«Todo cuanto amé», de Siri Hustvedt —Seix Barral—

«Todo cuanto amé», de Siri Hustvedt —Seix Barral— es un libro sobre la fuerzas vitales que nos mantienen en vilo: el amor, la traición, la pérdida; y nuevamente el amor, la lealtad. Podemos explicar los accidentes que hacen posible el desarrollo biológico (casi) pero todo lo que sabemos nos resulta insuficiente para establecer una idea contundente sobre esa experiencia compleja a la que llamamos vida. Acerca de esa incomprensión escribe con maestría Siri.

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¿No te parece? Leer a Siri es como entrar en un mundo onírico imposible. No creo que exista otra autora que me resulte más hipnótica. Entro en sus libros, como quien sabe que ahí donde va, dolerá, pero con la inevitable certeza de que saldré menos entera pero más viva. En «Todo cuanto amé», de Siri Hustvedt —Seix Barral— descubrimos una novela fabulosa que se aferra a lo que nos conmueve de la vida, que se apoya en lo que podemos explicar y que intenta ir un poco más allá: para explorar el carácter etéreo de la experiencia vital. Y Siri lo hace entremezclando –una palabra que es seña de identidad en este libro– sus conocimientos técnicos acerca del funcionamiento de la mente humana y su pasión por el arte. Estamos ante un libro erudito escrito con toda la sencillez, el entusiasmo y el oficio que se pretende de los libros que nos transforman. Cabe mencionar que la impecable traducción ha corrido a cargo de Gian Castelli Gair.

El lenguaje y los objetos, como puntales de la memoria

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El puntapié inicial de la historia son unas cartas que el protagonista, Leo Hertzberg, descubre en un libro que perteneció a su amigo Bill Weschler. Comienza así a narrarnos la historia de ambos. Las cartas de amor que escribió Violet a Bill muchos años atrás y de cuya existencia Leo estaba al tanto, aunque no de su contenido, le servirán para reconstruirse. Asegura que desde el momento en el que las encontró supo que escribiría este libro. El pasado va invadiendo el pensamiento y las páginas y sin que nos hayamos dado cuenta ya estamos viviendo por Leo, por Violet…

Nada de esta historia podría explicarse ni entenderse sin comprender la amistad tan significativa que mantuvieron Leo y Bill. Este libro nos regala en ese sentido una fábula sobre los lazos inexplicables que nos unen a otros. Él, historiador de arte, supo ver en Bill, el artista, a un hombre talentoso y necesitado de afecto. Y su interés por el pintor y por el hombre deviene con el tiempo en una relación profunda y duradera. Pero será gracias a esas cartas, insospechadas y nimias, que Leo recuperará el pasado; y aquí quizás valdría destacar lo aleatorio de la memoria y de la literatura –lo que nos empuja a recordar, materia que se deshace, parece insignificante a los ojos de los otros–.

Aunque Leo se observa a sí mismo con cierta extrañeza en cada una de las etapas de su vida, consigue armar una historia creíble y coherente –¿rellena la memoria los huecos de la ausencia?– Aparecen así, su relación con Erika, el duelo que le cambiaría para siempre, su visión del arte, sus miedos, las búsquedas de Violet con las que se siente tan identificado y un cuadro de Bill que lo enlaza-envuelve todo. Leo es un espectador de su propia vida porque todo lo que contamos de nosotros es en pasado, como si lo viéramos tras una ventana, ya no como actores. Esa idea de la mirada presente que redefine el pasado me parece sumamente interesante.

Una de las obsesiones de Leo es el paso del tiempo y por eso conserva pequeños objetos guardados en un cajón, que le permiten atesorar instantes, para volver a ellos cuando es atrapado por la melancolía. Leo conserva cosas significativas que, como las personas, se entremezclan, se contaminan, y le sirven para consolidar su idea de la vida. A veces las ordena, las separa, porque algunas cosas no quiere que se vean la cara. Ese cajón simboliza de una forma fascinante la manera en la que acomodamos los recuerdos, y asimismo, las conexiones y asociaciones que realizamos para entender la vida, literatura. Una imagen muy junguiana pero también muy literaria.

