Escrivisiones II

ESCRIVISIONES. Por María Eugenia Caseiro [Entrega #2]
Continuación:
EL CAMINO RECORRIDO.

«¿Qué sabe el pez del agua en la que nada toda su vida?» Albert Einstein.

Para llegar a conclusiones acerca de cualquier proposición o dilema, se necesita de antecedentes que fundamenten la investigación y nos inviten a la reflexión. La vida es nuestro fundamento substancial para incursionar en las profundidades del conocimiento, nos proporciona toda la materia prima necesaria para establecer el debate entre la razón, y la magia de la vida. Cada fenómeno, cada evento, actúa como agente propulsor de la inquietud humana. Todo elemento es causa y móvil que incita la curiosidad y motivo para aspirar al descubrimiento de su cause y origen. La correspondencia y el intercambio ilimitado que nos ofrece la naturaleza en conexión con el desarrollo de criterio y pensamiento, nos abren las puertas al extraordinario universo del conocimiento.

La necesidad de conocimiento, ha llevado al ser humano por la vía de sondeos, de pragmatismos y finalmente al discernimiento, a la articulación exhaustiva de cada mecanismo a nuestro alcance para explicarnos el mundo que nos rodea en conjunción con la existencia, el comportamiento y la muerte.

I. Retrospección.

Toda la historia de los progresos humanos no es más que la simple imitación del genio. ” Don Domingo Faustino Sarmientos.

Gracias a los descubrimientos arqueológicos hemos llegado a poseer una enormidad de data a lo largo de todo el avance de la humanidad hasta nuestros días. A través de los primeros códigos de escritura que aparecieron entre el V y el IV milenio a. C., en Egipto, Mesopotamia y China, además de otras escrituras ideográficas, como la hitita, la cretense y la cuneiforme de los sumerios; hasta la utilización del actual código fonético (el alfabeto), hemos podido recibir información muy valiosa acerca del desempeño social y cultural de las antiguas civilizaciones del planeta. El hombre utilizó la filosofía en un principio, como reflexión científica sobre la naturaleza y las causas que provocan la existencia del universo, el hombre y la sociedad. Grecia ha dado a la historia de la humanidad un gran número de filósofos, historiadores, escritores, artistas y pensadores cuyas obras aún son reconocidas en todo el mundo. En el siglo VII antes de J.C. persistiendo aún la influencia de Homero y Hesíodo, reconocidos como los grandes educadores del pueblo griego, existía además de la gran superioridad del pensamiento mítico y religioso, el predominio de la aristocracia y la nobleza terrateniente. Para comienzos del VI se observa un creciente influjo de la poesía, la filosofía y las matemáticas; Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímides, Heráclito, Parménides, Protágoras y Pitágoras, Sócrates, el gran maestro e inspirador de Platón, hasta llegar a quien posiblemente fuera el sabio magno del mundo helénico, Arquímedes de Siracusa.(“ Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo”, dijo al descubrir los efectos de la palanca). Así se fue constituyendo una de las grandes escuelas de la humanidad: la filosofía, y preparando el camino hacia el mundo de hoy.

Aunque mejor conocido por su obra filosófica, Platón tuvo considerable influencia en las matemáticas helénicas; creía imposible estudiar Filosofía sin el conocimiento previo de las matemáticas. A la entrada de la Academia, su célebre frase: “No entres aquí si no eres geómetra”, y proposiciones como: “los números gobiernan al mundo” que supone una influencia directa de las teorías pitagóricas; y Aristóteles quien fundamentaba su especulación en el realismo basado en el sentido común y la experiencia, se instituyeron ambos como predominantes figuras de esta reflexión: la filosofía, que con el curso del tiempo y la historia ha ido rebasando diferentes niveles de complejidad y profundidad al tiempo que ha servido de trampolín para que diversidad de campos investigativos, hayan ido alcanzando paulatinamente su propia voz gracias al desarrollo del conocimiento y al trascendental aporte de muchos otros grandes pensadores e investigadores a lo largo de la historia.

