«Las horas derramadas», de Pablo Di Marco —Editorial Trifaldi—

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La literatura es un espejo al que nos miramos para ver cuánto de cierto hay en el placer de existir; cuánto que nos estamos perdiendo. La literatura funciona en tales situaciones como una especie de manual que nos ayuda a ordenar nuestra historia, nuestras necesidades y nuestros sueños. El paso del tiempo tiene esa misma relevancia en nuestra vida porque nos obliga a girarnos un minuto para ver dónde estamos y qué ha quedado de aquel nosotros que deambulaba por el país de la infancia con ojos de deseo.

«Las horas derramadas» de Pablo Di Marco (Trifaldi), ganadora del XXI Premio de Novela Ategua, se construye sobre esa necesidad lectora y nos ofrece, además de disfrute, la posibilidad de enfrentarnos a nuestro reflejo para cuestionarnos. Es un libro que navega entre fantasía y realidad y se erige, cual catedral, sobre una estructura sólida y una prosa cuidada.

Una novela sobre el coraje

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Un joven, Gabriel Desalvo, visita a su padre que se encuentra internado en un geriátrico. Aplastado por la vida, intenta convencerse de que un día todo va a cambiar (esa forma de autoengaño a la que tan acostumbrados estamos los humanos), para no explotar, para no perderse. La desidia del personaje se manifiesta ya desde las primeras páginas: en otra época supo reír, ya no; en otro tiempo leyó, ahora sólo tiene vagos recuerdos de esas lecturas; en el pasado fue un niño soñador y amable, ahora se encuentra acomodado a una realidad que no le agrada, pero frente a la que no tiene el coraje de rebelarse. Coraje es la palabra fundamental de este libro. Es lo que Gabriel busca con todas sus fuerzas a lo largo del libro.

Pero Gabriel Desalvo no es lo que llamaríamos un pusilánime. En todo caso es una figura que representa la debilidad humana, la desesperación por no poder aferrarse a una realidad y cambiarla; un tipo vulnerable que se ha dejado guiar siempre por los miedos y tiene grandes dificultades para descubrir lo que siente-desea-espera de la vida. Una caracterización un tanto gris, lejos del típico personaje de niño humilde que causa ternura por sus despistes, tan presente en el género de la fantasía. Pero es que Di Marco con esta novela ha intentado ir más allá de los límites del género y esta es una de las cosas que vuelve más interesante esta lectura.

La fantasía a la que se aferra Di Marco es sutil, pero está ahí, en una forma que combina lo onírico con la realidad. Una fantasía que podría explicarse como ese adormecimiento al que somos propensos los humanos, para no aceptar los errores; esa actitud acomodaticia frente a la vida. A modo de viaje interior, Gabriel se ve obligado a revisar su historia gracias a esa irrupción de lo irrisorio en la realidad, y en ese momento descubre aquello por lo que vale la pena morir-luchar: la amistad, el amor, la libertad. La forma en la que se enfrenta a sus propias emociones para con Aída, es absolutamente tierna y nos impulsa a la media sonrisa. Será esta relación y la que establece con Soleado, un perro callejero, lo que le brinde chispas de luz a lo largo del camino , y otorguen intensidad a la trama.

En la vuelta a «casa», aparece otro de los elementos significativos de la novela: un guiño a la literatura y en ella, al género épico. La ciudad devastada, la incapacidad para reconocer el entorno y reconocerse en él, que vive Gabriel nos obliga a pensar en el mito del héroe tan bien formulado por Homero y Virgilio en el regreso de los guerreros a la patria. Este detalle me ha gustado especialmente y pienso que le otorga a la novela un carácter auténtico.

Estamos frente a una novela muy entretenida que intenta reflejar la facilidad inherente a nuestra especie para desperdiciar las oportunidades y la sensación de haberlo perdido todo por nada. Nos encontramos con esa pregunta que nos persigue según llegamos a cierta edad: pero ¿en qué he gastado yo todos estos años de mi vida? y vemos cómo aflora la sensación de fracaso y de desidia, la cual podríamos decir representa el sentimiento o la actitud constante del protagonista.

Una novela llena de inocencia

«Las horas derramadas» es una novela de iniciación en la que podemos ver representadas las emociones que perviven en nosotros en ese paso de la infancia a la adultez. Es una historia que explora los cambios que experimentamos según avanzamos en la vida y que se enfoca en las emociones que esa metamorfosis provoca. Y aunque es arriesgado afirmar esto, porque en este caso la transformación del personaje tiene lugar en su vida adulta (ya avanzados y superados los treinta años), tengo una buena razón para hacerlo. Una condición que creo imprescindible para clasificar una obra en este género es su tono: debe destacarse en él una voz limpia e inocente y una ilusión por el futuro. Y pienso que «Las horas derramadas» reúne esta condición con creces, ya que su inocencia, su ternura y su ritmo acompasado se abalanzan sobre nosotros y nos catapultan a las emociones lectoras de la infancia.

Sin embargo, hay un detalle muy peculiar para señalar. Una de las características fundamentales de las novelas de iniciación es el camino de aprendizaje que vive el personaje: comienza perdidísimo y al cabo de unas cuántas páginas lo ves más resuelto y encaminado; en «Las horas derramadas» Di Marco propone una vuelta de tuerca a las bases del género al presentarnos a un protagonista que mucho anda y poco aprende. Y parece mentira, pero tanto nos acostumbramos a las fórmulas de los géneros literarios, que en una primera lectura esta cualidad de la novela puede resultarnos un poco chocante, y es al releerla que entendemos que es justamente en ese punto en el que reside uno de sus grandes hallazgos. Es más, pienso que esta característica disimula un acto de rebeldía contra el género de la fantasía (donde las cosas terminan encaminándose casi siempre) que podría hacernos pensar en el asumido por Cervantes al escribir El Quijote, ridiculizando a las novelas de caballería tan populares de la época. ¡Siempre se agradece la osadía en un autor!

La prosa de Pablo es directa, nos lleva de la mano y consigue hacernos sentir esa grisura que atraviesa los cimientos del personaje, y su historia. No obstante, en ocasiones parece detenerse demasiado en detalles que no aportan algo sustancioso a la narración, como diálogos que se extienden más de lo necesario y que son un poco predecibles, o un exceso de autoreflexión en el narrador. De todas formas, son nimiedades que en nada afectan el disfrute, que es de verdad lo que venimos a buscar en los libros. Y, sin duda, es una precosa novela, que se halla escrita con responsabilidad y muy buen gusto.

¡Lean «Las horas derramadas» para recuperar ese gusto inocente de la lectura sin las limitaciones de las fronteras! La experiencia de leerlo será sin duda como

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LAS HORAS DERRAMADAS
Pablo Di Marco
Editorial Trifaldi
978-84-945302-1-0
160 páginas
14 €



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