En estas páginas el lector podrá entrar en el cautivante mundo de las escritoras paraguayas que hicieron un camino relevante dentro, no solo de la literatura nacional, sino también de la misma sociedad que buscaba referentes que hicieran de la mujer una figura hecha a propósito de su destino heroico.
La pluma femenina tuvo mucha importancia en el Paraguay. El talento de las escritoras paraguayas que, en momentos a veces muy difÃciles para ellas y para sus familias, usaron la palabra buscando afirmar nuestra nacionalidad, es digno de respeto. El talento y el esfuerzo de estas damas que escribÃan, contra el viento del destino en contra, y la mirada desconfiada de algunos sectores de la sociedad, abrieron caminos para nuevas generaciones. Nuestra literatura se enriqueció notablemente con su aporte. Invito al lector a recorrer el itinerario apasionante de estas poetisas y narradoras de nuestra patria que hicieron historia.
TERESA LAMAS CARISIMO DE RODRIGUEZ-ALCALA.
Nació en 1887 y falleció en 1976
Siendo niña, gustaba ir a visitar a sus abuelas y tÃas, quienes le contaban su pasado heroico y trágico de residentas. En su alma sensible, aquellas historias, muchas de ellas relacionadas con los miembros de su familia, tomaban una gran dimensión. Transcurre el tiempo y la escritora siente la necesidad de plasmar en el papel lo que le contaba, especialmente, su abuela paterna, doña Teresa Silva de Lamas. Fue asà que a los 34 años sale a la luz el primer tomo de «Tradiciones del hogar». El libro no solo es una obra de arte, sino un testimonio de muchas, cientos de vivencias de la Guerra Grande, que quizás se hubieran perdido para siempre si la autora no las hubiera recogido (qué tino el suyo) en el papel. Teresa Lamas CarÃsimo de RodrÃguez-Alcalá fue la primera mujer que escribió un libro en el Paraguay.
Me detengo en una historia tan apasionante y escalofriante como fiel a la realidad:
El tatarabuelo, José CarÃsimo, cabildante, y cabeza de una de las familias troncales de la sociedad paraguaya, no tardó mucho en caer en la cuenta del afán dictatorial que movÃa al Dr. Francia, y se lo hizo saber. Atrajo asà la desgracia. Su precioso mobiliario fue embargado. Los muebles, la vajilla de plata, las esplendorosas arañas, las joyas de valor, todo cuanto valiera, fueron llevados, quedando el hogar lampiño. Josefa De Haedo de CarÃsimo consiguió salvar un hermoso medallón, regalo de bodas, enterrándolo al pie de un naranjo del patio.
Pero aún faltaba lo peor, porque siempre falta lo peor. Estaba José CarÃsimo cenando con su esposa cuando alguien golpea con grandes ruidos la aldaba de la puerta. VenÃan por él. Su verdugo, «el fiel de fechos», quiso ponerle grillos a sus gruesos tobillos, pero no conseguÃa por más que se esforzaba. Entonces, en un arranque de extrema impiedad, mandó traer clavos, machacando con ellos los grillos que torturaban al infeliz ex cabildante. Los hierros se le hincaron en las carnes. Luego la esposa, desesperada, habrÃa de humillarse ante el dictador Francia, pidiéndole que levantara tan bárbaro castigo. Y el Dr. Francia accedió, cómo no, diciéndole que si conseguÃa unos grillos que no lo apretaran, la situación mejorarÃa. Hasta aquà cuento por mi cuenta, doy paso ahora al párrafo del espeluznante suceso recogido en el relato «Francia tiempopeguaré»: «Envueltas en amplios mantos salieron a la calle bajo un sol que calcinaba. A su paso, las raras puertas abiertas se cerraban cautelosamente: los vecinos tenÃan miedo, en su feroz egoÃsmo, de mantener tratos con la esposa del caballero caÃdo en desgracia. Calle del Paraguay Independiente arriba habÃa una herrerÃa «“la del VizcaÃno»“. Y ninguna imaginación pudo jamás concebir como la que en el taller del artesano se desarrolló esa siesta, cuando la bella esposa del ex cabildante trató con el forjador el trueque del áureo medallón por una tosca barra de hierro destinada, por gracia diabólica del tirano, a aprisionar a su propio amadÃsimo esposo…».
