tronos» no imaginó que el éxito de su obra sería extraordinario.

Por eso, cuando la cadena televisiva que ha dado vida en la pantalla a la popular saga, le presionó para que se apresure a publicar más entregas, el autor no mostró demasiada preocupación.

Optar por un trabajo que no corrompa tus principios

Los directores de la serie, Richard Plepler y Michael Lombardo, se reunieron con el autor y le pidieron puntualmente que se ponga las pilas y que continúe escribiendo, a fin de que la historia de la serie no alcance a la trama de las novelas. El autor respondió que continuará solamente si tiene historias que contar, pero aclaró que no le urge hacerlo.

Estas son algunas de las cosas que ocurren cuando el mercado se apodera de las historias y exige lo que necesita para funcionar.

La realidad en la que vivimos, vertiginosa y superficial, exige mucho contenido sin darle tanta importancia a la calidad del mismo; cuando la literatura participa de ese mercado, apuesta por historias que son devastadoras para con el lenguaje y la esencia de este arte.

Es cierto que, como dice Ana María Matute, los escritores también tienen que vivir y pagar sus cuentas y todo lo demás; y ya que han nacido con la capacidad para escribir, ¿por qué no intentar hacer de este oficio un medio para ganarse la vida? ¡Genial! El tema es hasta dónde. Lo que quiero decir es que una vez tomada esta decisión debemos saber que tenemos que reacomodar nuestras necesidades a nuestros principios y no al revés.

Escribir bajo presión

Dentro del arte de redactar existen diversos ámbitos en los que podemos desplegar nuestras capacidades; no creo que sea precisamente el narrativo aquel en el que podamos trabajar bajo presión. Las novelas no son imprescindibles, sí necesarias. Pero solamente las buenas. Por tanto, debemos buscar una forma de ganarnos la vida que no sea desprestigiando nuestro propio arte.

Encaminarme a la creación de contenido en Internet ha sido para mí la mejor alternativa de no corromper lo que más me apasiona, la literatura. Escribir artículos en blogs y páginas web te ayuda a crecer muchísimo como autor y, a la vez, a mejorar la calidad de tu tiempo frente a la pantalla. Aprender a organizarnos es seguramente uno de los mayores desafíos de la escritura.

Y este oficio, en el que deberás entregar a diario o semanalmente una serie de textos sobre temáticas que manejas medianamente, te obliga a tomar conciencia de la importancia de la planificación, para no arrancarte los pelos al segundo día de trabajo.

Proponernos un plan de trabajo

Que nos apasione escribir no significa exactamente que podamos hacerlo bajo presión, tampoco que podamos vivir de esto. Sin embargo, esto no podemos saberlo hasta que no lo intentamos. Porque, aunque sintamos que nuestras habilidades para acomodarnos a un ritmo de trabajo vertiginoso son nulas, es mejor probarlo. Y, en una de esas, conocer esa faceta de nosotros mismos que ignorábamos. Pero para eso es necesario intentarlo adecuadamente; es decir, tomando las decisiones adecuadas para que nuestro trabajo sea eficiente.

En primer lugar, debemos tener claro qué es lo que debemos hacer. Es decir, en qué consiste nuestro trabajo, sobre qué tema trataremos y para quién escribiremos.

En segundo lugar, debemos pensar en cuánto tiempo dedicaremos para realizar esta labor; de lo contrario, algo para lo que teníamos pensado invertir una hora, puede tomarnos unas dos sin que casi nos demos cuenta y terminaría atrasando todo lo que habíamos pronosticado que haríamos al terminar.

Por último, debemos desarrollar con la mejor precisión posible nuestro trabajo, buscando alcanzar las metas que nos hemos propuesto.

Escribir bajo presión

Hacer que nuestro tiempo cunda

Organizar nuestro tiempo es uno de los desafíos fundamentales. Para ello, puede ser de mucha utilidad, en caso de que no la tengamos, proponernos una fecha y horario límite, en el cual nuestro trabajo deba estar rigurosamente terminado y corregido. Así organizaremos nuestro tiempo sabiamente y podremos disponer de él con mayor eficiencia.

Para aprovechar mejor el tiempo es conveniente desarrollar un plan de acción.

Por ejemplo, si debemos buscar información para desarrollar el texto, podemos determinar que dedicaremos una hora para la lectura e investigación. En la misma, leeremos y tomaremos notas o recortaremos aquellas frases que creemos puedan sernos útiles a la hora de plasmar nuestras ideas. Posteriormente dedicaremos dos horas para la redacción del texto. Tomando en cuenta todo lo leído y la idea que deseamos desarrollar, trabajaremos intensamente. Finalmente, dedicaremos una hora para corregir y retocar todo aquello que necesitemos.

Como cada uno sabe cuánto le toma cada trabajo, es necesario que creemos nuestro propio plan, a fin de que nadie decida por nosotros y podamos hacer un uso razonable y eficaz de nuestro tiempo y nuestras capacidades. Puede ser de mucha utilidad crear una lista de cosas a realizar, a fin de lograr una mayor organización.

A algunas personas les sirve escribir un breve párrafo, a modo de sinopsis, en el que plasman la idea principal, para tenerla siempre presente y poder acercarse a ella con precisión. Personalmente no me valgo de este consejo, pero a lo mejor a alguno de ustedes puede serle de utilidad.

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Corregir con conciencia

No te olvides de la gran importancia que tiene la revisión. Nunca dejes un texto sin corregir, acepta sugerencias y si algo se te pasa y un lector te lo avisa en un mensaje, no solo es aconsejable que lo cambies, sino que también respondas al mensaje del lector con amabilidad.

No somos perfectos y aceptar nuestra cualidad humana exige tomar en consideración la ayuda de aquellos que nos leen y que, con buena fe, nos ayudan.

No siempre escribimos bajo presión, pero si tenemos que hacerlo, una buena organización será fundamental para llevar a buen destino nuestro trabajo.

Por supuesto que si de ficción se trata, mi consejo es «nunca aceptes un trabajo bajo demanda«. No se escriben buenos libros todos los meses, ni siquiera todos los años; por tanto, lo ideal es estar tranquilos, siendo capaces de analizar fríamente nuestras ideas y trabajar extensamente sobre ellas. Y, sobre todo, huyendo de las condiciones del tiempo, que podría hacer que una buena idea se convirtiera en la peor que se te pudo ocurrir en la vida.

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