Alegoría del Arte y la Ciencia. Siglo XVI
Cherubino Alberti y Giovanni Alberti

Con la llegada del cristianismo que logra consolidarse como religión acreditada en el período del 50 al 250, la filosofía comienza una separación gradual de la teología. Galeno de Pérgamo, eminente médico griego (129-199) fue quien primero tomó en serio el cristianismo como escuela filosófica. Gradualmente los cristianos fueron olvidando su hostilidad hacia la filosofía, al ser tomados en cuenta como escuela, y ya para mediados del siglo II se atreven a exponer su religión como tal. Con el tiempo, Tomás de Aquino, quien siempre puso la filosofía al servicio de la teología; San Agustín, quien desarrolló la concepción cristiana de la historia mundial, entendida en un sentido fatalista como resultado de la predestinación divina, y San Juan de la Cruz, el poeta de España; entre otros, dieron fe de ello.

Nicolás Copérnico, astrónomo polaco cuya teoría del movimiento de los planetas revolucionó el pensamiento científico de fines del siglo XVI, y René Descartes (1596-1650), matemático, filósofo y fisiólogo francés, al que debemos la primera explicación sistemática de las relaciones entre la mente y el cuerpo, preparan el camino para la autonomía de la ciencia a partir de cuyas ideas crean una escuela: el cartesianismo. En Holanda, Spinoza, de origen judío y de una tendencia extremadamente racionalista y matemática es considerado el principal filósofo de dicha escuela; en Alemania, Leibniz, descubridor del cálculo infinitesimal al tiempo con Newton.

Los sistemas de Leibniz y Spinoza (partiendo de reflexiones sobre el hombre, su moral y su libertad) se encaminan a determinar la autonomía de la filosofía con respecto a la metafísica (especulación acerca de lo que va más allá de la experiencia), proceso que finalmente se instaura gracias a Inmanuel Kant, catedrático de lógica y metafísica alemán, quien presenta una disertación en latín sobre la forma y los principios del mundo sensible y del inteligible, que intenta aclarar porqué la metafísica se hallaba en un callejón sin salida.

A Hegel, quien describió el desarrollo de un principio único que engloba al ser y al pensamiento por medio de la dialéctica, de la que no solo hizo un método racional de pensamiento, sino sobretodo la vida misma del concepto y de su trayectoria, correspondió crear una nueva forma de aproximación a la historia, mientras que Marx, dotado de sorprendente integridad y coherencia de concepciones (cualidades reconocidas incluso por sus adversarios), cuyo conjunto constituyen el materialismo y el socialismo científicos, provocó una verdadera revolución en la ciencia económica y se propuso transformar el mundo en lugar de interpretarlo.

Una teoría explicativa de la evolución, “El origen de las especies” fue publicada en 1859 y su autor, el naturalista Charles Darwin, se vio inmerso en incesantes debates, críticas y enfrentamientos con numerosos científicos. Nietzche hizo de la filosofía un medio para escapar a todas las servidumbres del espíritu, y es en este momento que se separan de la filosofía y a su vez se constituyen, las ciencias que tratan del hombre: la psicología y la sociología. Al mismo tiempo que nace el psicoanálisis, con Freud; la lógica se constituye como disciplina independiente con Frege, Hussert se encarga de sentar los fundamentos de la fenomenología y Heidegger llevó su reflexión hacia la ontología.

El individuo, que representa el elemento activo de la sociedad, comienza su ardua batalla por subsistir desde el instante en que nace; crece y se desarrolla en medio de una combinación entre esa lucha y la de dar respuesta a cada manifestación o evento de su propia existencia, enlazada al mundo y los seres que lo rodean en su recorrido por la vida y, finalmente, se apresta a un combate tenaz por la prolongación de la existencia. El caudal de fenómenos y la prodigiosidad de la naturaleza en sus diversidades, combinaciones y enlaces de toda magnitud y origen, lo llevan a intentar explicarse el porqué de la existencia y la interpretación de su papel en tan milagroso engranaje al tiempo que debe descubrir su enlace cósmico al conjunto.

