Ana María Matute, escritora, hada y niña

Llegó a mí tarde. Cuando ya había pasado los 20 años. Sin embargo fue un flechazo a primera vista. Me he visto tan identificada con su obra y su inocencia que me he fascinado por todo lo que crearan sus manos. Estoy hablando de una de las escritoras españolas por excelencia de este siglo, Ana María Matute.

¿Es la Matute un hada encubierta?

Ana María Matute se define como una mujer rara, renegada de los convencionalismos y capaz de dejarlo todo con tal de sentarse a escribir o leer. Cuenta que tuvo una infancia solitaria y que, posiblemente, una de las razones que la impulsó a convertirse en la escritora fue el hecho de haber sido tartamuda. Esto la llevó a aislarse, y a escoger en lugar de la palabra oral, el papel como una forma más directa y clara de decir lo que pensaba y sentía. ¡Qué lindo saber que todavía quedan personas así de raras!

Una vez en una entrevista le preguntaron a Ana María si conocía a los gnomos y las hadas y, de ser así, si podía contarnos cómo eran. Ella aseguró que sí, luego dijo de los primeros, que no podía definirlos en una oración pues los había de muchas clases y de diferentes nombres. Contó que ella a los que más conoce es a los del bosque.

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¿No será la Matute una de esas hadas? se la ve tan llena de vida con sus 86 años, tan amante de la fantasía, tan deseosa de conocer nuevas historias y compartirlas, que no me extrañaría que fuera un hada disfrazada de escritora.

La guerra y el poniente en el Sahara

Ana María dice que según le han contando en uno de sus viajes a Argelia, en el Sahara el sol se oculta de forma brusca, cae y de golpe se hace de noche; asegura que este hecho la hace pensar en el final de la infancia: de un día al otro se termina. Un día, de pronto te quedas sin nada, con las manos vacías y tienes que reconstruirte a ti mismo.

Su infancia se interrumpió brutalmente con el estallido de la Guerra Civil Española. Como en el Sahara, el sol se ocultó y al descubierto quedó el dolor, la muerte, la violencia… Tanto la marcó ese momento de la historia de su país, que recién varios años después de comenzar a publicar pudo hablar de él. Sus palabras lo dicen todo:

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El paraíso de la infancia

La infancia, ese paraje inhabitado, nos acompañará toda la vida, es lo que permite definirnos como persona. No es necesariamente un lugar precioso al que desearemos volver, hay vivencias muy duras, pero sí está claro que las experiencias de ese período nos marcaron considerablemente.

De acuerdo a la infancia que hayamos tenido seremos personas adultas más o menos capaces de soportar las pérdidas, más o menos ávidas de relacionarnos, más o menos lúcidas a la hora de mostrarnos frente al mundo.

Ana María Matute está convencida de que esa etapa de la vida caminará contigo hasta que te mueras y que hagas lo que hagas por desgarrarla, no lo conseguirás, a lo sumo taparla o asfixiarla, pero no despegarte de ese niño que fuiste. Ese niño sigue allí en lo hondo de tu ser y sale cuando menos lo piensas.

En su obra la Matute rememora ese período de la vida una y otra vez, permite descubrir ese fantástico universo de la infancia, donde las preguntas y el asombro son principales protagonistas. Ella, con 86 años nos ayuda a reencontrarnos con la inocencia perdida en tantos años de consumismo y vida vulgar, lo que desgraciadamente por malinterpretar la vida, termina significando la adultez.

La memoria y la pasión en la Matute

Hablar de la guerra cuando no la has vivido, intentar rescatar la memoria con el fin de que no se pierda el padecimiento y que tanto dolor sirva para enseñarle algo a alguien, puede resultar una tarea conmovedora y sumamente necesaria; sin embargo, contar los hechos cuando los viviste en carne propia no resulta tan sencillo, tal es así que muchos autores no lograron compartir esa parte del pasado con sus lectores.

Repasar el dolor, la desesperación, el vacío causado por las bombas, el griterío, la orfandad, la humillación, las pérdidas… es demasiado duro. Te hace respirar un aire envilecido y sentir el despertar de esos odios olvidados. Para Ana María, hablar de aquello no resulta sencillo tampoco, la guerra le arrebató su infancia, como a Adriana le quitó a su padre, sin embargo, se atreve y con esa pasión que la caracteriza tacha la opresión y la violencia con su dedo índice sin dudarlo.

Es Ana María seguramente una niña que ha sabido reconstruirse a sí misma, compartiendo con quienes adoramos la literatura preciosas e inocentes historias, que pueden ayudarnos a entender más la existencia. Según Esther Tusquets, escritora amiga de la Matute, lo único que le interesa a ella es el amor y la literatura. Ana María responde afirmativamente:

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Comentarios3

  • herminia trejo

    más que hermoso el artículo, me quedo con las historias filtradas por sus manos, y amor por la literatura, como dice María. pero más aún, HAY QUE VIVIR, y le agrego la vida tiene sus luces y sus sombras, pero es bella SÓLO HAY QUE ATREVERSE A VIVIRLA..

  • Elsy Alpire Vaca

    Este hermoso artículo sobre la escritora Ana María matute, es un aliento de esperanza a muchas escritoras que al tener 70 años se asustan ante el futuro, sin embargo ésta es un ejemplo de vida, de producción literaria y de esperanza a seguir siriviendo a los demás. que lindo!!!! Gracias.

  • macridi

    Gracias Poemas del Alma, por permitirme acceder al conocimiento de esta Señora de las letras, Ana María Matute. Me pareció una personalidad subyugante y con la que me he sentido identificada en algunos puntos fundamentales. Coincido en que la infancia es quien nos nutre para toda la vida; por lo que es la etapa en que todos los aprendizajes, los valores, y, que los hechos que se puedan vivir circunstancialmente marcan definitoriamente la vida emocional de las personas. Haber vivido una guerra, el maltrato infantil, el hambre y otras experiencias, podrán opacarse pero resurgirán en el momento menos esperado. Solo personas de gran inteligencia y extrema sensibilidad son capaces de revertirlos yde reconvertirlos para sí y para los demás, como lo ha hecho esta admirable escritora, a la que le atribuyen el epíteto de hada. Coincido también con sus palabras de que para" poder escribir se debe de vivir". Creo que las vivencias personales, las de otrso congéneres, y las que nos aportan la literatura de otros escritores, son las que nutren la mente y el espíritu, para que luego la pluma se pueda deslizar (hoy las manos en los teclados) tejiendo esas historias que luego atrapan. Saber de ella me ha dejado el deseo de leerla. Gracias por la tarea que realizan difundiendo la vida y obras de grandes escritores y poetas.



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