Albert Kadmon: «Dolor había tanto que lo que menciono es sólo la punta del iceberg»

Albert Kadmon es novelista pero ha hecho sus primeros pinitos en el ensayo con «Panero y la antipsiquiatría. Dolor. Magia. Locura» (Antipersona). Un texto sobre el pensamiento antipsiquiátrico de Panero. En verdad es un libro impresionante, que cuestiona el mundo en el que le tocó vivir al del medio de los Panero, y también el nuestro, y esa peculiar forma que tenemos de vivir atados a la ciencia como único método de sanación. Y lo hace apoyándose en la estética de Leopoldo María, presente en su poesía pero también en sus textos filosóficos. Aquí seguimos charlando sobre la pasión por Panero, que Kadmon y yo compartimos.

(Aquí puedes leer la primera parte de la entrevista).


P—¿La psiquiatría es un dispositivo de control social en manos del poder?

R—Como bien recordaba uno de los magos favoritos de los lectores de hoy, no es que el poder tenga una sala en plan illumitati desde la que deciden capar la autonomía y el empoderamiento del tema de la salud mental. No, la propia psiquiatría se coordina a sí misma, a veces sin el conocimiento de los individuos que la integran, para convertirse en herramienta biopolítica. Pero eso tiene más que ver con el turbocapitalismo y el necropatriarcado.

P—Panero fue un poeta versátil que supo fundir en su obra el saber y la estética de pensadores y analistas muy diferentes. Lo dices en algún momento. ¿Cuánto influyó en su poesía su constante de interno en hospitales neuropsiquiátricos?

R—Hombre, si pudiera hacer una partición de las páginas del ómnibus de su poesía, ¿digamos que un 55%? Ahora han recuperado No, no somos no Romeo ni Julieta, por un efecto mariposa relacionado con un desahucio de Michi, pero hay muchísima poesía suya encerrado los últimos años, algunos dirán que poco más tenía que hacer ahí dentro… yo diré que poco más tenía que hacer para evitar el maltrato institucional en esas cárceles que llamaban manicomios en el siglo anterior.
»El resto mucho tiene que ver con el aire del tiempo de los novísimos, el surrealismo, el terror y su afición a las traducciones/perversiones.
[En Los papeles de Ibiza 35: poemas, cuentos y ensayos inéditos, 2018, Bartleby Editores, Madrid].

P—Panero propone la ciencia como un sistema filosófico donde caben más dudas que certezas y varias interpretaciones y resoluciones para un mismo conflicto. ¿No contradice esto la base de la teoría científica, donde la repetición de los fenómenos permite establecer certezas más o menos irrevocables?

R—Es otra clase de ciencia, la humanista, la literaria, que permite contradicciones. Diablos, hay millares de sistemas filosóficos que aparentan ser científicos, basados en los ánimos de Descartes inspirado por el sistema luliano, científico por excelencia, que contemplan contradicciones internas. No digo que sea mejor que la ciencia a la que nos referimos en la actualidad, ni tan siquiera igual de útil, pero sí que deberíamos contemplar su existencia al trazar proyectos holísticos.

P—¿Es posible construir una sociedad donde no se normalice el síntoma, donde fuese posible que toda estructura mental y psicosocial pudiera desarrollarse libremente? ¿Cuál debería ser el límite al apostar por una construcción social de ese estilo? ¿No se vuelve siempre necesaria la represión, aunque sea para no legitimar aquello que atenta contra el bienestar de los otros?

R—Yo soy un hombre blanco occidental, no se me han dado las herramientas para imaginar esa sociedad, que espero esté conectada con la ciencia en manos del pueblo y los ancestrofuturismos. Esos, más que límites, deberían ser ejes. Los límites están para follárselos y trazar nuevos límites, es un ciclo.
»¿Que es la represión? Represión es darle medicación a alguien peligroso contra las cuerdas, o partirle la cara a un nazi. Depende cómo, yo hasta estoy a favor de la represión. El problema de la represión es su patología en estados fascistas a nivel global y paranoicos a nivel individual.

P—En la primera poesía de Panero vemos imágenes claras contra el sistema de control clínico, pero con el correr de los años su poesía se volvió mucho más hermética, ¿a qué crees que se debió este cambio en su poética?