Aunque científicos y pensadores, sin duda grandes hombres, nos han dejado como legado toda esta maravillosa y vasta gama de proposiciones, descubrimientos y grandes logros, su mayor aporte al conocimiento del hombre y su historia, y que han contribuido al desarrollo de la sociedad actual, además de haber brindado amplitud de perspectivas y la promesa de grandes expectativas al futuro de la humanidad, no por ello podemos pretender que todos y cada uno de nosotros, en nuestro diario vivir consigamos lo que queremos alcanzar como individuos, a través del estudio de tan voluminoso material, pero si debemos aprovechar al máximo la capacidad que, como seres racionales, tenemos de discernimiento para no desaprovechar el momento que nos ha tocado vivir, y de tal forma, ayudados por los aportes del intelecto universal (de los que debemos proponernos saber un poquito más cada día) y toda experiencia que podamos compilar en nuestro paso por la vida, elegir una mejor forma de existencia y renovar el concepto que tenemos de la misma persuadidos por voluntad propia.

LA MÁQUINA DEL TIEMPO.

El tiempo encuentra su sentido en la eternidad, entonces habrá que comprenderlo a partir de ésta. ” Martin Heidegger.

¿Tenemos acaso una definición capital para el vocablo tiempo? Es lo que sucede con muchas palabras en todas las lenguas. Palabras en las que el sentido capital cohabita con un séquito de valores relativos. Esta condición de un vocablo se denomina polisemia. La voz procede del latín tempos y además de las frases hechas, los ingredientes de espacio y materia, y los factores como la velocidad y el clima con los que se le considera relacionado. Si el tiempo representa el devenir como sucesión continuada de momentos, ¿cómo explicar que una cosa que damos por establecida no es la verdad absoluta que parece?
¡Qué mezquino, qué torpe, qué difícil balbuceo el nuestro para expresar este deleite de lo inefable que reposa en todas las cosas con la gracia de un niño dormido! ¿Con cuáles palabras decir la felicidad de la hoja verde y del pájaro que vuela? Hay algo que será eternamente hermético e imposible para las palabras. ” Ramón María del Valle Inclán

En la antigüedad el tiempo, testificado por el lenguaje de la naturaleza con su continuo suceder entre el día y la noche, hablaba de una medida representativa en la que el hombre, junto a toda criatura viviente era espectador sujeto a los designios de ese lenguaje. Hubo un momento en que el hombre cambió su posición de espectador al darse cuenta que el tiempo lo afectaba de diferentes maneras y entendió que éste podía ser tanto su mejor aliado como su peor enemigo.

El Tiempo. Miguel March

Llega un momento en la historia de las antiguas civilizaciones, en que se hace menester comenzar a medir ese tiempo del cual todo parecía estar en dependencia. De las condiciones naturales relacionadas con el tiempo (clima) dependían los momentos adecuados para la siembra y la cosecha, la pesca y otras actividades vitales. El hombre comienza entonces a dividirlo en intervalos y de esta forma a medirlo; primero utilizando relojes de agua, de sol, de arena y hasta de fuego, pero no por ello la naturaleza dejaba de imponer las pautas. Solo a través de la naturaleza se obtenían los transcursos de tiempo, ingénitos y contiguos como el gotear del agua o el movimiento de la luz solar. La aparición del calendario juega un papel importante en la disposición del hombre para medir el tiempo, pero hasta ese momento, sin mayor control de las condiciones climáticas, era necesario ajustarse al dominio de la naturaleza.

Con la invención del reloj de ruedas, entre los siglos XI y XII el hombre se atribuye por primera vez la creación de una máquina capaz, ignorante de los intervalos naturales, de marcar el paso del tiempo. De esta forma el hombre, colocado fuera de lo natural, se siente capaz de marcar lo cotidiano y periódico, no obstante el poder del tiempo sobre el ser humano continúa ejerciendo esa influencia que hasta nuestros días no ha dejado de subyugarlo, precisamente por la evocación de caducidad que el tiempo representa para nuestras vidas y que persiste en su constante anuncio de vencimiento de un plazo. Si medimos la vida a partir del tiempo y dividimos el tiempo en plazos, subconscientemente concluimos que la vida es una sucesión de plazos. Lo mismo que medimos el tiempo para saber en qué instante nos encontramos, lo hacemos con la oculta intención de deducir cuánto tiempo nos queda para el siguiente plazo.