Esa necesidad de que el pasado no se nos vaya, de conservar los gestos, aunque sea en una entrada de cine, en un trozo de cartón, me parece además un gesto definitorio de un personaje fascinante. Me atrevería a decir que ese recurso que tiene mucho que ver con la construcción onírica, para ayudar a la memoria a construirse, es una de las cosas más hermosas de este libro.

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La histeria, los trastornos emocionales y el arte

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En una entrevista hace un tiempo le preguntaron a Siri si todo lo que sabía sobre neurociencia se lo había enseñado Paul, su esposo. Ella respondió que no. El periodista insistió porque estaba seguro de que ella se quebraría y reconocería que su sabiduría se la debía al hombre con quien compartía su vida. Siri se rió y le dijo que Auster no está interesado en el tema. Sólo alguien muy ignorante, sería capaz de hacer una pregunta tan desubicada. Sólo alguien que, por otra parte, no hubiera leído la obra de ambos.

Justamente una de las cosas que tienen en común los libros de Siri es esa pasión por desvelar lo que tiene lugar en nosotros cuando vivimos, por qué reaccionamos de forma diferente ante las mismas cosas, por qué lloramos, por qué nos obsesionamos, y apoya cada idea con una contundente prueba clínica.

El arte, la literatura, las ciencias. Todo entremezclado, como dice Violet que lo estamos las personas. Que Hustvedt se haya apoyado en esa maravilla que es «La invención de la histeria: Charcot y la iconografía fotográfica de la Salpêtrière», de Georges Didi-Huberman, y en otros documentos científicos para darle credibilidad y forma a su discurso, o mejor dicho, para elaborar una reflexión filósofica sobre lo que la ciencia cree que es el comportamiento humano, me parece uno de los rasgos más interesantes del libro.

Entrar en un libro de Siri es atreverte en un camino de búsqueda interior, donde los mecanismos neuronales y las palpitaciones musculares del cerebro juegan un papel fundamental, y saber que vas a aprender o intuir un poco más sobre quién eres. En «Todo cuanto amé» el discurso en este aspecto se interesa por los trastornos que afectan el comportamiento y que están ligados a la comprensión del lenguaje. Y también el límite moral que rodea ciertos trastornos, y el lugar que ocupa el deseo en todos ellos.

La mente, ese misterio. Por qué recordamos algunas cosas y otras, no; qué patrón sigue nuestro cerebro para seleccionar unos recuerdos y echar al olvido, otros. Y qué sucede cuando alguien se sale de la norma, cuando escoge otro camino ya sea para la construcción de la memoria, como para determinar sus prioridades y su comportamiento.

Siri hace una interesante asociación entre esta forma de construir la identidad (¿qué es sino la memoria?) y la escritura. Dos conductas que comparten origen: la perspectiva. Ese elemento vital de definir para contar una historia, ¿qué importancia tiene en la configuración de los recuerdos? ¿Cuando recordamos podemos realmente recuperar la mirada de ese tiempo lejano o lo hacemos desde un yo espectador-lector?

Aquí entra en juego la facilidad de Hustvedt de saltar de un tema a otro, de mezclarlo todo, de hacer de cualquier cosa literatura. En «Todo cuanto amé» hay una historia, pero hay también interesantes ventanas para pensar el mundo. Hustvedt hace un especial énfasis en el dermografismo, usando como punto de referencia la experiencia de Augustine, en la Salpêtrière, los trastornos de la alimentación y las ausencias neuronales que nos llevan a convertirnos en unas personas u otras, y lo que afecta nuestra percepción de nosotras mismas y del mundo la forma en la que somos miradas, juzgadas, diagnosticadas.

Violet, uno de los pilares de la historia le servirá a la autora para introducir las reflexiones, las preguntas, las inquietudes de forma absolutamente fluida y conseguirá que leamos este libro más como una fábula que como un ensayo; pero en realidad como todo lo que escribe Siri, se encuentra a mitad de camino entre los géneros, ofreciéndonos lo mejor de la ficción y del ensayo.