R—Estar encerrado, la influencia de tantas lecturas de pseudo-magia. Y, por supuesto, que su universo mental, al maltratar la memoria, se volvió más cerrado. Su léxico empobreció con los años, no es malo, es una concreción respecto a sus temas.

P—¿Por qué hacía falta un estudio sobre Panero y la antipsiquiatría?

R—Yo he hecho un pequeño mapa, el estudio serio está todavía por hacer. ¿Por qué hace falta? Porque la información es poder, porque el pasado pertenece a todas.

P—¿Hay algo que te obsesione especialmente de la poética de Panero?

R—He pasado muchas fases. Desde las ruinas del alma que comparte con Cirlot hasta el desprecio maternal. Por supuesto la del hermetismo y la alquimia, no en vano me llamaba Kadmon (creo que a partir de ahora publicaré como Albert Xanax, ahí va statement). Pero ahora simplemente estoy por detectar la de músicos que pervirtieron frases suyas sobre el semen, ya ves qué tontería. Como decía LMP en un prólogo: “toda obra, si es realmente compleja, es susceptible de infinitos desarrollos”.

P—¿Cómo se construye un ensayo tan sintético de un poeta tan amplio y tan difícil de asir? ¿Qué parámetros has tenido en cuenta y qué límites has debido imponerte para la escritura de “Panero y la antipsiquiatría”?

R—Era sólo un mapa, lo que podría hacer Jordi Gracia con el tema daría para dos gruesos volúmenes, así que me ceñí a la cronología y un poco de exposición temática, con los límites de extensión que tendría un proyecto final de grado de literatura, aunque no admitiría tantas notas a pie de página así a lo David Foster Wallace.

P—Mondragón es el nombre del declive de Panero, dices. Y él lo cuenta en ese documental “El desencanto”, ¿te has preguntado sobre el dolor primigenio de Leopoldo? Antes de Mondragón, antes del golpe bajo que le rompería para siempre, quiero decir.

R—Bueno, una de las hipótesis que compartían algunos de los doctores citados en el libro es que la locura se incubaba en los modelos de transmisión y transferencia familiares. Familia es igual a censura, decía John Waters en una de sus películas…
»Por supuesto, no hay que obviar los deshechos anímicos de una guerra incivil, ni la dictadura, ni la brutal represión contra la mínima disidencia sexual… Dolor había tanto que lo que menciono es sólo la punta del iceberg de los motivos que tuvo para entrar en Mondragón. Y la madre, claro, la madre para los hombres de entonces…

P—¿Es la locura la auténtica revolución?

R—No lo creo, para nada, no sé si esperabas otra respuesta. La locura sirve para mapear otros territorios. Voy hacer trampa con otro ejemplo, los novelistas somos los menos serios de todas las artes. Imagínate las ciencias y las humanidades como linternas en el callejón del cosmos y el alma humana. Hasta la religión si quieres, aunque yo la pienso como una linterna que ilumina los pies, o el escroto. La cuestión es que cada haz de luz ilumina cosas distintas, con sus perspectivas. La locura, aunque huida del dolor, es otra linterna, nos guste o no. Y el futuro pinta gris, y cuantas más linternas tengamos mejor será para cuando se acabe el Antropoceno. La única revolución será feminista o no será. Será implacable, pero también tendrá en cuenta los cuidados, aquello que decía Panero: “No conozco otra revolución más urgente que la Revolución de la Ternura”.

P—¿Qué lectura nos recomiendas para ahondar en estos temas que hemos charlado?

R—Quisiera recomendar tres lecturas no ensayísticas, para los interesados en el tema de la antipisquiatría.

🕯️ «Monte Miseria», de Samuel Shem (Anagrama)
Una novela de formación sobre un psiquiatra y escrita por un médico; sólo por sus diez mandamientos ya no tiene desperdicio.

🕯️«Mi vida como hombre», de Philip Roth (DeBolsillo)
Para profundizar en los efectos del narrador psiquiatrizado.

🕯️«El Hombre Jazmín», de Unica Zürn (Siruela)
-Debo confesar que me lo descubrió mi editora-. Todo lo que diga sobre él es poco y deberías formaros una impresión de sus descripciones de la enfermedad mental por vosotras mismas, arriesgándoos a que arraigue algo nuevo y no clínico dentro vuestro (ese algo anclado a viejas y ancestrales supervivencias).

[Aquí puedes leer la primera parte de la entrevista a Albert Kadmon.]



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