Federico Jeanmaire y sus razones para escribir

 

«Me gustaría que el lector leyese mis novelas con la misma libertad con que yo las escribo»

Federico Jeanmaire se define como un escritor particular, para nada correcto; afirma que no le interesa presentar una novela pensando en si está bien escrita y atrapa al lector desde la primera hasta la última página, lo que busca es presentar una propuesta estética basada en aquellas cosas que cautivan su atención y que le interesan, «Y lo que me interesa va cambiando y me provoca grandes crisis», dice.

Un autor auténtico

A Federico le gusta que sus libros le pregunten cosas, no que le resuelvan algo, y por eso se pasa doce horas diarias escribiendo, dice que no quiere hacer otra cosa en la vida y la razón principal por que lo hace es que es cuando escribe es el momento en el que se siente absolutamente libre. «La literatura es mi pasión, soy muy feliz escribiendo y los desafíos son lo que más me divierte. Los diálogos que construyo en mis libros no los sé de antemano, me obligo a no saberlos»

A la hora de escribir los diálogos, el autor dice que cuando alguien habla él nunca sabe lo que va a contestar el otro, por eso cuando siente que un relato fluye debe frenar, porque sospecha que está siendo previsible y eso no le gusta; asegura que cuando empieza una novela se propone un techo muy alto y trabaja duro por no bajarse de él, sin embargo a veces no lo consigue y entonces, la novela se viene abajo y debe tirarlo todo y comenzar otra vez.

La importancia de la construcción literaria

Federico asegura que para él es muy importante cuidar la construcción literaria, y que pese a sentirse muy libre a la hora de escribir, lo obsesiona que todo tenga coherencia, en el sentido literario y siempre busca que sus novelas no sólo sean impredecibles, sino que además presenten una construcción detallada y estética.

Los maestros de Federico son Cervantes, Quevedo, y muchos escritores pertenecientes al barroco y al renacimiento; el escritor dice que se siente extremadamente ligado a ellos por la concepción estética y el funcionamiento de los textos. Dice: «El Quijote fue mi taller de escritura y también lo que decidió mi vocación. Cuando lo leí me dije que quería ser escritor».

Hay una anécdota que Federico suele contar que puede iluminarnos mucho a la hora de hablar de este escritor. Cuando tenía 22 años, mientras vivía en Madrid, le llevó a una tía suya que era licenciada en letras un cuento en el que había volcado mucha energía y trabajo. La mujer lo citó en su casa y le dijo, sin vueltas: «Es una porquería» y le preguntó si había leído el Quijote y luego que nadie debía escribir sin haberlo leído. El autor sonríe y asegura que ella tenía razón y que esta obra tiene mucho para enseñarnos, ya que su autor a medida que la escribía aprendía a escribir. Dice que leerla puede iluminarnos en cuanto a lo que tiene que ver con la construcción de los personajes, los juegos narrativos y tantos detalles fundamentales que un escritor debe contemplar a la hora de escribir; pero lo principal es que trabaja con el papel que el lector ocupa, «es evidente que él espera lectores que trabajen con el texto; no lectores que se entretengan un rato y nada más. Y yo quiero lo mismo para mis novelas: que formulen preguntas y que las posibles respuestas de los lectores sean muy diversas».

 

Premio Clarin Novela

Federico Jeanmaire se hizo conocido por su novela «Más liviano que el aire», con la que ganó el Premio Clarín de Novela 2009.

Es una obra donde el escritor consigue mostrar la presencia de la violencia y la falta de comunicación en la sociedad, a través del encuentro que se da entre una anciano y un adolescente.

Trata de un joven que intenta asaltar a una anciana, pero se equivocó de vieja, porque está lo encierra y lo mantiene durante tres días incomunicado. Durante el transcurso de la novela se escucha sólo a la anciana, y se puede comprender lo que el joven dice por las réplicas de esta. Es una obra donde el autor logra manejar muy bien las tensiones y consigue ofrecer una novela magistral.

Apasionado por las letras

Federico es un hombre de letras, es un apasionado de este arte y verlo basta para comprender que si no pudiera escribir moriría, porque es todo lo que quiere, y por todo lo que trabaja. Puede gustarnos o no su estilo, pero no podemos negar su amor por las letras, y esto siempre es aplaudible y puede motivarnos a los escritores para escribir más y mejor.

Federico asegura que suele tener crisis muy importantes en su vida privada, en relación con todos los aspectos de su existencia, y la razón es la escritura, porque escribir es su vida y si le ocurre que no puede escribir, la pasa muy mal. Entonces, la manera de salir es empezar de cero, con algo completamente diferente a lo hecho hasta el momento, y así surgen las obras que son publicadas y que gustan a tanta gente.

Escribir lo que le interesa

La obra de Federico es bien argentina, en todo lo que escribe se pueden encontrar los razgos característicos de este país e incluso en su biblioteca abundan escritores de este territorio, como Sarmiento, uno de sus favoritos, Marechal, Gutiérrez, Cortázar y Walsh.

Cuando se le pregunta acerca de esta característica de sus novelas, el autor explica que los problemas que se le cruzan todos tienen que ver con temas nacionales, como el peronismo, los gauchos, la Iglesia, y que desemboca en la violencia cultural y la violencia física que poseen un papel protagónico en la mayoría de sus historias.

Principalmente asegura que le interesa la soledad y la falta de comunicación, y en torno a eso gira gran parte de su obra, con los matices que el entorno social argentino puede darle a tan profundo tema y sus fantásticas construcciones que permiten ver la realidad desde una óptica totalmente diferente y sorpresiva.

Como ya lo dije para Federico escribir es su vida, no hay más que recordar sus palabras el día que recibió el Premio Clarín: «Escribir, a fuerza de estar solos imaginando cosas, te lleva a darte cuenta de lo que en realidad te importa en la vida. A mí, lo que me interesa es lo solos que vivimos todos y los difícil que nos resulta comunicarnos, y que es esa soledad la que termina por generar violencia».



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