«Perfil de sombra», de Daniel Díaz Godoy —Editorial La Dragona—

«Perfil de sombra» de Daniel Díaz Godoy (La Dragona) es un poemario que alude a la pérdida de futuro e intenta llegar al origen del desencanto a través de imágenes y metáforas nocturnas.

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A Daniel Díaz Godoy lo conocí hace varios años en un ciclo poético que se hacía en Málaga y que ya no existe. A diferencia de la mayoría de los poetas que pasaban por allí, Díaz Godoy estaba interesado en una poesía simbólica, más cerca de la subversión que permite el mestizaje entre diversas artes que del impacto cursi del lenguaje en los lectores. Desde entonces siempre he querido leer un libro suyo; rompo esta tradición de no cumplir con mis lecturas gracias a este poemario que acaba de publicar La Dragona, donde noche y camino son los hilos conductores. «Perfil de sombra» de Daniel Díaz Godoy (La Dragona) es un libro delicado en torno a la ausencia de luz frente a un porvenir cada vez más gastado. Si bien se trata de un tema muy trabajado desde la poesía de nuestro tiempo, y también presente en la tradición, se encuentra apoyado en una poética muy bien planificada y ejecutada por lo que merece muchísimo la pena leerlo.

La voz en el espejo

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El futuro se encuentra ligado a la identidad. Quien no se conoce no puede predecir o pensarse en un tiempo distinto al que transita. «Perfil de sombra» parte de esa idea y revisa las muchas formas en las que nos hemos adherido a un presente fugaz que nos impide pensarnos despegados del instante.

Tradicionalmente la poesía pasó de la trascendencia de lo puro e inalcanzable a la eternización del instante, es decir, a alcanzar una mirada abarcativa sobre el deseo y la amplitud de lo simple. Y es precisamente en este punto donde se plantea un desafío que no todos los poetas somos capaces de atravesar con lucidez: el riesgo de caer en la banalización y por ende, en hacer un poema al instante que caduque cuando la honda expansiva de éste se apague. Aprender a discernir lo que dura de lo que nació para extinguirse es el gran desafío de todo poeta, y me da la sensación de que Díaz Godoy lo ha entendido.

En «Perfil de sombra» nos propone una serie de poemas que atraviesan los que son, seguramente, los dos temas más fructíferos de lo poesía: la identidad y la muerte. En el camino se tocan otros temas, tales como la emancipación, la soledad, la creatividad, la alienación y la opresión del sistema y el dolor. La incertidumbre del porvenir parece, sin embargo, el asunto más reincidente; con su cuota de tradición y de arraigo.

Díaz Godoy escribe contra la vida rutinaria de una sociedad que ya no mira de frente a la belleza; donde la voz está puesta en las imágenes rutilantes que aplastan todo empeño de conciencia y la indiferencia parece el hallazgo más ponderado. Y esta peculiaridad de su poesía, que señala con mucha lucidez en el prólogo Antonio Jiménez Millán, creo que es lo que vuelve sumamente interesante la lectura. Asimismo, estamos ante un libro donde estos temas cruciales se observan desde una poética clarividente y pictórica.

La tradición retorcida

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Una de las peculiaridades de este libro es que Díaz Godoy realiza el camino inverso al que por tradición escogemos: en lugar de trabajar desde lo íntimo y desde ahí avanzar hacia lo colectivo, parte de una conciencia social –relatada por un nosotros– y desde ahí se dirige a lo personal. Este camino asimismo se acompaña de una ruptura de ritmo y forma. El discurso camina desde lo lírico hacia un lenguaje más cerca del monólogo y de la reflexión íntima, y la música de los versos que podría llevar hacia frases cálidas y conmovedoras, se interrumpe con nexos y oraciones claras, dando giros constantes en la estructura de los poemas.

Aquí hay que señalar que la claridad del lenguaje se contradice con la timidez y la sensación de pérdida y de desconcierto que habita en los poemas. Y este juego de opuestos se vuelve un acierto cuando descubrimos que el poeta intenta una reconstrucción identitaria donde lo que descubre es contradictorio, y el ser en el que aterriza no se parece mucho al que comienza a hablar en los primeros versos. Así, entonces, el lenguaje permite visualizar ese contraste y logra su cometido. Y las sombras van adquiriendo volumen, como un doble malvado que se hace con el control de la experiencia y adormece la identidad luminosa.

En ese sentido «Perfil de sombra» es también una revisión de la realidad y sobre todo de la poesía actual, y una crítica lúcida sobre eso que decía al principio: la banalización del instante. El poeta se rebela contra la imposibilidad de mirar en lo profundo, se opone a las estúpidas costumbres de su tiempo y quiere encontrar luz en el camino opuesto. Y al llegar a este punto se vuelve imposible no encontrar en su poesía referencias a la poesía más oscura de la lírica española, donde la poética está al servicio del instante siempre que éste sirva para entender un poco mejor de qué estamos hechos. Así, es difícil no toparse con Cernuda y Hernández al escarbar en esa forma de visualizar la vida, en esa mirada que atraviesa los vicios de su tiempo.

