José Ángel Valente

José Ángel Valente fue un escritor oriundo de España, nacido en Orense el 25 de abril del año 1929 y fallecido en Ginebra el 18 de julio de 2000. Como muchos otros hombres de letras, cursó la carrera de Derecho, aunque también obtuvo la licenciatura en Filología Románica, materia de la cual dio cátedra en Inglaterra. Durante dos décadas, hasta que cumplió los 51 años de edad, vivió en Suiza; más tarde pasaría también temporadas en Andalucía y París.
Su poesía presentó una peculiar evolución, partiendo de una coherencia con la Generación del 50, para finalmente girar entorno al misticismo desarraigado de cualquier creencia religiosa. Entre sus más de dos decenas de poemarios publicados, destacan los títulos "A modo de esperanza", "Tres lecciones de tinieblas" y "Fragmentos de un libro futuro". Contamos con una completa selección de sus poemas, donde sobresale "Poeta en tiempo de miseria". A través de su trabajo ensayístico, también abordó temáticas abstractas y le interesó especialmente la pintura. Algunos de sus libros más importantes son "Las palabras de la tribu" y "Hermenéutica y mística".
Valente tuvo una de las carreras más brillantes de la literatura española, y el Premio Adonais o el Nacional de Poesía (el cual obtuvo en dos ocasiones) son tan sólo una pequeña muestra del reconocimiento que recibió.

Poemas de José Ángel Valente

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de José Ángel Valente:

ODA A LA SOLEDAD


Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Como por negra magia de la mano izquierda
Cayó desde su cielo,
Cada vez más radiante, igual que lluvia
De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto, y quebrantaron
Al fin todos sus huesos,
Por una diosa adversa y amarilla
Y tú, oh alma,
Considera o medita cuántas veces
Hemos pecado en vano contra nadie
Y una vez más aquí fuimos juzgados,
Una vez más, oh dios, en el banquillo
De la infidelidad y las irreverencias.
Así pues, considera,
Considérate, oh alma,
Para que un día seas perdonada,
Mientras ahora escuchas impasible
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Suspensión de los tiempos
La sucesiva imagen de tu culpa
Ah soledad,
Mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado.

EL ADIOS


Entró y se inclinó hasta besarla porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta)

Había un espejo humedecido que imitaba la vida vagamente. Se apretó la corbata, el corazón, sorbió un café desvanecido y turbio,explicó sus proyectos para hoy,sus sueños para ayer y sus deseos para nunca jamás

(Ella lo contemplaba silenciosa)

Habló de nuevo. Recordó la lucha de tantos días y el amor pasado. La vida es algo inesperado, dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.)

Al fin calló con el silencio de ella,se acercó hasta sus labios y lloró simplemente sobre aquellos labios ya para siempre si respuesta.

EL CRIMEN


Hoy he amanecido
como siempre, pero
con un cuchillo
en el pecho. Ignoro
quién ha sido,
y también los posibles
móviles del delito.

Estoy aquí
tendido
y pesa vertical
el frío.

La noticia se divulga
con relativo sigilo.

El doctor estuvo brillante, pero
el interrogatorio ha sido
confuso. El hecho
carece de testigos.
(Llamada de portera,
dijo
que el muerto no tenía
antecedentes políticos.
Es una obsesión que la persigue
desde la muerte del marido.)

Por mi parte no tengo
nada que declarar.
Se busca al asesino;
sin embargo,
tal vez no hay asesino,
aunque se enrede así el final de la trama.

Sencillamente yazgo
aquí, con un cuchillo...
Oscila, pendular y
solemne, el frío.
No hay pruebas contra nadie. Nadie
ha consumado mi homicidio.

MATERIA


Convertir la palabra en la materia
donde lo que quisiéramos decir no pueda
penetrar más allá
de lo que la materia nos diría
si a ella, como un vientre,
delicado aplicásemos,
desnudo, blanco vientre,
delicado el oído para oír
el mar, el indistinto
rumor del mar, que más allá de ti,
el no nombrado amor, te engendra siempre.

SOLO EL AMOR


Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo solo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que solo el amor
abra tus labios a la luz del día.

A USTED


A usted le doy una flor,
si me permite,
un gato y un micrófono,
un destornillador totalmente en desuso,
una ventana alegre.
Agítelos.
Haga un poema
o cualquier otra cosa.
Léasela al vecino.
Arrójela feliz al sumidero.
Y buenos días,
no vuelva nunca más, salude
a cuantos aún recuerden
que nos vamos pudriendo de impotencia.

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