Eduardo Milán y la poesía problemática

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La poesía social posiblemente sea el espacio donde pueda verse algún cambio en este mundo. La que escriben poetas entusiasmados, afanosos, combatientes; quienes sus ideas en versos y nos ayudan a reflexionar sobre el por qué de las cosas y a criticar aquello con lo que no estamos de acuerdo.

Eduardo Milán es uno de esos autores, que insatisfecho, habla sobre el valor político de la poesía y denuncia los males a los que parecemos habernos acostumbrado. Él cree en la poesía y a través de ella enfrenta este tiempo de crisis.

Sobre el autor

Eduardo Félix Milán nació en Rivera (Uruguay) en 1952 y es un distinguido poeta, crítico literario y ensayista de este país. Actualmente reside en México; se mudó allí en 1979 cuando los militares encarcelaron a su padre, y desde entonces no ha vuelto a su tierra.

Es un apasionado de la poesía moderna estadounidense; entre sus autores favoritos se encuentran Williams, Cummings y Stevens. Además, ha sido un fervoroso lector de Kafka. En cierta ocasión expresó que este autor fue el que le planteó la posibilidad de un mundo donde el orden no lo era todo y, gracias a él, comprendió que a través del imaginario podía plantearse una realidad inigualable, la poesía, una suerte de fiesta imaginaria.

Ha realizado también labores periodísticas en diversos medios, tales como la revista Vuelta; allí escribió columnas de forma regular entre los años 87 y 92. Cabe mencionar que la misma estaba dirigida por Octavio Paz.

Entre sus obras más importantes se encuentran «Cal para primeras pinturas«, «Nervadura«, «Obvio al desnudo» y «Cosas claras«. Pero es necesario mencionar que existen muchísimos títulos de Milán que son vanagloriables y de lectura recomendada.

 

La poesía y los lectores

Sin lectores no es posible la poesía; sin embargo, según Milán, en los últimos años éstos parecen determinar el tipo de poesía que se produce, por lo que se puede decir que los poetas crean en base a la demanda. Asegura, que pese a lo que muchos intentan creer, no existe autonomía en general por parte de los poetas del mercado y el consumo. Esto indica un problema muy serio para la verdadera poesía.

Habla de la «poesía dura» aquella que exige una cierta búsqueda del lenguaje, un desprendimiento de lo cotidiano hacia lo profundo del pensamiento.

Agrega que en el mundo hay muchas personas que, sin ser analfabetas, no se acercan a este arte y, de los pocos que lo hacen muy pocos son lectores de la llamada poesía dura. Ésta no tiene prácticamente lectores, por lo que también es muy difícil publicarla, por lo dicho con anterioridad.

La creación literaria

Sin pelos en la lengua Milán dice que está convencido de que el verdadero poeta «no sirve a nadie«, pero existen poetas que sí sirven al lector porque les ofrecen esa poesía que están esperando. Aclara que no considera que estos autores sean falsos, sino que no cumplen con la dignidad que este arte requiere.

A propósito de este tema, está convencido de que el sueño de mercadotecnia, es decir el deseo de obtener fama, popularidad o aplausos no escapa de ningún ser humano; incluso hay poetas que buscan eso mismo, del mismo modo que novelistas, actores, políticos y cantantes.

Expresa que de la poesía hay que esperar mucho, pero hay que tomarla como una necesidad que puede ayudar a salvar lo que está en juego, lo humano. Pero cualquier creación no sirve para ello, debe ser buena y lamentablemente, en estos tiempos la que abunda es la mala.

La poesía en sí misma no es nada, existe como una herramienta para que el poeta exprese sus pensamientos y debe abordarse desde la ética de éste.

En su obra «Resistir«, Milán imagina un mundo en el que la gente muere, desaparece pero la poesía se salva; sin lectores, sin gente que la reciba la poesía no puede ser, por ende este mundo es impensable y con más razón, no se puede pensar en la poesía como algo tangible en sí mismo, sino que necesita de un intérprete y mucho más de un lector que la reciba y la propague para tener vida.

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Sus palabras son directas, a veces confusas, pero nunca en vano. Argumenta que el efecto que crea la poesía de estar y no estar al mismo tiempo, de incluso no haber estado nunca y de poder ser sin haber sido, es algo que sólo puede comprenderse a partir de la lectura o, en el mejor de los casos, la creación literaria.

Indignarse para poder crear

Para Milán, todo poeta y, más aún, todo ser humano debe indignarse porque en esa resistencia se debate la vida. Los grandes autores de la Poesía Universal demostraron hallarse indignados, menciona a Artaud, Satie, Pignatari y Rimbaud, entre otros. Y dice que conviene no esperar nada de la poesía porque es el modo de desprenderse de las estructuras que nos imponen y crear algo relativamente auténtico.

Sobre todo, Milán cree que una de los peores decisiones que puede tomar un artista es renunciar a la crítica, porque consiste en un modo de autoaniquilarse, enfermarse.

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La poesía problemática puede que tenga pocos adeptos, sin embargo continúa viva en voces como la de Milán. ¿Mi consejo? Acercarse a ella, cultivarla, apreciarla… porque puede que encontremos respuestas que no hallaremos en ningún otro lado.

Comentarios2

  • Rafael Merida Cruz-Lascano

    Gracias Tèxil, el publicar artìculos sobre ete tipo de literatura es sumamente pedagògico, no obliga a la investigacion pero a la vez ya no età dando càtedra sobre ese --poesìa social-- estilo.-

    Gracias.
    Rafael Merida

  • Yasser Berney

    Publicaciones como estas son que me motivan a seguir en la tarea de hacer poesía; duro arte en el que me trasnoche cada día.

    Gracias Textil.
    Saludos.
    Yasser Berney Flórez Caraballo
    Poeta, matemático y Físico.
    Colombia.



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