Entrevista a José María Merino (Primera Parte)

Entrevista a José María Merino (Primera Parte)

Estamos hechos de cuentos. Aprendemos de las experiencias que otros han dejado plasmadas, recordamos a través de las anécdotas que nos cuentan los que llegaron antes que nosotros a este mundo. Y por el resto de la vida seguimos aprendiendo y recordando a través de los libros que leemos (o devoramos, según el caso).

La narración oral ocupó durante siglos una parte importante de la vida y de la educación de los pueblos. Hasta que apareció la escritura, que permitió conservar esas historias para siempre. Sin embargo, las formas narrativas primigenias no desaparecieron del todo. Tal es así que, al día de hoy, podemos encontrarnos con dos tipos de escritores: aquellos apasionados por el germen del cuento que reside en la oralidad de cada cultura y aquellos que prefieren el dibujo caligráfico que hacen las historias sobre un papel. Los primeros son autores ideales para ser contados; los segundos, exigen nuestro acercamiento visual a sus obras. Formas distintas de entender la escritura y diferentes maneras de disfrutar de las historias.

En lo que a mí respecta, me apasionan los escritores orales, capaces de hacerte sentir en cada sonido y en cada coma. Por eso cuando leí a José María Merino por primera vez quedé fascinada con su escritura y la especial importancia que da en sus textos al bagaje de la literatura oral. Recientemente tuve la suerte de leer «La trama oculta», libro publicado en Páginas de Espuma y que les recomiendo con todos los dedos de las manos y también con mis cuatro cuerdas vocales, en el que este rasgo alcanza niveles impresionantes.

Siempre vuelvo a la misma pregunta: ¿escribimos porque leemos o es al revés? Y ¿quién mejor para responderla que uno de los mejores cuentistas orales de España? Aquí les dejo la primera parte de la entrevista a José María Merino en la que nos cuenta por qué se acercó a las letras y qué le aporta este oficio. ¡Disfrutenla!

 

¿Por qué escribe José María Merino? ¿Hubo algún hecho crucial en tu vida que te determinara para este peculiar y arduo oficio?

—Yo fui muy lector desde niño, y el gusto por la lectura fue mi “hecho crucial”: me gustaba tanto lo que leía que quise entrar yo también en ese mundo. Como era tan lector, no se me daba mal redactar…

»Por otra parte, lo primero que escribí fue poesía, y descubrí que a través de ella podía viajar a la memoria y vivir las cosas pasadas de otra manera. A estas alturas, no concibo otra vida en la que no hubiera sido escritor. Ha sido la manera de entenderme mejor y de comprender algo de este ser absurdo que somos los seres humanos.

Entrevista a José María Merino (Primera Parte)

Percibo en tu narrativa una preocupación absoluta por recuperar la tradición oral, que se nota en la importancia que los sonidos y la estructura tiene en tus relatos. ¿Crees que un buen relato debería ser fácilmente narrable y recordable?

—Quiero distinguir lo oral y lo escrito, pues formalmente son muy distintos: los gestos, los silencios, los énfasis del narrador oral no tienen equivalencia en la escritura. Ahora bien, también de niño oí muy buenas historias a estupendos narradores, y creo que el conseguir el interés del lector o del oyente es lo que comunica ambos sistemas de expresión, y para eso están la forma narrativa y la materia dramática. Pero un buen relato escrito puede ser bueno aunque tenga poca materia dramática evidente, pienso en John Cheever, o aunque tenga tanta materia dramática que sea difícil de simplificar, y pienso en Karen Blixen…

»Sin embargo, no cabe duda de que recordamos los cuentos, literarios u orales, cuando recrean con gracia lo arquetípico y pueden transmitirse sin demasiadas complicaciones… Esa es sin duda una garantía de su calidad. Pero que conste que pienso que los cuentos literarios deben ser leídos o relatados de memoria. Como el teatro: no me cuentes el monólogo de Hamlet, recítamelo.

 

Unida a la pregunta anterior. ¿Qué es más importante en un cuento, el principio o el desenlace? ¿De qué forma encaras la escritura?

—Suelo decir que, para mí, el cuento nace de una iluminación, como surgía el poema, mientras que la novela es resultado de una exploración. La iluminación me muestra el cuento prácticamente entero, aunque a la hora de materializarlo elija determinado punto de vista, o un momento diferente al inicialmente imaginado, e incluso cambie el final… Pero la visión del desenlace es sin duda fundamental. Si del cuento solo tenemos una idea para el arranque, es mejor no meternos a escribirlo, lo que sin embargo es posible en una novela. Pero insisto en que yo el cuento tengo que verlo todo en los aspectos sustantivos: luego ya es cuestión de llevarlo a cabo, y ahí juegan factores azarosos…

Entrevista a José María Merino (Primera Parte)

Uno de los primeros consejos con los que me topé cuando empecé a escribir fue “evita las introducciones y explicaciones largas”; sin embargo en La trama oculta haces exactamente lo contrario al presentar cada cuento. ¿Cómo se te ocurrió está técnica de hilvanar las ficciones con memorias propias? ¿Por qué crees que era necesario romper esta regla de la escritura cuentística?

—Normalmente, cada uno de mis libros de cuentos ha tenido un marco peculiar de referencia, que daba unidad al conjunto: los lugares de mi infancia y juventud en el primero, un barrio de Madrid en otro, determinada percepción de la realidad como “rara” a partir del tercero, el porvenir del planeta de hoy a 500 años en otro… Incluso tengo un libro de cuentos que puede suscitar cierto espejismo novelesco, porque se repiten los personajes y hay cierta comunicación entre las piezas del conjunto.

»En La trama oculta me encontraba con una colección de cuentos muy diferentes, unos de tipo más realista, otros oníricos, fantásticos o futuristas, y pensé mucho en el modo de unificarlos. Me pareció que una voz que apareciese antes de cada cuento para decir algo sobre él, podría ser, para el lector, el instrumento idóneo para dar unidad y coherencia al conjunto…

Esa trama oculta que se distingue en cursiva presenta pequeñas evocaciones que enlazan los cuentos pero que, a la vez, pueden leerse como microrrelatos individuales. ¿Cómo encaraste su escritura: de forma posterior a la creación del libro o sin una intencionalidad clara de composición hasta que lo amalgamaste?

—Ya digo que fue posterior al libro. Pero que la idea no fue del todo errada lo demuestra el hecho de que, a partir de ella, le di al libro una ordenación diferente, e incluso que hay cuentos en el conjunto que nacieron de esa voz y de esa ordenación. Se trataba en principio de una voz unificadora, pero al hilo de ella la memoria fue teniendo sus propios hallazgos, y no me pareció mala idea respetarlos.

Continuará…

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Fotografías © EFE



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