Pocos deben ser los habitantes del planeta Tierra que no hayan oído hablar de «El Zorro». Esta frase, repetida hasta el cansancio por millones de niños, jóvenes y adultos a lo largo del mundo, refiere a un popular personaje de ficción creado por el escritor Johnston McCulley, quien presentó en sociedad a este mítico héroe a través de «La maldición de Capistrano», un cuento publicado en 1919 que, con el tiempo, fue traducido a más de 25 idiomas.
Lejos de pasar desapercibido, este valiente combatiente del crimen que, cuando no está bajo la influencia de su capa y espada, es el apacible Diego de la Vega, el descendiente de un respetado hacendado español que vive en California, logró cautivar tanto a los lectores como a los colegas de McCulley.
Bajo el prestigio de ser considerado como uno de los primeros héroes de ficción del mundo moderno, «El Zorro» pronto dejó de ser un invento del universo literario para transformarse en la estrella de numerosas películas, series televisivas y hasta de un libro publicado por Isabel Allende.
Seducida por este personaje, la escritora chilena comenzó a investigar sus características y, tras un interesante e intenso proceso de creación, en 2005 presentó «El Zorro: comienza la leyenda», una novela que, por narrar la niñez y adolescencia de Diego de la Vega (a quien Allende imaginó como fruto del amor entre un capitán español y una india de espíritu indómito), está señalada como la biografía ficticia del héroe.
Como sabrá más de un fanático del Zorro, la fama de este justiciero se vio potenciada por el encanto de personajes como Bernardo (un colaborador que se hacía pasar por sordomudo para beneficiarlo en sus aventuras) y el Sargento Demetrio López García, un militar algo torpe que siempre fracasaba en sus intentos por atrapar al enmascarado.