Antes que el tiempo Absoluto de Isaac Newton se expresara en idea, ya Galileo contaba con una brillante teoría postulando que la naturaleza solo podía ser explicada por medio de espacio matemático y velocidad. Para Galileo la naturaleza estaba escrita en un lenguaje de figuras geométricas sin cuyo entendimiento era imposible el entendimiento de la propia naturaleza, por ende del tiempo. Newton afirmaba que era cualidad del tiempo y el espacio absolutos el ser invariantes, es decir, que sus partes no tenían movimiento. El primero deriva su carácter de su orden y el segundo de su posición. Lo cierto es que la propia ciencia, al renovarse, desplaza teorías con aparente facilidad. Fue así que este tiempo absoluto del que hablaba Newton y que se enfrascaba en constante pugna con el concepto del tiempo relativo para Descartes, quedó inhabilitado al salir a la luz la Relatividad de Albert Einstein. Según Einstein una prueba de que la dilatación del tiempo es algo real nos la proporciona la propia naturaleza al hacer que las partículas de la radiación cósmica choquen contra los átomos de la estratosfera terrestre. En estos choques surgen nuevas partículas, los muones, de vida extremadamente corta: tardan 1.5 microsegundos (millonésimas de segundo) en desaparecer. A pesar de que viajan a una velocidad muy cercana a la velocidad con que viaja la luz, prescindiendo de la existencia de la relatividad, en ese tiempo sólo llegarían a recorrer 450 metros. Teniendo en cuenta que dichos muones se originan en la estratosfera jamás llegarían a la superficie terrestre. En un mundo con dilatación del tiempo, por el contrario, la corta vida de los muones basta para llegar hasta la superficie de la Tierra, como realmente sucede. Para poder referirnos a la velocidad que es exclusiva de los muones, el factor gamma vale veinte, lo que significa que el tiempo transcurre veinte veces más lento que lo normal. Los 1.5 microsegundos se convierten, por lo tanto, en treinta microsegundos, permanencia relativista del muón que de esta manera si le alcanza para realizar un viaje de 9.000 metros.

La teoría de la Relatividad resuelve interrogantes tales como que el curso del tiempo es más lento sobre una gran masa como puede serlo una galaxia, que sobre un elemento menor como podría serlo un átomo. Que la velocidad del tiempo puede parecernos inmutable, aunque esto sea solo en apariencia, ya que el tiempo corresponde en medida con revoluciones periódicas por lo que si se aminora el ritmo, también se aminora el tiempo. Al descubrir que la materia es un espacio vacío puntuado de electricidad: electrones, y conjugar aspectos tan fundamentales como los expuestos, nos vemos conceptuando una verdad científica que para nada resuelve nuestra necesidad vital, o sea aquella de establecer conclusiones prácticas que nos conduzcan a sacar partido del tiempo, no solo del tiempo finito, sino del Tiempo, de ese que encierra en sí mismo, como dinamismo cósmico, su razón de suceder.

Puede que el plantear diferencias dentro del mismo tiempo nos ayude a comprenderlo como una unidad que articulada por factores físico-matemáticos, depende además de las diferentes connotaciones dadas por la interpretación del ser humano, pero puede que este intento de comprenderlo resulte en un caos para quien lo entiende a partir de su derivación cronométrica, o como mecanismo aislado y regulador de la vida.

El concepto tiempo plantea una enormidad de dudas. Primeramente las civilizaciones, según sus creencias y tradiciones culturales, conceden al tiempo un carácter de especificidad al adjudicarle un ritmo determinado, o lo que es igual, la cosmovisión del tiempo cambia de acuerdo con cada contexto. En segundo lugar; ni lo que todo el mundo cree saber acerca de éste, ni lo que la ciencia trata de conceptuar, ni las reseñas filosóficas, aportan la visión condensada que del tiempo se presume, como realidad aparentemente inexplicable desde el punto de vista de definirlo cabal y adecuadamente a los ojos del hombre común y corriente, de ese hombre o mujer que va cada día de su casa al trabajo, que hace los mandados y que recoge los niños de la escuela y mira el reloj con miedo de que se le haga tarde para cualquiera de sus plazos, con la misma inocencia que un pajarito ve una nube posarse sobre su árbol; o con la alegría de quien espera que el reloj dé la anhelada hora del almuerzo, del recreo o de salida de la escuela o el trabajo.

Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí. José Martí.

El tiempo tiene sus embozos y como las suertes, se confrontan y nos desafían en perenne controversia: positivo-negativo; blanco-negro; día-noche. Todo en la vida parece sometido a su enigmático poder. En la mitología griega se encuentra caracterizado lo terrible del tiempo en el trágico mito del Dios Crono, o Cronos, quien a partir de dar muerte a su padre, continua dándola a sus hijos, comiéndoselos recién paridos por su esposa: cuadro siniestro del tiempo que se devora a sí mismo y que nos descorazona a partir de una imagen sobreentendida del tiempo que se sucede de manera invariable dividido en fracciones, que constantemente nos estremece con la implícita percepción de un tiempo finito (permanencia) que se agota sin remedio.

Es a propósito del Dios Cronos, que hablamos del sentido cronológico del tiempo, sentido que afecta la vida del hombre y que denota temporalidad. El tiempo cronológico es el que regula la fluencia de los instantes sucesivos. Si el hombre está emplazado en el tiempo y éste delimita su permanencia en la vida, no todo es negativo. Tomemos como ejemplo una pintura emplazada en su lienzo; puede pensarse que dicha superficie la contiene y la limita a una porción específica igual a dicha superficie (así como se piensa que el tiempo limita al hombre), no obstante le posibilita el ser, permitiéndole salir de la nada, existir, al ser emplazada en ese plano que le concede la individualidad y una vez que le proporciona expresión y certificación propia, la vincula a su hermenéutica aunque la libera para el tiempo y la interpretación según el tiempo, hasta de su propio creador. Pensemos que el tiempo posee indicadores muy especiales para el ser humano quien es la única de las criaturas vivientes que puede razonar y tener conciencia que le permite conocer y valorar el sentido que para él tiene ese tiempo y de cómo vivir ese período que nos concede la individualidad, por lo que podemos, además de entenderlo como factor de temporalidad o caducidad, intentar valorar como la vía que para alcanzar madurez, conocimiento para el progreso y perfeccionamiento de la propia existencia en lo que tomamos experiencia del pasado y nos dedicamos a ser protagonistas de nuestro presente, sirviendo como ejemplo al futuro.

«Cada uno debe estar contento en el espacio de tiempo que se le da para vivir. El breve tiempo de la vida es suficientemente largo para vivir bien y con honradez.… La naturaleza nos dio una posada donde parar, no para habitar en ella definitivamente… ” (Fragmento del diálogo De Senectude de Cicerón)

Si el tiempo puede contarse a partir de la división de sus magnitudes, puede medirse por intervalos; cortos o largos. Si el tiempo juega un papel fundamental en la existencia, sumado a los factores de espacio y velocidad, y a pesar de ello no corre sino que es la materia, por un lado, y la conciencia por el otro, la que se mueve a través del espacio-tiempo; puede ello mantenernos en la falaz idea de que el tiempo: vuela cuando somos felices y se detiene cuando no lo somos. Según San Juan de la Cruz, quien quiera certidumbre en su camino ha de avanzar a oscuras. Este paradigma, desde su visión teológica y/o posición geométrica, parece comparar la ignorancia del hombre en relación con los misterios que encarna la existencia. Y es ese hombre precisamente, el hombre común que a veces anda a oscuras, que no disimula lo que ignora, quien unido en inmensa masa viviente a todos los demás hombres, desde su sitio en el TREN, se encarga de mover, La Máquina del Tiempo.

El tiempo es una imagen móvil de la eternidad. ” Platón.

Continuará….
Adelanto para la próxima entrega:
¿VIAJAMOS BIEN EQUIPADOS?
I. El Reloj Biológico.

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Comentarios1

  • MIRIAM

    despertar ,no es un sueno es estar en una vida de alegrias,llantos por no ser querido,vivir alejado del amor que es una satisfaccionque es lo mas lindo poder vivir este momento .amar y ser amado



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