Los guionistas y otros invisibles de la industria del cine

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Los guionistas y otros invisibles de la industria del cineEl cine nos atrae. La idea de ver representadas de forma visual nuestras lecturas resulta sumamente excitante, por eso es muy raro encontrar a un lector devorador de libros que no adore el cine, que no sea adicto a alguna serie, que no siga alguna saga que homenajea a sus autores favoritos. Sin embargo, en la industria del cine también hay muchos individuos invisibles, que trabajan a conciencia y lo dejan todo y apenas son reconocidos como parte del sistema; de ellos escribiré en este artículo.

No hace mucho hablábamos sobre esa extraña relación que hay entre el cine y la literatura, hoy profundizaremos más en esa amistad amorosa llena de odio que hay entre los escritores y Hollywood.

Animadores, guionistas, los créditos que no vemos

Hace unas semanas cuando fui a ver «Jurassic World» me quedé fascinada por el increíble acabado de la película. No dejaba de preguntarme: ¿esto estará hecho en 3D? ¿este paisaje es real? ¿el agua está hecha de partículas? Me inquietaba no saber quiénes estaban detrás de cada escena, qué era obra de la naturaleza y qué de seres humanos trabajando en un estudio 3D. Al darme cuenta de que yo me estaba haciendo estas preguntas nació en mí una nueva inquietud: ¿y aquellos que nunca han visto a alguien modelando en 3D o que no han sentido curiosidad por este mundo, se preguntarán estas cosas? ¿qué imaginarán que supone el trabajo de hacer estos dinosaurios cada vez más realistas y palpables?

Fue haciéndome estos planteos que llegué a la idea que germinó en este artículo. Hay un montón de personas invisibles en el cine: guionistas, diseñadores, camarógrafos, maquilladores… Personas que trabajan durante años para dejar una película tan bien acabada y que aunque aparecen en los créditos, no son los que se llevan el mérito de la labor. Y ahora viene lo peor ¿cuántos espectadores se quedan hasta que finalizan los créditos? Cuando me levanté del cine no había nadie, qué importa quiénes hayan trabajado para nosotros, ¿no?

Vivimos en una sociedad que nos maleduca; no somos capaces de apreciar el trabajo de los otros, sólo queremos consumir, consumir y consumir, y ¡eso sí! criticar negativamente, porque para eso sí que tenemos tiempo. Y pienso en aquello que decía Joe Gillis (de Sunset Boulervad): «La gente no sabe que alguien escribe las películas, se cree que las van haciendo los actores sobre la marcha». Es probable que no sea exactamente así; tampoco somos idiotas ¿no? A lo sumo creemos que los directores son los que lo hacen todo: escribir, componer la música, dirigir a los actores, indicar qué tomas se hacen y cuáles no… Ellos solos. ¡Menudo trabajo!

Los guionistas y otros invisibles de la industria del cine

Aunque al día de hoy existe una mayor consciencia de que detrás de las películas, series y videojuegos hay escritores contando historias, todavía no se les da a estos individuos la importancia que deberían tener. Hay excepciones, claro, de guionistas que se lanzan al estrellato como Shane Blake, el creador de «Arma letal» cuyos honorarios no bajan del millón y medio de dólares, o Joe Esterhas, que en su último guion recibió 3 millones de dólares, pero son los menos.

¿Por qué sucede esto? Posiblemente porque vivimos en un mundo que no nos enseña a levantar la vista y observar a los que nos rodean y «nos hacen posible». Nos importa poco quiénes estén detrás de lo consumimos porque no nos educan para mirar más allá del producto terminado.

No sabemos ni nos planteamos quiénes trabajaron duro para hacer esta blusa, quién se encargó de maquetar esa novela que tanto nos gusta, quiénes estuvieron en el ensamblado de las piezas que componen nuestro televisor. Tampoco nos inquieta saber qué escritor se quedó sin dormir para encontrar las palabras exactas para el final de esa película que nos cambió la vida. Y mientras escribo esto recuerdo un texto de Nana, de «Libretas y demases», que me viene de lujo para apostillar mi artículo.

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Guionistas de Hollywood

Durante el año 2007 guionistas y escritores que formaban parte del Gremio de Escritores de América emprendieron una gran huelga contra Hollywood. Los promotores eran guionistas y colaboradores de redacción de libretos de cine y televisión que deseaban abandonar la invisibilidad y conseguir unas mejores condiciones laborales. Sobre todo, deseaban recibir mayores beneficios de las ganancias de los productos finales, sosteniendo que ellos eran parte esencial en su creación. Consiguieron hacerse oír, mejoraron sus condiciones pero ¿acaso dejaron de ser invisibles?

Es extensa la lista de escritores que han colaborado y colaboran en la industria del cine. Ian Hamilton publicó un libro que tituló «Escritores en Hollywood, 1915-1951» en el que compartió una serie de curiosidades y anécdotas recogidas de ese mundillo. El libro se presenta de una forma cronológica y va acercándose a la vida de numerosos guionistas que trabajaron en la industria cinematográfica. Abarca desde las primeras películas del cine mudo hasta mediados del siglo, cuando Hollywood comenzó a teñirse de glamour y de esnobismo. Podemos ver a diversos escritores que se convirtieron en guionistas: Scott Fitzgerald, William Faulkner, Truman Capote, Lillian Hellman, Raymond Chandler…

Este libro es, sin duda, una ventana por la que mirar para observar de frente sus vidas y reflexionar en torno a la importancia de estos autores, innegables eslabones de la industria cinematográfica.

Los guionistas y otros invisibles de la industria del cine

Cuando uno piensa en Hollywood ve coches de última moda, vestidos carísimos y joyas que ni podemos imaginar su valor; no obstante, detrás de esa apariencia brillante, de glamour y fetichismo hay trabajadores que dedican muchísimas horas a componer esas historias de las que nosotros disfrutamos y que parecen no estar del todo bien compensados económicamente. Y una de las responsabilidades fundamentales de quienes trabajan en este sector es enseñarnos a valorar el trabajo de los invisibles.

No vendría mal una corta explicación antes de una película como «Jurassic World» de la cantidad de personas que hicieron posible ese producto-obra de arte del que podemos disfrutar. Es tan sólo un ejemplo de lo mucho que se puede hacer para visibilizar a ciertos trabajadores que han dejado parte de ellos mismos en esas obras que admiramos.

La obra de Hamilton podría ser una excelente lectura para palpar la vida de esos guionistas mal apreciados por la industria. Pese a todo, el mundo es un extraño agujero en el que estamos y del que sólo tenemos una certeza: saldremos algún día. Y, por mucho que lo deseemos intensamente, no tendremos jamás la seguridad de que las cosas vayan a cambiar. Ahora bien, la pregunta que deberíamos hacernos es ¿y mientras tanto, qué?

Es verdad que los guionistas son mal compensados económicamente, también es cierto que no reciben la consideración que se merecen; no obstante, por muy invisibles que sean probablemente están haciendo algo que les apasiona. ¿Puede algún mérito compensar más que la satisfacción de vivir de lo que amas y sabes hacer? Lo cierto es que no; por lo que, aún con todas las dificultades que merodean en torno a este tipo de profesiones vale la pena responder afirmativamente al llamado de la vocación y trabajar de lo que nos gusta. Y dejo que sea Hamilton el que ponga la palabra «fin» a este artículo.

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