Bernardo Neri Farina, respuestas en 280 caracteres

Dados sus conocimientos culturales, su amplia experiencia como comunicador y sus valiosos aportes a los géneros de la novela y el cuento, resulta enriquecedor e interesante dialogar con el escritor, docente y periodista paraguayo Bernardo Neri Farina.

Bernardo Neri FarinaTwitter, red social en la cual este autor supera los 30.400 seguidores, hizo posible nuestro contacto a distancia para que él pueda contestar cinco preguntas limitado por 280 caracteres, extensión que, demostrando un gran dominio del lenguaje y un uso inteligente de las palabras, aprovechó para responder de manera atractiva.

“Fuego pálido”, “El Último Supremo. La crónica de Alfredo Stroessner” y “Los pecadores del Vaticano” son algunas de las obras publicadas por este intelectual que presidió la Sociedad de Escritores del Paraguay e integró el jurado del Premio Municipal de Literatura concedido por la Municipalidad de Asunción que, en 2020, tuvo como ganador a Moncho Azuaga, por ejemplo. En febrero de 2021, además, Bernardo Neri Farina participó en la Feria del Libro Chaqueño y Regional Chacú – Guaranítico / Aranduka Rechaukaha.

¿Qué herramientas del periodismo enriquecen su faceta de novelista y de qué modo la literatura ha potenciado su actividad periodística?
– La gimnasia de cronista tensa tus músculos descriptivos. El cronista es hábil para describir con rapidez y eficacia una escena. El novelista le surte al cronista de las herramientas del narrador. Esa conjunción hace que yo sea un cultor del periodismo narrativo.
¿Cuál ha sido su mayor desafío al presidir la Sociedad de Escritores del Paraguay y cómo ha trabajado para alcanzar sus objetivos?
– Administré las ansiedades de los miembros y mantuve unido al gremio. Durante dos años renuncié a ser yo literario para gerenciar expectativas societarias. Abrí la Sociedad a voces jóvenes y nuevas. Tuvimos la primera socia indígena. Eso causó impacto incluso en el exterior.
¿De qué manera impactó, condicionó o influyó la pandemia de coronavirus en su carrera literaria?
– Del pánico inicial la industria del libro emergió fuerte. Gracias a eso se potenció mi papel de editor. Dirijo colecciones bibliográficas de diversos géneros para editoriales y diarios. Ello postergó un poco mi creación literaria propia. Pero las redes me mantienen entrenado.
En base a su experiencia y conocimientos, ¿cómo es, qué características debe reunir, un relato con condiciones de ser publicado y con chances de cautivar al lector?
– No hay fórmula infalible. Me pongo en lector: suelo admirar la capacidad del escritor que crea, dentro del todo narrativo, pequeñas tensiones que me mantienen activo y expectante de lo que vendrá. El suspenso bien administrado es un instrumento insoslayable.
Si “Los pecadores del Vaticano” no fuera producción suya, ¿sentiría atracción por este libro? ¿Motivos?
– Me atraería el título y percibiría que detrás del mismo hay una incógnita. Notaría que hay cuentos con ciertos logros y que hay otros con tornillos flojos que necesitarían ajustes urgentes. Me interesaría conocer más del contexto político que rodea a la obra toda.



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