
A lo largo de la historia han sido muchas las obras que han sufrido los achaques de la censura. En este artículo hablaremos sobre algunos autores, conocidos y otros no tanto, para quienes el proceso de publicación no fue sencillo, porque contaban y cuentan cosas que a muchos no les gusta oír.
Censura en las escuelas
Hace unos días leí un artículo que me dejó pasmada. Una maestra argentina fue amenazada por el padre de uno de sus alumnos por indicarles la lectura de una obra de Rodolfo Walsh. El hombre, militar retirado, consideraba que estaban llevando a su niño por mal camino al intentar «meterle ideas zurdas«…
Me pregunto: ¿Desde cuando leer tal o cual cosa te convierte en partidario de la causa del autor? y, aunque así fuera, ¿no deberíamos todos nacer libres y capaces de escoger aquella política que más nos convenza? ¿Por qué nuestros padres tienen tanto derecho por sobre nuestras consciencias y nos impulsan a respetar sus ideas a rajatabla? En fin, este es un texto literario, así que no voy a ponerme a hablar sobre cuestiones relacionados con la ética en la educación ni mucho menos, pero esa noticia me ha servido de desencadenante para comenzar este artículo.
Existe una lista extensísima de autores que en todo el mundo han sido encarcelados o incluso asesinados por decir lo que pensaban. En este enlace puede verse la misma, recogida por el PEN Club International.
Probablemente muchos crean que esta palabra se encuentra relegada para países antidemocráticos, sin embargo sabido es por todos que incluso en territorios donde supuestamente reina un gobierno elegido por el pueblo y que se atañe a las reglas impuestas por la democracia, no cumple del todo con dicha línea y ametralla las ideas y el razonamiento imponiendo leyes, en muchos casos sutiles, contra la libertad de expresión.

Franquismo y literatura
En España uno de los principales responsables de la muerte a la literatura ha sido en Franquismo (1936-1975), una época nefasta, de dolor, violencia y opresión de la que el pueblo todavía está recuperándose.
Durante este período muchos autores fueron silenciados, algunos, los más osados, incluso fueron asesinados; tal es el caso de Federico García Lorca que para los partidarios del Franquismo era doblemente nocivo por su condición de homosexual y por decir todo cuanto pensaba, razones que lo llevaron a morir de forma brutal.
Otros autores silenciados en este período fueron Antonio Machado, Luis Cernuda y Miguel Hernández; y muchos otros que debieron optar por el exilio a fin de no perecer en las garras de un sistema que no contemplaba la libertad de expresión como una posibilidad de crear literatura.

Censuras que llegan demasiado lejos
Cuando en 1988 Salman Rushdie publicó sus «Versos satánicos», una gran controversia se irguió en torno al artista y su obra, sobre todo en el mundo musulmán por la forma poco reverente con la que se habla del profeta Mahoma. El mismo fue prohibido en India, Sudáfrica, Pakistán, Somalía, Malasia y Bangladesh, entre otros muchos países.
Posteriormente se dictó un edicto religioso en el que se acusaba al autor de apostasía, diciendo que la obra era «una blasfemia contra el Islam«. El pecado de apostasía es uno de los pecados más graves para el Islam, se refiere al abandono de la fe islámica que debe ser condenado con la muerte. En el edicto, escrito por Ruhollah Jomeiní, podía leerse:
«Llamo a todos los musulmanes del mundo a ejecutar rápidamente al autor y los editores del libro («Los versos satánicos») en cualquier parte del planeta con el fin de que nadie nunca más ose profanar los valores del Islam».

A raíz de ese momento se cometieron actos vandálicos en contra de este libro, que incluyeron quemas de librerías enteras y protestas frente a la embajada británica (que protegía a Rushdie del linchamiento); además, cuatro traductores de la obra fueron brutalmente asesinados y 37 personas quemadas por un grupo de manifestantes que protestaban contra la obra en Turquía.
Aún hoy, a 24 años de la primera edición de «Los versos satánicos», Rushdie tiene que tomar ciertas precauciones. En enero de este año, por ejemplo, debió cancelar su participación en el Festival de Literatura de Jaipur, en India, porque fue alertado de que se había pagado a dos asesinos de la zona baja de Bombay para que le mataran. Además, en muchos países el libro todavía se encuentra en la lista de libros prohibidos.

Libros prohibidos, autores en peligro
No existe una época en que la literatura no haya sido censurada, en que los autores que de verdad tenían algo importante que decir, no hayan sufrido los embistes de los sistemas.
En la parte más reciente de la historia, entidades políticas como el nazismo crearon listas interminables de nombres que nunca deberían haber desaparecido de las bibliotecas como Bertolt Brecht, Stefan Zweig y Thomas Mann.
Durante esa época, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas alrededor de tres mil escritores fueron torturados y muchos de ellos llevados y asesinados en los campos de concentración de esa zona. La propia Herta Müller escribe acerca de ello, y de los crímenes que el socialismo obró sobre la literatura rumana en particular y la cultura de los países del este en general.
En Asia uno de los países con más autores en la lista negra es China; sin ir más lejos, el escritor Liu Xiaobo, defensor de la reforma política y luchador por la conciliación de los derechos humanos, se encuentra actualmente encarcelado por expresar sus ideas (desde hace cuatro años).
En lo que respecta a Latinoamérica, Cuba es el país que tiene un mayor número de periodistas y escritores encarcelados; por su parte, en México, se asesinó hace unos cuatro años al escritor Miguel Ángel Gutiérrez Ávila.
Otros autores silenciados de varios países latinoamericanos (algunos optaron por el exilio, otros prefirieron quedarse) fueron: Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Paulo Freire, Álvaro Yunque, Rodolfo Walsh, Nira Etchenique y Laura Devetach, entre muchos otros.
Cada vez surgen más nombres de autores que han sido silenciados, y lejos de ser ésta una situación que esté cambiando, con el correr de los años parece intensificarse la censura; sin embargo hay recursos para que se note menos, puede maquillarse la verdad a fin de que el impacto social de semejantes decisiones no sea tan notorio.
Quienes tienen los hilos de nuestras sociedades intentan vendernos la idea de una sociedad libre, donde todos tenemos igualdad de derechos, pero en la práctica esto no se cumple, y lo mismo hoy te convertís en el escritor más admirado, que mañana te sepultan para evitar que digas aquello que no conviene al sistema.
