Clemente Althaus

El peruano Francisco Clemente de Althaus Flores del Campo, además de dedicarse a la creación poética, sumó experiencia como traductor y dramaturgo.

Sus lazos familiares, de acuerdo a datos que ayudan a reconstruir la historia de este autor que nació el 4 de octubre de 1835 en Lima, estuvieron condicionados por la muerte, ya que su progenitor, el barón Clemente Althaus von Hessen, falleció hacia febrero de 1836, mientras que su madre, María Manuela Flores del Campo y Tristán, perdió la vida una década después de haberlo traído al mundo.

Entre 1846 y 1851, Clemente residió en la capital de Chile, asistiendo allí al Instituto Nacional. Al retornar a su tierra, siguió su formación en el Convictorio de San Carlos y, cada vez con más fuerza, empezó a demostrar sus intereses literarios.

“La Ilustración” fue la revista que, de abril a julio de 1853, publicó por entregas “Coralay”, una novela de su autoría que quedó inconclusa.

En 1855, ya convertido en colaborador del periódico “El Comercio”, Althaus inició una travesía por Europa que le permitió conocer paisajes, culturas y costumbres del territorio francés, el suelo inglés, la superficie italiana, la nación española y la patria alemana. Ese viaje influyó en sus actividades laborales ya que lo inspiró a nivel poético y lo impulsó a traducir salmos bíblicos y poemas tanto románticos como clásicos de origen italiano. Esos textos en español se difundieron primero en el diario limeño “La Patria” y, en 1874, aparecieron versiones ampliadas en el ya citado “El Comercio”.

Quien fuera empleado del Ministerio de Hacienda en su ciudad natal trabajó asimismo como profesor y aceptó el cargo de censor de salas teatrales.

Antes de regresar a París, Clemente lanzó en 1871 sus “Obras poéticas” y, en marzo de 1877, vio entrenado en Lima un drama de su producción denominado “Antíoco”. Con su salud deteriorada por desequilibrios mentales, el escritor pasó la última etapa de su existencia internado en un psiquiátrico francés, donde falleció el 22 de julio de 1881.