Los detectives más singulares de la literatura

El género del misterio y el suspense ha sido uno de los que más páginas ha copado en la historia de la literatura universal y es que sus ingredientes enganchan al lector como si fueran imanes.

Entre estos mencionados ingredientes se encuentran los protagonistas, esos personajes que nos guían por la historia, a los que acompañamos en su periplo de esclarecimiento de los hechos que tiene como objetivo resolver el enigma pertinente.

En muchas ocasiones, dichas figuras centrales son investigadores o detectives que han conseguido atraer tanto al público que han hecho que sus creadores alargaran su vida obra tras obra.

Si pensamos en un detective irremediablemente nuestra mente pensará en Sherlock Holmes. Arthur Conan Doyle fue el que inventó a este personaje allá por el año 1887.

Cuatro novelas y cincuenta y seis relatos fueron los que Holmes protagonizó descubriendo todo tipo de intrigas, robos, asesinatos y misterios. Y siempre lo hizo a través de su inteligencia, su minuciosidad, la observación de todas las cosas hasta el más mínimo detalle y el razonamiento.

De clase y elegante era este investigador que, cual Don Quijote con Sancho Panza, tenía como fiel compañero y amigo al Doctor Watson.

Estudio en escarlata (1887), El sabueso de los Baskerville (1901) o El valle del terror (1914) son algunos de los trabajos en los que estos dos amigos viven interesantes aventuras.

De Londres a París nos vamos para conocer al comisario de la policía judicial francesa: Jules Maigret. El escritor Georges Simenon es el padre de este personaje ficticio que copó muchas listas de ventas de libros y es que consiguió un gran éxito en todo el mundo. De ahí que llegara a protagonizar la friolera de setenta y ocho novelas desde que apareciera por primera vez  en el año 1929 aunque su primera novela fue Pietr el Letón que se publicó en el año 1931.

A lo largo de toda esa serie de trabajos el lector conocerá en profundidad la vida de dicha figura policial y le acompañará en su trayectoria profesional que comenzó como ayudante en una comisaría y que finaliza con la jubilación tras una carrera de éxito.

El detective americano

La literatura americana también tiene a sus propios investigadores, entre los que destaca Philip Marlowe, el detective privado que surgió de la pluma de Raymond Chandler.

En un pequeño relato de 1934 titulado Finger Man hizo su aparición por primera vez este personaje que supuso una ruptura con todos los clichés que el público tenía de estos profesionales a raíz de otras figuras del gremio representados en las páginas de diversos autores.

Así, los estereotipos de detectives con carácter, fuertes y aficionados al alcohol se rompen con Marlowe que se caracteriza por su carácter introvertido y contemplativo a la par que por su afición a artes y deportes como la poesía y el ajedrez respectivamente.

Estos son sólo tres de los múltiples personajes de ficción, como el Hercules Poirot de Agatha Christie, que dedicaron sus vida literaria a entretenernos a través de historias llenas de misterios, enigmas, delincuentes desconocidos, asesinatos o desapariciones. Pero todos ellos eran descubiertos por estos investigadores con mucho ingenio, capacidad resolutiva e inteligencia que nos dejaban con la boca abierta.

Cada uno con su carácter, su personalidad y sus formas de entender la vida pero todos con una gran sagacidad.



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