Sergio Álvarez y el realismo mágico

Seguramente todos conocemos qué es el realismo mágico. ¿Quién no ha disfrutado con voracidad de la lectura de «Cien años de soledad» o alguno de esos libros increíbles de aquella época de florecimiento de la literatura hispanoamericana? De todas formas muchos autores de las nuevas generaciones se basan en esta tendencia de crear realidades alternativas y sobrecargan las historias de atrocidad, eso opina Sergio Álvarez, autor que te presentaremos a continuación. Esperemos que lo disfrutes 🙂

Acerca del autor

Sergio Álvarez nació en Bogotá en 1965 y, además de dedicarse al cultivo de la ficción, es periodista, guionista y crítico. Reside entre sus dos ciudades amadas, Bogotá y Barcelona, donde se le considera un hijo adoptivo.

Es un intelectual interesado por la filosofía, de hecho comenzó esta carrera aunque no la terminó y en su obra intenta plasmar las respuestas a esas preguntas trascendentales que perseguimos la mayoría de las personas. En lo que respecta a su arte periodística, ha sido colaborador de diferentes medios como El País y La Vanguardia, entre otros de semejante envergadura.

Pese a que se dice que esta obra es la que le sigue a «La lectora», entre medio de ambas publicó «Mapaná», una novela juvenil orientada a generar conciencia en los jóvenes en torno al medio ambiente y el cuidado de la tierra. La cual ha tenido un gran recibimiento por parte del público lector de Colombia.

Su primera novela fue un verdadero éxito, se tituló «La lectora» y no sólo fue traducida a numerosos idiomas sino que también se hizo de ella una película y una serie de televisión.

Ahora, publica una nueva novela «35 muertos» en la que encara la realidad con toda la cordura y la precisión que le hace falta, en un intento de poner en palabras esas historias que todos los colombianos conocen pero que no se atreven a expresar.

Puntualmente, avanza sobre el tema del narcotráfico, un delicado agente que modifica y condiciona la realidad colombiana actual y desde hace varias décadas.

Álvarez y el realismo

Álvarez está convencido de que el realismo, que en su momento se trató de un movimiento magnífico, en las últimas décadas se ha convertido en una clarísima excusa para la atrocidad, para justificar aquéllo que no merece ser atendido con bondad y plasmar una realidad ficticia que adorna la propia realidad por no atreverse a nombrar esas cosas terribles que transcurren en la sociedad y que amenazan su integridad.

En esta novela, podrás encontrarte de lleno con la realidad colombiana, con las consecuencias que el mercado de la droga suscita sobre la vida social y, sobre todo, con la miseria a la que día a día deben enfrentarse miles de familias.

Una novela sobre la realidad colombiana

Posiblemente sea el verdadero rescate de la literatura colombiana, lejos de la parafernalia que ha ensuciado el género del realismo mágico en los últimos años. Álvarez asegura que le interesa recuperar recuperar el placer por narrar, rescatando viejas historias y plasmando personajes sencillos y salir de la constante introspección en la que se ha convertido la literatura latinoamericana de los últimos años.

Pero su forma de narrar y las historias que nos presenta son actuales, puede que trágicas y directas, pero me parece interesante que nos dejemos de vueltas y vayamos al grano. Poner en palabras la desigualdad social y los conflictos que sacuden a los países es sumamente importante en estos tiempos que corren; sobre todo porque es el modo que tenemos para mostrar esa realidad turbia a aquéllos que viven en otro lugar, a fin de que todos puedan comprender qué es lo que está ocurriendo.

Como lo he dicho ya tantas veces, valerse de la literatura para enfrentar la realidad y para buscar un cambio es sin lugar a dudas la mejor de las opciones y el mejor de los objetivos que podemos plantearnos como autores.

Seguramente es una novela que te atrapará desde el comienzo, porque éste es de una contundencia arrolladora, dice:

¿A qué te han dado ganas de leerlo?  Y es que «35 muertos» es una novela muy esperada, donde el autor combina de forma astral la brutalidad y la ternura a través de la que los críticos llaman «una escritura natural». Y tienen toda la razón ¡¿Qué duda cabe?!