Los clásicos jamás se marchan

Pese al auge de los best sellers y de ciertos títulos que se venden y leen masivamente, existen un montón de obras que han sido escritas hace décadas o centenarios y aún ocupan un lugar importante en nuestra librería.

En este artículo hablaremos sobre algunos libros clásicos que considero de irremediable lectura.

Los clásicos griegos

Los griegos nos han dejado un importante legado no sólo en cuestiones de organización social, sino también en el campo de las ciencias y, cómo no, en la literatura. Sus obras clásicas, aún las leemos con la misma devoción que hace siglos.

Algunas de las primeras historias que pertenecen a esta época son «La Iliada» y «La odisea», que narran historias épicas tradicionales recogidas por Homero.

Posteriormente surgieron muchas otras obras y varios autores comenzaron a desarrollar tanto historias cómicas como tragedias.

Como mis favoritas son las tragedias, les presentaré una que, desde mi punto de vista, es increíble y que, luego de haberla leído una decena de veces, continúa conmoviéndome y llevándome a analizar un montón de cuestiones que tienen que ver con la mente y la forma en la que hacemos las cosas los seres humanos, que parece no haber cambiado en miles de años.

Mi trágico favorito es Sófocles y la obra «Ayak», que debe su nombre a un fuerte guerrero. Como todas las obras de este género, esta historia se encuentra irradiada de severos conflictos.

Su protagonista, furioso porque Odiseo, otro guerrero, ha recibido como recompensa a su trabajo militar la armadura de Aquiles, decide tomar cartas en el asunto y exigir que se le respete más que a éste.

A partir de este problema comienza el resto de los tormentos para Ayak, debiendo soportar mentiras y estafas por parte de las personas que él creía confiaban en él o incluso le amaban. No voy a decir nada más, ¡hay que leerla! De hecho, tanto hablar de ella, me han entrado ganas de volver a vivir esa historia 🙂

Entre Faulkner y Joyce

Dentro del modernismo americano sin duda Faulkner es uno de los autores más destacable y, si hablamos de él, no podemos olvidarnos de su novela «Mientras agonizo» (aunque hay muchas otras que merecen ser leídas como «El ruido y la furia» o «Luz de agosto»).

Fue publicada por primera vez en 1930 bajo el título original de «As I lay dying» y es la cuarta novela en la carrera de William Faulkner, que fue escrita, según lo dicho por el propio autor en un lapso de «seis frenéticas semanas».

Como muchas de las obras de este autor a lo largo de la lectura te encuentras con los pensamientos de los personajes de una forma fluida, contradictoria, única. Ésta tiene la particularidad de contar con unos 15 narradores diferentes, que van llevándote a lo largo de la historia y te exigen una postura, es decir que como lector no puedes quedarte al márgen.

En esta obra se narra la muerte de Addie Bundren y la travesía en la que su esposo, un humilde granjero de Mississippi, se ve envuelto para satisfacer los deseos de su amada de ser enterrada en su pueblo, Jefferson. Los universos emocionales de cada uno de los integrantes de la familia se ven expuestos a lo largo de la historia, lo cual pone en peligro la unidad familiar en más de una ocasión.

Otra obra indispensable de esta primera mitad del siglo XX es «A Portrait of the Artist as a Young Man» de James Joyce, conocida en español como «Retrato del artista adolescente».

Dicha obra narra la historia de Stephen Dedalus, un chico (el álter ego de James) y su intento de dedicarse al arte, pese a las opiniones dispares de su entorno. Está narrada desde la perspectiva del propio protagonista y va intercambiando estilos, primero de forma indirecta pero a medida que avanza se ve más comprometido, hasta llegar a confluir en un monólogo interior absolutamente profundo y arrollador.

Al igual que Faulkner, Joyce presenta una literatura amplia que no te deja indiferente, te exige plantarte de cara a la existencia y tomar partido en la historia. Como en otras de sus obras, el autor irlandés, presenta una crítica a las convencionalismos presentes en la sociedad burguesa, sobre todo lo referente a las leyes religiosas.

Cabe mencionar que otra de las obras de Joyce que ni hace faltar mencionar es «Ulises», sin duda su obra maestra y que le ha valido la fama.

Los infaltables rusos

Por supuesto que existen muchas otras obras dignas de ser leídas. Pese a que no me ha dado el espacio y el tiempo quiero recomendar por supuesto la literatura rusa del siglo XIX, el siglo de Oro de las letras de este país.

Novelas como «Guerra y Paz» de Liév Tolstói, «El príncipe idiota» de Fiódor Dostoyevski, «Padres e hijos» de Iván Tuergueniev o «El torrente de hierro» de Aleksandr Sefimóvich, no sólo presentan una innegable cualidad literaria, sino que poseen un contenido auténtico que como todas las mencionadas en este artículo les servirán para repensar su propia existencia y establecer una crítica con respecto al mundo y a la vida.

Soy de las que piensan que la literatura si no sirve para pensar, no tiene una razón de ser; aún de las historias más irrisorias podemos sacar conclusiones, y si hablamos de literatura clásica, seguramente en cada lectura encontraremos nuevas conclusiones y vías para desarrollar el pensamiento. ¡A leer se ha dicho!

Comentarios1

  • Caracola

    Pues si, a leer se ha dicho !!! me gusta “Ayak”, lo buscarè. Gracias Textil, magnificas reseñas 🙂
    Abrazosss



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