Recordando a Wislawa Szymborska

La poesía al ser traducida suele perder todo su encanto. Si se escribe en un idioma por algo será. En las traducciones siempre se pierde algo, ya sea de una novela, una película o cualquier otra cosa, sin embargo en la poesía creo que lo que queda en el camino es un tesoro mayor, se pierde la verdadera esencia de las palabras, las cuales fueron escogidas por el autor por algo en particular y los traductores no pueden ser fieles a las necesidades del autor pues los idiomas son todos distintos y ciertas cosas son intraducibles.

De todas formas, a veces caben las excepciones, y es este el caso. Wislawa es una poetisa alucinante, lamentablemente no puedo leerla en su idioma original pero creo que aún así debo recomendarla, aún en las tristes traducciones, no creo que deba faltar en la librería de ningún poeta apasionado de los ritmos y las palabras.

Hay personas que nacen y pasan su vida por este mundo sin ofrecer algo significativo, gastando oxígeno tan sólo para respirar, otras como Wislawa lo hacen para dejar algo.

El paso de personas como ella en el mundo no pasa desapercibido, y seguramente son esos seres humanos los únicos capaces de mostrar la diferencia. Los que hacen necesaria esta especie, por desgracia hay pocos como ella y la mayoría de los restantes somos desechables.

Hoy haremos un alto el camino para conversar acerca de Wislawa Szymborska, una poetisa nacida en Polonia hace 88 años y que desgraciadamente acaba de dejarnos. Y ¿cuál es la mejor forma de despedirla? Leerla y hablar un poquito de su importancia en su paso por este mundo.

Wislawa Szymborska nació en Kórnik (Polonia) el 2 de julio de 1923. A los pocos años de edad se trasladó junto a su familia a Cracovia, donde cursó sus estudios y residió hasta el día de su deceso. Ha sido una famosa poetisa, luchadora por los derechos humanos e imprescindible para mostrarnos esa realidad cruel de la guerra. En 1996 fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura a los 73 años.

Además de ser conocida por sus delicados poemas, Szymborska trabajó como crítica literaria, columnista y traductora. Ha publicado a lo largo de su vida muchos libros y recopilaciones antológicas de sus poemas.

Estilo literario

En el estilo de Wislawa pueden destacarse su capacidad para utilizar la ironía para hacer pensar a sus lectores, y el uso del habla coloquial. La suya es una simplicidad compleja, y valga esta contradicción hablando de una poetisa que ha sido capaz de hablar de las guerras, los campos de concentración, la violencia, la pérdida de valores, a través de una poesía limpia y clara, a través de recursos expresivos como la reiteración y la ironía.

En los poemas de Wislawa puede notarse el interés supremo de la autora por temas como la memoria, la belleza y la condición humana.

Según la crítica, en la obra de Wislawa existe un antes y un después. En su primera etapa, donde publicó «Busco las palabras», «Por eso vivimos» y «Preguntas planteadas a una misma», puede verse una poetisa totalmente volcada a su yo más interno y alcanzada por las ideas del realismo socialista. En la segunda parte se puede percibir el abandono de ese ideal, en esta etapa entran «Llamada al Yeti», «Cien consuelos», «Por si acaso» y «Un gran número», entre otros.

A la hora de recibir el premio Nobel, entregado el 10 de diciembre de 1996 en Estocolmo, se dijo que había sido escogida por:

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La personalidad de Wislawa

Wislawa fue una mujer entregada a las letras pero poco habladora. Escribió desde la sombra y para ella, y sus versos han sido la clara expresión de un alma en pena, dudando de todo, hasta de su propia existencia, sintiéndose polvo casual de un paso incorregible y fugaz, así escribió en su poema «Del montón»:

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En ese poema resalta las curiosas casualidades que vuelven a un ser ave, a otro mamífero y a ella misma persona, a unos criados para convertirse en abrigo de pieles y al ser humano para temer y comparar lo que otras especies son. Alucino al leer este poema por la fantástica concepción que Wislawa tenía de la naturaleza, bella, perfecta y acechada por la presencia del ser humano, capaz de destruirlo todo a su paso. Y otra de las cosas, es esas casualidades de la existencia que nos llevan a ser nosotros mismos, pudiendo haber sido tantos otros, personas, animales, plantas, minerales…

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Wislawa fue una mujer capaz de hablar sin temor de la guerra, de los enemigos de la humanidad, incapaz de odiar, pero sabiendo que esa característica la alejaba un poco de las personas porque:

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En su poesía la memoria ocupa un lugar primordial, esa necesidad humana de ser recordados y de recordar a aquellos que por nuestra vida pasaron. La necesidad de convertir los recuerdos en algo accesible, en algo puro que se acerque a nosotros y nos toque sin miedo. Esto es lo que puede leerse en «Día 16 de Mayo de 1973».

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No queda mucho más que decir, ¡Léanla! Y les recomiendo que no se pierdan este precioso vídeo de la película «El hombre que corría tras el viento», una película de Juan Pablo Martínez e Ismael Serrano que habla sobre las casualidades, los encuentros dotados de las coincidencias ordinarias, en ella se hace referencia a uno de los poemas más perspicaces de Wislawa, «Amor a primera vista».



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