El vino del estío, de Ray Bradbury

En 1957, cuatro años después de la aparición de “Las doradas manzanas del sol” y “Fahrenheit 451”, el escritor estadounidense Ray Bradbury amplió su producción literaria a través de “El vino del estío”, una novela traducida a numerosos idiomas que, al igual que otros títulos de su autoría, ha cautivado a un gran número de lectores alrededor del mundo.

El vino del estíoEste material de lectura obligada para todos aquellos que tienen al genial Bradbury entre sus autores preferidos basa su trama en las vivencias de Douglas Spaulding, un muchacho que, durante tres meses, observa y percibe los rituales que sólo pueden surgir en verano.

La época estival le brinda a este joven personaje la posibilidad de acercarse hacia lo fantástico y cotidiano, ya que frente a él no sólo quedarán expuestos la vida y la muerte, la existencia del tranvía, el rescate de las hamacas que permanecen olvidadas en invierno, la costumbre de cosechar el vino del estío y la obligación de limpiar las alfombras para recibir la nueva estación, sino también algunas extrañas y asombrosas máquinas que son capaces de hacer realidad lo imposible y maravillar a todo aquel que descubre sus utilidades.

Tanta popularidad alcanzó este relato con el paso del tiempo que, en 1971, los astronautas que formaron parte de la misión Apolo 15 decidieron bautizar como “Dandelion” a uno de los cráteres localizados en la Luna en honor al título original de esta novela que, en esta oportunidad, ha querido recordar Poemas del Alma.

Si el contenido de “El vino del estío” los entusiasma y los deja satisfechos, tal vez sientan interés por conocer la segunda parte de esta interesante propuesta inspirada en la infancia. El texto que le ha dado una continuación a ese viejo libro es “El verano de la despedida”, una novela de perfil autobiográfico ambientada en octubre de 1929.



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