
Como cada martes, vengo a ofrecerles otro artículo para el ciclo «Consejos de escritores consagrados«. Hoy nos acercaremos a uno de los más grandes cuentistas de la literatura rusa clásica, Antón Chéjov, quien tiene mucho que enseñarnos, ya sea que cultivemos el cuento como la novela o cualquier otro tipo de narrativa.
Si te gusta, no dejes de leer los artículos anteriores del ciclo, sobre Cortázar, Quiroga, Poe, Conrad y Baudelaire.
El cuentista ruso por excelencia
Antón Chéjov nació en Rusia el 29 de enero de 1860 y pese a haber estudiado medicina y ejercer como médico naturista, su pasión por la literatura lo llevó a compaginar ambas carreras y desarrollarlas ampliamente, aseguraba que la medicina era su esposa legal y la literatura su amante.
Es un escritor que ha sido tomado como ejemplo por importantes autores, el propio E. L. Doctorow dijo de él que poseía la voz más natural de la ficción y que sus cuentos parecían esparcirse sobre la hoja de una forma que los lectores podían ver la vida a través de ellos.
El autor de «La Gaviota» además dedicó parte de su trabajo a dejar magníficos consejos a aquellos que se lanzaban al mundo de la escritura y buscaban alguna guía. Decía que intentaba escribir en los momentos en que estaba de mejor humor y de hecho no tenía la impresión de que sus historias fueran tristes; pese a ello, cuanto mejor se sentía más sombríos quedaban sus relatos.

La brevedad y la espontaneidad
Para Chéjov la brevedad era la hermana del tanto, aseguraba que es imprescindible ser audaz y limar los cuentos sólo lo justo y necesario. Puede éste ser un magnífico consejo si se tiene en cuenta que cuanto más manoseamos las obras más parecen transformarse y esto podría llegar a tornarse peligroso.
En lo que se refiere a la brevedad decía que es necesario que el autor tenga presente que no debe decirlo todo, sino dejar también el espacio para que los lectores puedan añadir los elementos subjetivos que parecen estar ausentes, aunque de alguna forma indirecta estén.
Otra de sus recomendaciones se refiere a la descripción de la naturaleza, dice que es importantísimo ser breve y redactar textos con mucho carácter y relevancia; es necesario no caer en lugares comunes como:
o
Es necesario ser claros y directos y atrapar los pequeños detalles de la vida para plasmarlos sobre las hojas, de modo que el lector pueda con los ojos cerrados recrear en la mente la exacta imagen que el autor quiso revelar. Un ejemplo suyo para expresar el efecto de una clara noche de luna es:
Asegura que relacionar fenómenos naturales con acciones humanas es una buena forma de conseguir que la naturaleza obtenga en un escrito lo que posee en la realidad, vida.
Algo similar expresa al referirse al estado psicológico de los protagonistas, aconseja evitar describir el estado emocional del héroe sino más bien intentar que el lector lo adivine a través de las acciones que realiza, de sus temores, de sus experiencias.

Talento y trabajo
El talento es uno de los temas sobre los que más se discute en el ámbito artístico; para algunos escritores este es el elemento fundamental para una buena escritura, sin embargo, para Chéjov no es así, porque un autor con mucho talento que no se cultiva no conseguirá grandes cosas y en cambio alguien que posea un talento regular con mucho trabajo puede llegar a producir obras increíbles. Chéjov dice que cuando uno observa un árbol no obtiene la imagen esencial a partir del objeto en sí, sino de la forma con que se lo mira.
Las historias como el buen vino, cuanto más se dejen estacionar mejores resultados ofrecen. Y para Chéjov éste era un punto fundamental a la hora de escribir; aconsejaba que una vez terminado un texto debía guardarse en un cajón durante un tiempo más precisamente un año entero, para luego sacarlo y comenzar a releerlo y corregirlo.
A su vez recomendaba crear textos con una objetividad absoluta donde exista una alta veracidad en la forma de presentar a los personajes y escenarios y donde la coherencia ocupara un papel fundamental; además es importante darle un espacio amplio a la originalidad rechazando todo lo convencional y sobre todo consiguiendo la mayor espontaneidad posible.
La verdad es uno de los elementos que no pueden faltar en ninguna obra, ella puede no estar presente en la política, en el amor, en la medicina, pero jamás en el arte, en él no se puede mentir. En ese no mentir queda implícito que antes de publicar cualquier creación se tenga la completa seguridad de que los personajes están vivos y sus existencias ofrecen la coherencia acertada.
Otro gran consejo de Chéjov es leer mucho, dice que la lectura debe ser una costumbre; asegura que lecturas como «La cabaña del tío Tom», «Don Quijote de la Mancha» o cualquier obra de Shakespeare son ideales a la hora de crecer como escritores. De todas formas, conviene agregar que en esta época también conviene aferrarse a lecturas contemporáneas para saber cómo escriben en esta época y encontrar nuestro propio estilo que se adapte mínimamente a las exigencias de nuestra realidad.

Sobre el ambiente literario
Cabe destacar que Chéjov no era bien visto por sus allegados como escritor, le recomendaban que no abandonara su trabajo de médico por el otro, porque no le veían mucho futuro en este campo. Por su parte, el autor detestaba los círculos literarios de su época, aseguraba que se encontraban atestados de talentos mediocres de variados pelajes y se reunían tan sólo para dar rienda suelta a sus lenguas. Decía que lo que le daba náuseas no era la literatura en sí misma sino el entorno literario, del cual no era posible escapar porque era a la literatura como la atmósfera es a la tierra.
¡Sabias palabras de Chéjov! Espero que estos comentarios les hayan sido de utilidad y que vuelvan el próximo martes por más consejos de buenos autores. Hasta pronto.