JOSEFINA PLA: MarÃa Josefina Plá; Fuerteventura, España, 1903 – Asunción, Paraguay, 1999
Poetisa, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crÃtica de arte y periodista. Es considerada una de las principales representantes de la Generación del 40, la generación de mayor destaque dentro de la poesÃa paraguaya. Ha escrito un poemario llamado «Los treinta mil ausentes», en memoria de los soldados paraguayos caÃdos en el frente de batalla de la Guerra del Chaco.
Su poesÃa abrió nuevas dimensiones en las letras de nuestro paÃs y es su obra tan valiosa como la de Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y Delmira Agustini.
MARIA LUISA ARTECONA DE THOMPSON: Nació en 1919 y falleció en 2003
¿Quién no recuerda alguna poesÃa suya, recitada en el patio de la escuela, con el uniforme escolar impecablemente almidonado? Los niños sabÃamos sus poesÃas alusivas a la Madre Patria, a la bandera, a las gestas heroicas de nuestros próceres. Es que esta poetisa fue la primera en escribir versos para los niños. Y lo hizo muy bien. Y hasta hoy perdura su nombre. Pionera de la poesÃa para los niños, MarÃa Luisa Artecona de Thompson es una escritora que merece el agradecimiento de muchas generaciones.
DORA GOMEZ BUENO DE ACUÑA: Vino al mundo en 1903 y dejó de existir en 1987
Le ha tocado la suprema labor de liberar a la poesÃa de su molde cuadrado, pacato. Con un talento que prestigia la literatura del Paraguay, ha sido la primera mujer que escribió al amor, al erotismo, a la debilidad de la carne rendida irremediablemente ante la fuerza del hombre. Eros fue la barca que la liberó de las mentes chatas y oprimidas por un ambiente mezquino donde estaba mal visto que la poesÃa se desvistiera y mostrara sus formas, sus senos.
El investigador brasileño Walter Wey, en su libro «La poesÃa paraguaya-Historia de una incógnita», de 1951, escribe lo siguiente:
«El erotismo no existÃa en la poesÃa paraguaya antes de Dora Gómez Bueno de Acuña. Por lo menos con la insistencia en el tema, con la profundidad que ella le imprimió. El poeta paraguayo, en general, sin ser sensual o erótico tampoco fue platónico. Ignoró la mujer… El erotismo encontró su grande y poderosa voz en una poetisa, como años antes encontrara, en el Uruguay, en el arte magnÃfico de Delmira Agustini. «˜Flor de caña»™ (1940) reunió poemas que en la época en que fueron publicados por diarios y revistas escandalizaron al medio intelectual paraguayo y, con certeza, mucho más a la sociedad de Asunción. Ningún hombre habÃa tenido la osadÃa de cantar al amor como Dora Acuña lo hacÃa, con entera libertad, sin preconceptos o temor a los «˜chismes»™ sociales… En Dora Acuña… se nota el deseo de vivir con intensidad, sensorialmente, en una inmensa plenitud lÃrica. Su amor por la vida vegetal estalla en todas las imágenes. Ella invadió con su presencia humana el paisaje tropical del Paraguay. Los habitantes de esas selvas y de esos campos no son más los duendes de la imaginación guaranÃ. Vive, palpita, se agita un ser humano que solamente confÃa en los sentidos…».
IDA TALAVERA DE FRACCHIA: Vio la luz en 1910 y dejó de existir en 1993
En vida publicó un solo libro, llamado «Esto de andar», pero los poemas del volumen citado están abiertos a la luz que hace que no perezcan las obras de real valor. También pintaba. Escribió numerosas poesÃas en guaranÃ.
Josefina Plá se refiere a las nuevas poetisas surgidas en 1950 y dice: «Ida Talavera, en la cual la liberación adopta un cariz reflexivo – diálogo con un no definido interlocutor en el cual sin embargo podrÃamos identificar al otro que es, de Machado: el más cercano a nosotros entre todos nuestros interiores huéspedes, partÃcipe y testigo indiscreto de nuestra más escondida intimidad vital – aunque no edita libro».
Más adelante, en el mismo libro, la crÃtica y escritora dice: «Ida Talavera publica en 1966 su primer y único libro. En este, lenguaje y contenido consiguen su acorde en un clima reflexivo cuya cifra es el secreto que del poeta trasciende al ser humano abstracto: en realidad en su poesÃa late, más que la angustia, el placer del secreto, que es en cierto modo instrumento de poder. Sus poemas sencillos, fluidos, ofrecen una perfecta unidad».