Vivir entremezclándonos

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Lo que me gusta de Siri es que sabe muchísimo. Tiene una mente amplísima y es capaz de hacerte ver que en la vida todo está conectado. Consigue mejor que nadie que la literatura lo atraviese todo. Y yo, que de arte sé muy poco, con Siri aprendo a mirar. Lo que me gusta del arte es que me conmueva, y al mirar a través de sus ojos obras famosas, períodos artísticos, tendencias pictóricas, consigo sumergirme en ellas. Su forma de acercarse a las obras, y de apropiarse de ellas para reconventirlas en personajes es fabulosa; el detalle sensible y sensual de su mirada te obliga a respirar a otro ritmo. Además, así como lo ha hecho en otros de sus libros, Siri habla del arte pero también de todo lo que lo rodea: incluyendo el ideal heteropatriarcal y capitalista que se ha apoderado de este universo. Porque si el arte nos parece misterioso, cuánto más lo es el comercio del arte, dice Hustvedt.

Y lo misterioso planea sobre toda la trama de este libro. De hecho, la suplantación de identidades, las mentiras y la extrañeza transformando rotundamente todo lo que se sabía cierto y quieto, son algunos de los temas que la atraviesan. Las obras pictóricas hablan sobre ausencias que de tan silenciosas se convierten en indelebles protagonistas, de miradas que se fijan en lo que se escapa del foco, de niños que crecen con rabia y de mayores cuyas vidas se ven interrumpidas por la ausencia.

He vuelto al duelo. Cuando terminé de leer «Todo cuanto amé» pensaba que éste era el tema principal del libro. Quizás lo sea, por el hecho de que alimentó todos los otros acontecimientos que vinieron –la primera tormenta que anuncia la llegada del invierno–. La muerte lo cambia todo. Lo decimos pero no intuimos su real certeza. Nuestras lecturas siempre apuntan a nuestras propias emociones, y por eso creo que lo sentí así porque es el tema que a mí me está atravesando y como, en cierta medida, leemos para encontrarnos, me aferré a las imágenes, a las palabras para encontrar alivio. La pérdida nos conmueve a todos, porque transforma todo lo que toca, y sobre ella escribe exquisitamente en este libro Siri. Sin embargo, el tema central no es el dolor sino la luz, la certeza de que si estamos vivos vale la pena intentar algo, aunque sólo sea aferrarnos a un conjunto de objetos que podamos tocar, sentir, para experimentar en la piel el roce de algo que nos renueve, el chispazo que nos sirva para abrir las alas.

Teniendo en cuenta todo esto podríamos decir que «Todo cuanto amé» no trata tanto de la recopilación de hechos y afectos del pasado como de la búsqueda de una explicación sobre lo que nos mantiene vivos.

La literatura y el hambre

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Leer a Hustvedt es siempre toparte con una buena historia, con su trama consistente, con sus personajes coherentes, pero es también aprender y descubrir todo un mundo complejo y fronterizo, donde no hay etiquetas ni géneros que separen el lenguaje de la vida y de la teoría de las ciencias o el arte.

La complejidad de las obras de Hustvedt y su capacidad de asociación siempre me dejan boquiabierta. Es capaz de contarte en una misma oración cómo se viste alguien y enlazar eso con una obra de arte, o con un recuerdo aislado, o con una malformación genética. Y todo con una capacidad para trabajar el lenguaje y volverlo hipnótico. Yo quiero escribir como Siri, como lo hace aquí, en «Todo cuanto amé». Quiero ser capaz de hablar con la misma naturalidad de lo que he aprendido por obsesionarme investigando que de aquello que duele, y para lo que no encuentro palabras. Siri siempre las encuentra.

Escribir para localizar el hambre. Leer para explicar la materialidad del vacío del hambre. Leer a Siri es recuperar el norte, descubrir razones nuevas para leer, conocer, interpretar el mundo y lo que nos ha sucedido. ¡Lee esta maravilla de libro, por lo que más quieras!


 
 
 
TODO CUANTO AMÉ
Siri Hustvedt
Traducción: Gian Castelli Gair
Seix Barral
978-843-22-3403-3
496 páginas
20,50 €

Comentarios2

  • Luis Estable

    Esto es interesante. Que es la vida? Verdaderamente, nadie lo sabe en concreto. Es como decir, que lo que es Dios ? Nadie ha podida dar una explicacion satsfactoria.
    Gracias!

  • dogma

    Después de la reseña , me encantaría leerlo .



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