2 libros que debes leer de Rubén Darío

El 18 de enero de 1867 nació en Nicaragua Rubén Darío, el poeta latinoamericano al que se le considera fundador de una de las corrientes vanguardistas más importantes de Latinoamérica, el modernismo hispanoamericano.

Aunque nació en Nicaragua, Darío viajó mucho y se nutrió de autores franceses fundamentalmente, sobre todo vinculados al superrealismo y el parnasianismo, lo que le sirvió para renovar de raíz la poesía en lengua castellana. En homenaje a este poeta hoy les traigo dos recomendaciones de su obra que creo nadie debería dejar de leer.

«Azul», cuentos y poemas que bautizan el modernismo

La gran influencia de la poesía europea en la mirada de Darío es innegable. Es gracias a esa inspiración y al buen uso de los recursos que él mismo había sabido conseguir y cultivar que pudo crear una obra vasta, llena de símbolos, colores y contundentes estructuras.

«Azul» es para muchos el libro que marca el inicio del modernismo hispánico. Desde que salió, en 1888 hasta la fecha se han publicado numerosas ediciones, con variaciones y prólogos que intentan ayudarnos a entender con acierto el camino estético que Darío fundó al escribir ese libro.

Dice Ian Gibson que la lectura de «Azul» lo llevó a enamorarse del español y a viajar a España. La voz de Darío en ese libro, la importancia que le da al lenguaje, más aún, la pasión con la que parece trabajar cada frase es una delicia.

Tan sólo por experimentar esa pasión por nuestra lengua vale la pena leer este libro. Sentir ese deseo de supervivencia de nuestro propio sistema de signos y significados. Y dar lugar al fuego de construir algo más con esto que tenemos. Sin duda es esta una de las grandes obras de la literatura universal, no sólo por lo que ha significado y aportado a la poesía universal, sino por esa pasión que desprende y esa sensación de saberte en casa cada vez que te asomas a sus páginas.

El azul como símbolo del modernismo, por ser el color vinculado al mundo griego, al firmamento, al arte y al ensueño, se aparece en todo el libro, nos va guiando en un camino de cuentos y poemas que intentan mostrarnos el mundo desde otra perspectiva, con la certeza de que sólo en el arte existe la respuesta y que para cada cosa es posible que existan más de una respuestas. Asimismo, Darío se atreve con extensos y reflexivos textos en torno a la vida del artista que vive y cohabita con otras criaturas en una sociedad burguesa.

«Los raros», sobre autores admirados

Este es uno de los libros más interesantes sobre semblanzas de escritores publicado en el siglo XIX, un poco raro como extraños son los personajes que se pasean por sus páginas; escrito con pasión y lleno de imágenes sumamente interesantes sobre la obra de autores como Leconte de Lisle, Jean Richepin, Paul Verlaine, Eduardo Dubus y José Martí.

La lectura de «Los raros» puede servirnos para conocer el trabajo de los simbolistas franceses más relevantes, a quienes Darío admiraba y en quienes se apoyó para desarrollar una colorida obra y fundar una de las corrientes poéticas más fuertes de la historia latinoamericana.

Si bien se echan de menos los nombres en femenino —cualquiera diría que la literatura ha sido construida exclusivamente por hombres— este es un libro que nos invita a conocer la mirada de uno de los escritores más famosos de este y del otro lado de los mares. Su indiscutible prosa que aunque denota un interés estético predominante también invita a darle importancia al contenido.

Al leer estas 20 semblanzas (19 raros y 1 rara) entre las que predominan los nombres europeos pero se dejan ver algunos americanos, podemos descubrir no sólo las grandes aptitudes del nicaragüense para hilvanar las palabras tomando como hilo conductor y como meta la belleza, sino también conocer la obra de interesantes figuras de la literatura europea del siglo XIX.

En «Los raros» encontramos un estilo literario que roza la crónica, la crítica literaria y la biografía con un tono sutil y simbólico que invita a la comprensión de las grandes obras desde una nueva perspectiva.

Evidentemente, Rubén Darío no fue un autor normal. Consiguió tomar lo mejor del modernismo francés y volcarlo a su propio terreno. Alimentarse de lo extraño para hacer de lo propio algo distinto y construyó así, desde un punto de vista estético una obra colorida, versátil y llena de profundidad. Sin duda, es de esos autores a los que volvemos tarde o temprano, y a quien le debemos muchísimo directa e indirectamente. ¡Que viva Darío!

Comentarios1

  • Yvette Nino

    Rubén Darío, como Bervo A Storni ,Neruda fueron mis compañeros en mi juvetud cuando la princesa estaba triste y nos preguntábamos qué tendría la princesa. Pasó el tiempo y sigo amando a la princiesa Eulalia con sus risas y desvíos y al abate joven de los madrigales. Yvette Nino



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