CARMEN SOLER: Nació el 4 de agosto de 1924, en Asunción, y murió en el exilio, en Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1985
Hizo con ella su aparición la poesÃa de compromiso con la causa libertaria. En Carmen Soler hallamos un ejemplo vivo de versos que desafÃan la opresión del poder absoluto. Su obra es la rebelión contra la explotación y el abuso que hacen los poderosos en perjuicio de los débiles. PoesÃa pura, estoica, certera y llena de pasión es la suya.
Su biografÃa es una historia de entradas a prisiones, torturas, destierros, pero también es un grito de triunfo, digno de ser imitado por todos los hombres y las mujeres del Paraguay
Elsa Wiezell: Nació en Asunción en 1926
Ella es poetisa, docente y pintora. Su poesÃa, diferente, cuantiosa, recibió la influencia de los poetas rioplatenses. En sus poemas están presentes la naturaleza, el amor, lo mÃstico. Ella es una voz que encontró resonancia internacional.
Su poesÃa, con un fuerte acento de misticismo, ha influenciado en muchas mujeres que escriben poesÃa en el Paraguay. Alma generosa, acompañó con su sabidurÃa a dar más claridad de ideas a los alumnos del Taller de PoesÃa de la Universidad Iberoamericana.
Es Elsa Wiezell una poetisa que planta una rara y hermosa flor en cada verso.
EL MISMO AMOR
Amo
el poder de la soledad sin resplandores
y lo que crece y asciende en el deseo.
Amo
el sol que reconstruye la corteza,
el pulso y el aliento,
la vibración, la sangre y el oxÃgeno.
Amo
la calle, el aire, el salvaje pensamiento
y la ordenación de las arrugas
con los conceptos oscuros que maduran
Amo
el mar ocre, negro o verde que sacude
que es piel desnuda y agria de la tierra.
Amo
el cada dÃa de las cosas simples,
puerta y monólogo de la cal y el viento.
Amo
al hombre y su creación entera.
Amo
la fuerza de comprensión y la ternura
y a Dios hasta llorar
(que me golpea)
la libertad, el polvo y la madera.
En fin: amo la Vida.
Elsa Wiezell
Frente al mar
Mi espÃritu es un mundo que amanece
hacia un ensueño inexplorado y único;
ensueño hecho de esperas y de lágrimas,
tan sólo comprendido por aquellos
que alguna vez sintieron desmayarse
bajo el cálido roce de sus alas.
Mi espÃritu es un mundo que amanece
con multitud de espumas y de algas.
Oh fuerza desatada de relámpagos
que pones serpentinas en mis venas
y haces latir mis sienes;
alegrÃa y dolor a un mismo tiempo,
mundo que vas creciendo
y aumentas tu latido
electrizado de alas.
Mi entraña es un océano que palpita
con multitud de espumas y de algas.
Dora Gómez Bueno de Acuña
Déjame ser
Deja llevarme mi última aventura.
Déjame ser mi propio testimonio,
y dar fe de mi propia
desmemoria.
Déjame diseñar mi último rostro,
apretar en mi oÃdo los pasos de la lluvia
borrándome el adiós definitivo.
Déjame naufragar asida
a un paisaje, una nube,
al vuelo humilde de un gorrión,
a un brote renaciente,
o siquiera al relámpago
que abra en dos mi último cielo.
Sujétame los brazos.
engrilla mis tobillos,
empareda mis párpados.
Pero tatuada una flor en la pupila,
crucificada un alba debajo de la frente,
acurrucado un beso en la raÃz de la lengua,
déjame ser mi propio testimonio.
Josefina Plá
1- El mensaje de las escritoras confiere otra realidad al mundo que se repite en su lenguaje donde el dolor y el hambre son las constantes. La poesÃa tiene una fuerza liberadora y tiende un puente que une a la sociedad con mejores perspectivas humanistas.
2- ¿Quién no recuerda alguna poesÃa de MarÃa Luisa Artecona de Thompson, recitada en la primaria en el patio de la escuela, con el uniforme escolar impecablemente almidonado? Ella es, con justicia, la poetisa de los niños del Paraguay.
3- En Carmen Soler hallamos un ejemplo vivo de versos que desafÃan la opresión del poder absoluto. Su obra es la rebelión contra la explotación y el abuso que hacen los poderosos en perjuicio de los débiles. PoesÃa pura, estoica, certera y llena de pasión es la suya.
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