Volviendo a esa búsqueda desde lo colectivo a lo personal, encontramos cómo se va desplegando el miedo y arrasa con toda noción y claridad que se tuviera sobre las cosas. De alguna forma, es imposible realizar este trayecto hacia lo personal sin arribar al miedo, a la pérdida, a la congoja de estar vivo: ésta parece la primera gran conclusión a la que llega el poeta, y la que se nos ofrece como una verdad irrefutable. Me ha parecido sumamente interesante ese camino que transita desde lo claro hacia lo tenebroso; como si toda búsqueda interior no supusiera precisamente eso.

La poesía como auxilio

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Otro apunte que hay que hacer de este libro es que la construcción poética se realiza desde la idea del doble fantasmagórico –Doppelgänger–, una línea que incorpora múltiples tradiciones y puntos de vista. En ella cabe tanto la idea del gemelo maldito como la exploración íntima del sí mismo a la que nos invita Jung. De este modo: la segunda gran conclusión del poeta es que en la búsqueda caben las luces y las sombras, y todo ello es parte de la propia identidad. La noche, como punto de partida y de llegada.

Pero descubrir eso torna difícil el arte de vivir, y también el de escribir. Por eso, si en los primeros poemas la contundencia del discurso está en el silencio y la calma, a medida que avanzamos la voz muta a grito desbocado y a desesperación. Un grito que nace del desconcierto y va asiéndose a la sombra, e intenta explicar lo que ve: esa identidad dormida que de pronto se ha hecho con el control.

El poeta intuye que «la noche sigue» y por eso quiere o desea convertir en eterno ese momento, estirar las emociones, la pulsión vital de la escritura a la vida misma. Porque detrás de la poesía aguarda la noche, la sombra, y esa criatura en la que él mismo se convierte, esa dualidad, ese Doppelgänger que parece su yo más escondido. Y en ese intento por descubrirse, por intuir cuál es su verdadera esencia, el poeta indaga en las sombras interiores y arriba a una conclusión:

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La poesía para siempre

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Si bien en una primera lectura esa búsqueda poética parece dirigida a otra persona –el poeta la intuye en las sombras y atraviesa la oscuridad para aferrarse a ella–, en una mirada más detallista podemos descubrir que el objeto de deseo es la poesía misma. Así, el grito desesperado no es contra otra criatura viviente, sino hacia ese espejismo en el que nos vemos atrapados mientras escribimos un poema.

Todo lo que nos forma es tierra y cielo, luz y oscuridad, bondad y maldad, en el equilibrio vive la palabra, pero nosotros no podemos quedarnos en ella. Aterrizar en esa luminosidad es tener la oportunidad de vivir más allá de ese cuerpo que cruje pero es conocer que hay algo distinto, que jamás será nuestro. Pero también, es asumir que aquello que nos forma –y volvemos al doble maldito– tiene mucho de misterio y de inaprensible futuro.

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Dice el poeta. Y en su recorrido llega a la idea de que todo viaje conduce a la noche. Porque abrir los ojos es depertar con todo lo que ello supone: soledad del camino y compleja identidad –mitad iluminada y mitad oscura–. Un nuevo rostro que ya forma parte de lo que somos y que hemos podido comprenderlo a través de la poesía.

Un Mirlo en la ventana

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«Perfil de sombra» es un libro con una estética definida que intenta romper con la línea armoniosa del clasisismo hispánico para aferrarse a caminos que en la línea de Cernuda han seguido poetas de numerosas generaciones, como Ana María Moix y Pablo García Casado, por poner dos ejemplos de distancias estéticas y generacionales. Díaz Godoy parece atravesado por las mismas inquietudes en una búsqueda personal que indaga sobre las formas en las que vamos mutando y las consecuencias que las voces de los otros afectan a la propia identidad.

Y por si la poesía no bastara, «Perfil de sombra» cuenta también con preciosas ilustraciones donde se plasman la pérdida, la ruptura con la normalización del comportamiento y la búsqueda interior. La Dragona realizó además una tirada corta de una ilustración a color, también de la cosecha de Díaz Godoy en la que vemos a un mirlo posado en una roca suspendida sobre la oscuridad. ¡La mejor imagen para presentar este libro que trata sobre el misterio, la sombra y el incierto futuro! Que el pequeño paseriforme cante y permita que este libro vuele muy alto. Que reine la oscuridad, y con ella, el canto.

 

 
 
PERFIL DE SOMBRA
Daniel Díaz Godoy
La Dragona
Colección Capitel
978-84-947730-9-9
54 páginas
15,00 €



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