La muerte de Pablo Neruda es objeto de estudio desde hace muchos años. Durante un largo tiempo se creyó que el poeta chileno había fallecido como consecuencia del cáncer de próstata que padecía, tal como se detalló en su certificado de defunción. Sin embargo, hubo quienes siempre dudaron de esa versión, sospechando que se trató de un deceso provocado por acción de un tercero.
Para el chofer del escritor, Manuel Araya, Neruda fue envenenado. Por eso, en 2011, el Partido Comunista de Chile solicitó la exhumación de los restos. Cabe recordar que Neruda murió el 23 de septiembre de 1973, pocos días después de producirse el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de Salvador Allende y que marcó el inicio de una dictadura militar.
En la jornada previa a su muerte, Neruda se sentía bien y había expresado su intención de exiliarse en México, según resaltó quien era el embajador de dicho país en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá. Esta afirmación no hizo más que aumentar las sospechas sobre la verdadera causa del fallecimiento y contribuyó a impulsar la investigación.
En 2013, finalmente, se autorizó la exhumación del cadáver. Una de las primeras conclusiones del análisis de los restos fue que, efectivamente, el poeta padecía un cáncer avanzado con metástasis que lo ubicaba en una situación terminal, aunque eso no descartó un eventual envenenamiento.
Ahora la novedad es que dieciséis peritos internacionales convocados por el juez Mario Carroza determinaron, de manera unánime, que Neruda no murió por dicho cáncer. El vocero (portavoz) de los expertos, Dr. Aurelio Luna, aseguró que el estudio permitió “establecer al cien por cien” la falta de caquexia, recoge ABC. Esto significa que el certificado de defunción que en su momento entregó la Clínica Santa María presentaba información falsa.
Los restos del cuerpo de Neruda se seguirán analizando en laboratorios de Canadá y Dinamarca. El objetivo es centrarse en una bacteria que se encontró en el cadáver para saber si pudo tratarse de un cultivo que se le inoculó en el centro médico mediante una inyección.
El juez Carroza habló de la “posibilidad” de que, efectivamente, haya habido una “intervención de terceros” en el fallecimiento del creador de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, recoge El País. Todo indica que la verdad está más cerca que nunca.
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