Leyes que nos privan de la lectura

Para algunos, los libros son la única compañía, esos que pueden acercarse a nuestros dolores más profundos y lograr que finalmente los entendamos. Los que se atreven a decirnos precisamente eso que nadie se anima y que nos hace un daño terrible pero que nos ayuda a entender la vida y a mejorar y a seguir adelante, cueste lo que cueste. Y, por otro lado, nos alegran, entretienen, nos permiten encontrarnos con historias que habríamos querido vivir y disfrutar de experiencias que jamás imaginamos. Los libros son uno de los elemento (o seres) más imprescindibles en la vida de muchos, de hecho posiblemente si intentamos pensar lo que sería nuestra vida sin ellos, nos viene una incertidumbre tan grande que preferimos pensar en otra cosa.

Gracias a los libros aprendemos, cuidamos, amamos, vivimos y ellos son los que permiten que quede algo de nuestro paso por este mundo, si nos los quitan parte de nuestra vida se vacía y ya no habrá forma de dejar algo a aquellos que vienen detrás.

Intenta prohibir importación de libros

Cuando surgen noticias como el cese de la importación de libros a un país, como fue el anuncio que hizo la presidenta argentina hace unas semanas, siento como si mi corazón se parara. Privar a una sociedad de la lectura es como quitarle a un niño la infancia, no los juguetes, sino toda la infancia. Es arrancarle un cúmulo de posibilidades y arrojarlas a un basurero; es impedir que las sociedades maduren, crezcan y se vuelvan abiertas. El cese de la importación es llevar el chovinismo a su forma más atroz y romper ya no con la posibilidad de aprender solamente sino también con la de ser.

La razón es ecológica, afirma el mismo gobierno que no tuvo inconveniente en obviar los reclamos de los grupos ecologistas frente al conflicto de las papeleras y que no duda en impregnar los suelos con litros y litros de urea y amoniaco. Estoy convencida de que detrás de decisiones así existe una verdad triste pero absoluta, el nacionalismo fundamentalista, y creo que es terrible que siquiera se planteen este tipo de leyes, que se piensen, ¡es privar a todo un pueblo de la posibilidad de ver más allá de sus propias narices! ¿No les parece terrible?

Carey y las escasas traducciones en Inglaterra

John Carey, un reconocido crítico literario de Gran Bretaña, es un fiel seguidor de la alta literatura, en la que se incluyen aquellos autores clásicos realmente inevitables, como Kafka, Proust, Done, Milton y Thackeray, entre otros.

Carey está seguro que con el gran avance que han mostrado otros entretenimientos, diversos a la lectura, que son menos exigentes desde un punto de vista de esfuerzo cerebral y sin por ello disminuir en el placer prodigado, la lectura cada vez se encuentra relegada en un espacio ínfimo y si encima, ciertos grupos colaboran con la disminución de la calidad en post de la cantidad y del populismo, muy pronto podremos ver resultados realmente lamentables en nuestras sociedades.

Pero, ¿por qué hablo de Carey? Pues, precisamente porque es él el que hace un análisis de los escasos buenos libros que tienen una adecuada traducción y cada vez son menos los clásicos que alcanzan una distribución decente en Inglaterra.

Asegura que el mundo comienza a vaciarse de las buenas lecturas, que las nuevas líneas de lectura proponen bibliotecas menos exigentes para el cerebro y por ende, desdeñan esos grandes clásicos que desde siempre los hemos tenido como autores de cabecera. Otro hecho relacionado con la importación de libros que debe ser denunciado.

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La importancia de literatura extranjera

La traducción es sumamente necesaria, pero no cualquier traducción, necesitamos buenos libros para convertirnos en grandes sociedades. Es estrictamente necesario que los gobiernos no nos priven de casi la única libertad que nos ha dejado el capitalismo, la de poder leer aquello que deseemos sin que nadie venga a reprocharnos o cercenar nuestros deseos.

A las puertas de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el proyecto de prohibir el ingreso de libros de afuera en Argentina se ha echado para atrás, veremos que ocurre cuando cese el ruido de las editoriales, de la gente paseándose por los pasillos de la Sociedad Rural y cuando se apaguen las luces hasta el próximo abril de una de las convenciones de libros más esperadas no sólo por argentinos sino por ciudadanos de todo el mundo.

La literatura extranjera es imprescindible. Son tan necesarios los libros de argentinos en otras partes del mundo, como de españoles, ingleses, franceses, italianos, polacos, rusos, y de todos los países que conforman el globo, en Argentina. Porque leer acerca de otras culturas es la mejor forma de comprender y valorar quienes somos, porque en las diferencias es donde se descubren los verdaderos valores de un pueblo y su aporte a la vida de todas las sociedades.

Entre la censura en las diferentes dictaduras y la prohibición de libros (con una barata excusa ecologista) del gobierno actual, existe tan sólo una mínima diferencia, que la primera era impuesta y se sabía que era anticonstitucional y la actual está avalada por el corrupto sistema legislativo.

Comentarios2

  • Elsy Alpire Vaca

    Escalofriante noticia de impacto nos trae este bello artículo!!! No se puede concebir que un gobierno raye en la locura de impedir la importación de obras literarias desde ninguna parte del mundo!!! Es realmente asustadora la iniciativa, pues por mucho que quieran sustentar la causa en el ecologismo mal concebido, es una locura inenarrable!!! No va a suceder por la misma reacción de muchas sociedades. Gracias.

  • Raoul Shade

    Muy bien planteado Téxil. Esa imagen de libros quemando, que pusiste al final, me recuerda a la hoguera del Cardenal Cisneros, Inquisidor General de España, quemando a los códices árabes y quemando también a los judíos. El Cardenal Cisneros es venerado como impulsor de la cultura… ¿Qué mejor cultura de la literatura árabe con su magnifica poesía mística, que influenció a San Juan de la Cruz? Borges fue humillado por la censura peronista y Cortázar la detestaba. En la Biblioteca Real del Monasterio del Escorial, otra joya de la cultura universal, se guardan los manuscritos y libros árabes y hebreos que la Santa Inquisición hubiera deseado quemar, pero que gracias a Felipe II, Benito Arias Montano y el Padre José Sigüenza (prosista genio) se han podido salvar de la hoguera.



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